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It feels... different...
Suspiró para sus adentros en la comodidad de su silla abandonada en medio de la sala.


Había olvidado lo que se sentía estar en casa. Tanto tiempo en el hospital no había hecho nada más que aislarlo, y fue apenas cuando puso un pie en casa que pudo sentir como una gran parte perdida de si mismo regresaba.
Estaba el mínimo detalle de su visión, aún ausente. Si ya de por si era muy dependiente de su familia, ahora la situación estaba más que peor. Se sentía como un completo inútil.

No solo se consideraba un problema para sus padres, que ya no podían depender del hospital y debían de cuidarle todo el día, sino también para él. Se sentía raro el estar con ellos ahora. Siempre se había sentido excluido de su familia, había sentido que en ese círculo de siete personas no había lugar para él. Eso sentía antes, ahora sentía como si estuviese en su propio planeta.

Podía imaginarse en su mente sentado en un desierto. Solo. Estarían nada más que él, un paquete de cigarrillos y sus gafas oscuras para acompañarle en su soledad eterna.
De hecho, ¿Quién le aseguraba que no se encontraba en esas condiciones ahora mismo? ¿Quién podría confirmarle que no lo habían abandonado por completo? No había nadie allí.

Cada acción dicha y hecha a su alrededor por cualquier persona no parecía involucrarle en lo absoluto. Cada palabra dicha frente a sus narices, aunque le involucrara, no era algo de lo que debiese preocuparse. Cada acto que era realizo cerca suyo, aun si fuera para su propio beneficio, no era algo que e importase.

Completamente aislado. Completamente solo.

Quería involucrarse, de verdad que quería hacerlo. Quería volver a tener una relación más o menos distante con sus hermanos, por lo menos. Era mejor que no estar comunicado con ellos en lo absoluto. Realmente, se sentía diferente. Se sentía como si...

-Como si no estuviera aquí.- Suspiró.- Como si de verdad no estuviera aquí.

Fue sacado de sus pensamientos por un pequeño estruendo. Algo en la habitación había caído al piso, y dudaba mucho que un objeto se hubiese caído por su cuenta. Debió haber sido alguien, debía haber alguien más en la habitación.


-¿Quién anda ahí?- Con esfuerzo levanto ambos brazos del apoya brazos de su silla, sosteniéndose de los mismos para no perder el equilibrio, intentó pararse.
Sus sentidos se agudizaron. Pudo escuchar unos nerviosos pasos intentando alejarse, intentando pasar desapercibidos. Pero no hacían nada más que reforzar su idea. Ahora lo sabía, había alguien allí.

-¿Qué es lo que quieres?

Antes de darse cuenta se había puesto a la defensiva. Estaría dispuesto a atacar a la persona que estaba en la habitación, sin importar lo que pasase, si esa persona no se identificaba inmediatamente.
Ahí tenía otra prueba de que se había vuelto un ermitaño. Necesitaba del tacto humano, pero le temía a lo desconocido. Y todo lo que no pudiese ver era desconocido.

-Solo iba a llevarme los platos sucios.- Reconoció la voz del hablante. Er su hermano mayor, Osomatsu. Y su tono de voz denotaba su estado de ánimo. No parecía muy contento, o por lo menos no como siempre se le escuchaba.- Tus platos sucios.- Remarcó.

Esas últimas palabras fueron dichas con un extraño sentimiento. ¿Odio tal vez? Si, probablemente se trataba de eso. Cualquier cosa que fuese, le hacía recordar su culpa. El sentirse como una carga para su familia.
Osomatsu había sido tan comprensivo con él, desde el principio. Sus hermanos menores podrían ignorarle, fingir que no existía en lo absoluto, y hacerle sentir que no existía, pero Osomatsu no era así. Para nada. Él era el único que se preocupaba, no solo por él, sino que por los cinco hermanos que tenía. Los amaba a todos por igual.

Recordaba una ocasión en la que Osomatsu le encontró fumando. Le pidió amablemente que lo dejara, no sin antes darle un discurso de que tan mal le hacía a su cuerpo y que no era una salida viable de la depresión. No podría olvidar jamás el brillo en los ojos de su hermano mayor cuando le prometió que no volvería a fumar, aunque sus palabras fueran viles mentiras. Tampoco podría olvidar su visible desilusión cuando lo encontró con un cigarrillo en la boca poco después de su charla.

Recordó también una ocasión cuando decidió salir de pesca con su hermano. Se había olvidado que todos podrían ignorarle excepto él. Fue entonces que Osomatsu le vio, después de mucho tiempo, con los brazos descubiertos. Fue entonces que descubrió sus cicatrices. Una vez más le dio un discurso sobre el mal que se estaba haciendo, pero esta vez no le pidió que dejara de hacer eso. En lugar de eso le pidió algo mucho más extremo, Karamatsu no pudo evitar mofarse de semejante pedido, como si él fuese capaz. Le pidió que no intentara suicidarse, y le hizo recordar que siempre habría una salida de las peores situaciones.

El recordar eso le hizo sentir como una mierda. Le había mentido a su hermano, y de la peor forma posible. Le mintió a alguien que buscaba su bien para hacerse más y más daño, hasta llegar al punto en que estaba ahora.
¿Cómo no podría estar enojado con él? Estaba limpiando sus platos sucios, de los que él no podía encargarse por la ceguera que él mismo se había provocado con su intento de suicidio.

-Osomatsu.- Se sentiría como una molestia si lo preguntaba.- Respondeme.- Pero se sentiría mucho peor con la respuesta del otro, de seguro.- Tú crees que...- Y si su hermano confirmaba sus sospechas, no haría más que destruirlo por dentro.- ¿Soy una molestía?

Rapidamente pudo sentir como un nudo se formaba en su garganta. Resistiría las ganas de llorar, tenía que, pero el tan solo haber preguntado eso le angustiaba. Le hacía sentir terrible.
Esa corta espera entre la pregunta y la respuesta del mayor fue como un castigo eterno, solo quería que terminase.
Dejando de lado los platos sucios, Osomatsu se acercó hasta él, y tomó con fuerza sus temblorosas manos entre las suyas propias.

-No.- Respondió finalmente.- Karamatsu, no eres una molestia.

-¡¿Y por qué siento como si lo fuera?!- Alzó la voz. De nuevo, resistiendo la tentación de dejar escapar su llanto contenido.

¿Qué tanto podía doler sentirse como una molestia? Mucho, o por lo menos mucho más de lo que dolía el sentirse invisible. Y su invisibilidad era pasable a base de cortes que servían como medicamentos, y vicios que le hacían superar el día a día. Pero ni el alcohol ni el tabaco podrían ayudarle ahora, principalmente porque atrasaban su recuperación.

Y UNA MIERDA.
Sabía de sobra que podía dejar de ver para siempre, y no le importaba. El daño ya estaba hecho.

-Lo siento.- Masculló Osomatsu.- Estoy enojado, y tal vez sin intención te hice daño pero...

-Mi vida no tiene razón de ser, Osomatsu.- Le interrumpió el segundo.- ¿Por qué sigo vivo?

-No digas eso Karamatsu...

-Dime. ¿Cuánto vale mi vida?- Suspiró.- Mis brazos están llenos de cicatrices que algún día van a volver a abrirse. Algún día recuperare la vista y volveré a beber y a fumar, quieras o no, no puedo evitarlo, soy un adicto. Mi único amor es imposible, no sabes lo que es el dolor de un corazón roto Osomatsu, es el dolor más grande existente. Y cuando ya no tengan que cuidar más de mí, no le importare a nadie.

-K-Karamatsu...- Intentó formular una respuesta que no parecía querer salir de sus temborosos labios.- Karamatsu, por favor. Por favor, deja de hacer esto.

-¿Qué deje de hacer qué? ¿Qué deje de intentar no sufrir?- Se soltó del agarre de su hermano bruscamente.- Intente "dejar de hacer esto" una vez. Y lo único que logre...- Palmeó con fuerza su frente, para luego dejar descender su mano sobre sus ojos.- Fue esto. ¿Crees que realmente quería esto?

-No.- Susurró el mayor. Tomó de nuevo los platos, y se dispuso a salir de la habitación.- Pero tampoco creo que realmente quieras morir.

Dijo esas palabras y se retiró de la sala, dejando solo a su pobre hermano ciego. Este por su lado, estaba un poco enojado. Enojado con Osomatsu por saber más de él que él mismo.

Odio que tenga razón.

Golpeó el piso, rechinó sus dientes, y apretó sus puños. Tenía razón, Osomatsu tenía razón. Cada palabra que decía era cierta, no podía hacer nada para cambiar eso. Él no quería morir, solamente quería abandonar el dolor de la forma más rápida posible.
Estando solo en la habitación, extendió sus brazos y gritó dramáticamente al cielo, o más bien techo.

-WHAT HAVE I DONE TO ME?

Ahora verdaderamente quería llorar. Quería encontrar su gafas oscuras para cubrirse mientras dejaba sus sentimientos fluir. Tanteó sobre su cabeza, no había nada allí. Hizo lo mismo con el cuello de su sweater, y tampoco había nada. Comenzó a buscar desesperadamente en sus bolsillos, tanto de su sweater como de sus pantalones. Nada.

Sintió entonces, una mano apoyándose sobre su hombro de manera cariñosa. Pese a que no podía verle, se volteó instintivamente en la dirección de la que sentía provenía el tacto. Comenzó a buscarle con las manos, y entonces sintió aquel plástico en manos de la otra persona. Tomó sus preciadas gafas sin siquiera preguntar, y se las puso por fin, ocultando la horrorosa imagen que le daban sus pupilas blancas.

-Thank you.

-
No hay de que.- Respondió otro de sus hermanos.

Verdaderamente esperaba que se tratase de Osomatsu, o alguno de sus padres. Ichimatsu entregándole sus preciosas gafas en mano porque no podía encontrarlas por su cuenta, nunca esperó algo así.

-Es lo menos que puedo hacer...- Suspiró inaudiblemente.

Pese a eso Karamatsu le oyó, y sabía muy bien a que se refería.
Después de que le dieran el alta, el doctor les explicó que las sustancias toxicas podrían retrasar su recuperación. No sabían eso, ni ellos dos ni ninguno de sus familiares. Y en el momento en que el doctor dijo que probablemente algún estimulo exterior había hecho que su ceguera permaneciera un mes, sintió un peso gigantesco en la espalda, llamado 'culpa'. Y todavía podía sentirlo encima de sus hombros.

Karamatsu no podía culparle, después de todo, él único y verdadero culpable era él. Estaban en un estado de completa ignorancia, e Ichimatsu sintió que le estaba haciendo un favor. Eso se agradecía.

-Si sabes que no es tu culpa, ¿Verdad?- Cuestionó el segundo de los Matsuno.

No obtuvo respuesta. En lugar de eso, un abrumador silencio, seguido de un caminar lejos de sí y el sonido de la puerta de la habitación abriéndose de nuevo. Se estaba apartando de él.

-¡Ichimatsu!- Le llamó.- Ichimatsu, por favor deja de evitarme. Deja de alejarte de mí.

-No me importa que creas o no que es mi culpa.- Respondió finalmente.- Yo siempre pensare que es culpa mía. Yo te vi por un momento cuando dejaste de ser invisible a mis ojos, y aun así no hice nada para detener lo que te estabas haciendo.

Cerró la puerta con fuerza y regresó hasta el centro de la habitación, donde estaba parado su hermano. Karamatsu se había puesto sus gafas de nuevo, y por suerte. No podía aguantar el ver esas pupilas grisaceas que le hacían parecer un muerto.

-Lo siento.

-¿Recuerdas lo que te dije en el hospital?

-No quiero recordarlo...

-Ichimatsu.- Interrumpió en tono serio.- No quiero que olvides lo que te dije, y no quiero que me dejes sin respuesta.- Caminó lentamente hacia su hermano menor, tanteando el piso con sus pies, asegurándose de no pisar nada.- Dime Ichimatsu, ¿Qué sientes por mi?




"¿Qué sientes por mí?"

Fueron las palabras dichas por el chico que reposaba sobre su cama de hospital. Tenía un cigarrillo en mano, y su encendedor apenas siendo guardado en la otra. Ichimatsu, quien estaba sentado a su lado en la cama del hospital, se quedó sin habla.
¿Qué debería responder?
Su orgullo le decía que respondiera con un 'te odio' usual, como siempre. Pero en la situación en la que estaba su hermano no podía propinarle semejante respuesta.
Aunque luego pensó...
¿Realmente sus sentimientos eran importantes? Es decir, se trataba de su hermano después de todo. No ganaría nada confesándose, no podrían estar juntos nunca.

Decidió tomar sus cosas y antes de que el mayor se percatara, ya se encontraba en la puerta de la habitación, a punto de abandonar el cuarto.

-¡Ichimatsu!

-No voy a responder eso.

-¿Te preocupas por mí, verdad?

-No podrías importarme menos.

-¿Entonces por qué estás aquí?- Ichimatsu no pudo responder a esa pregunta. Le dejo literalmente, con la boca abierta.- Brother...- Ichimatsu le ignoró. Abrió la puerta y dejó la habitación. Pero antes de que cerrara la puerta detrás de él, pudo escuchar unas palabras provenientes de su hermano mayor.- ¡Te amo!- Exclamó el segundo, sabiendo que aún se encontraba ahí.

Fue entonces que Ichimatsu cerró la puerta, con toda la fuerza que le fue posible. Le había escuchado perfectamente, y deseaba haberse retirado de la habitación antes. Deseaba no haber tenido que escuchar esas palabras de parte de su hermano.
Llevó ambas manos a su cabeza y tironeó de su cabello con fuerza. Suspiró pesadamente mientras rechinaba sus dientes, ese no era un lugar para hacer un escandalo. Esperaría a llegar a su casa.
Maldijo tanto a su hermano ese día.


-I'm waiting.

La voz de su hermano mayor le sacó de sus pensamientos. Seguía frente a él, de brazos cruzados, esperando una respuesta. Ichimatsu no podría escapar de esta, fuese donde fuese, siempre tendría que regresar a su casa, así que aunque intentara huir, al final siempre se encontraría con su hermano y al mismo tiempo con su pregunta.
"Como si te debiera algo, maldito."

-Come on, brother. Tell me that you love me.

-¡Ya basta!- Exclamó Ichimatsu.- ¡Maldición, mierdamatsu!

Estaba hastiado, quería huir de allí, quería que su hermano le dejase en paz. Cerró con fuerza su puño y, decidido, le propinó un buen puñetazo a su hermano mayor. O por lo menos lo intento.
Karamatsu se corrió hacia un lado antes de que el puño de Ichimatsu pudiese siquiera tocarlo. No le importo, y aunque su primer golpe fue errado, intentó con uno segundo. Pero entonces reparó en la pose defensiva que tenía el segundo ante su ataque, y en algo mucho más importante aún.

¿Había esquivado su golpe?

¿Había visto su ataque?

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...

hola *la matan*

por suerte queda solo un capitulo jej, la escuela me lo puso mas dificil de lo que creía 

nos vemos, espero que, pronto <3

SalvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora