Capítulo # 3

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-Sentry... tienes prohibido faltar el día de mañana. -Exigió la voz femenina al otro lado de la línea del celular.

-Por milésima vez, no faltaré al colegio. -Rodó los ojos ya harto de repetir la misma frase. -No hay necesidad que te preocupes demasiado.

-Sabes muy bien que la vieja de contabilidad es muy estricta con respecto a los trabajos grupales.

-Lo sé.

-Y recuerda llevar los cheques y recibos... Eso también es muy importante. ¡Jura que no vas a faltar, ni mucho menos a olvidarte del material de trabajo! -Gritó exaltada... Flash enseguida alejó el celular de su oreja. -¡Juralo!

-¡Lo juro! ¡Lo juro! -Exclamó algo asustado por los gritos de aquella chica.

-Ok. Si no cumples tu juramento, te castro... -De un momento a otro cambió su tono de voz al de uno tierno. Flash puso una expresión de confusión. -¡Escuchaste, te castro! -No tardó ni un segundo en colgar.

Flash alejó su celular, miró la pantalla por unos segundos muy extrañado por el comportamiento de su compañera de curso.

Rió a lo bajo mientras tiraba su celular a un lado de su cama.

¿Cómo le puede gustar una chica extraña y paranoica? Con ella no ha hablado mucho, a penas unas tres o cuatro veces, pero eso bastó para descubrir que siente algo especial por Sunset Shimmer... Simplemente para él, ella es única con una forma de ser muy especial. Pero... ¿Qué oportunidad podría tener? Ella apenas le habla para los trabajos de contabilidad que las maestra manda.

Salió de su cama. Debía conseguir esos cheques y recibos si no quiera terminar castrado el día de mañana... Sabía muy bien donde encontrarlos, en el estudio de su padre. Él es empresario, sabe mucho acerca de la rama de la contabilidad, un cheque o recibo será muy fácil de encontrar. Salió de su habitación para dirigirse al estudio.

Al entrar, ve aquella habitación  completamente vacía. Se suponía que debía haber un enorme escritorio con una avalancha de papeles y plumas por doquier, pero ese no era el caso.

Se encaminó hacia la habitación de su madre, ella se estaba mirando el espejo mientras se quitaba el maquillaje de su rostro.

-Mamá, ¿Qué sucedió con las cosas del estudio de papá? -Flash se apoyó sobre el umbral de la puerta.

-Están con el dueño. -Respondió sin dejar de hacer lo suyo. Parecía molesta. -Tu padre ya no vive aquí, ¿Por qué tener sus cosas en esta casa?  Yo misma me encargué de enviarselo.

El joven se resignó, suspiró pesadamente rodando los ojos.

Se encerró en su habitación. Ahora que ya no están las cosas de su padre en casa, ya no sabía como conseguir aquellos papeles que necesitará para el día de mañana.

-¿Qué hago? -Se preguntó así mismo, apoyando su dedo sobre su mentón. -No quiero acabar  castrado el día de mañana.

Recordó lo que dijo su padre la noche en él que se fue. Se tiró a la cama. No quería salir de casa para ir al departamento de su padre. Prometió no pisar ese lugar, pero la situación le estaba obligando a no cumplir su promesa.

Observó la hora en su celular, eran las cinco de la tarde. Se levantó, sacó de un cajón las llaves del departamento de su padre... No tenía más opción.

[...]

Entró... Observó con detalle el lugar, no ha cambiado nada desde la última vez que estuvo ahí. Esperó encontrar a su padre en la sala viendo televisión, pues cada vez que él iba, siempre lo encontraba sentando viendo alguna película o partido de fútbol a las cinco de la tarde, pero está vez no fue así. Caminó hacia la cocina, el resultado fue el mismo.

-¿Aún seguirá en el trabajo?

Se encogió de hombros, para Flash era mejor no encontrarse con su padre. Era más fácil entrar a su habitación, agarrar unos cuantos cheques y recibos y finalmente volver a su casa. Sin la necesidad de que su padre sepa que estuvo ahí.

Caminaba sin ningún problema hacia su destino. Pero algo lo detuvo.

Sonidos de cama... respiración agitada... quejidos... gemidos. 

El corazón de Flash se detuvo de inmediato al tener aquella idea de que su padre estaba teniendo sexo con alguien. Pues, entre todos eso perturbadores sonidos, lograba escuchar a una mujer.

-Ok, si hubiera sabido de esto, preferiría mil veces terminar castrado. -Pensó.

Retrocedió lentamente sin pestañear, estaba muy impactado. Debido a esto, las llaves se soltaron de su mano. Aquellos sonidos de detras de esa puerta se detuvieron.

-¿Escuchaste eso? -Sin duda esa era la voz de una mujer.

Su adrenalina subió, su respiración comenzó a acelerarse. Enseguida volvió a agarrar las llaves que estaban tiradas para luego alejarse lo más posible de aquella puerta.

Ya no quería estar ni un segundo más en ese departamento.

-¡Patitas para que las tengo! -Pensó sin detenerse...

Amarte Está Prohibido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora