—¿Quién era Eclipsa?

—Tú sabes quién es —respondió Leopoldo.

—¿Quieres que te la presente? —preguntó de nuevo, muy retóricamente.

Me encojí de hombros y dije:

—Ese nombre parece inventado.

—¿Y eso qué tiene que ver?  —añadió Leopoldo—, algunos los artistas tienen nombres falsos que se los crean sus representantes para que sean más comerciales.

Volví a encojerme de hombros.

Entonces le cambió la cara, se acercó hasta ponerse frente a mi rostro y comenzó a elevar sus cejas.

—Espera un minuto —dije. Esto de estar en un antro desconocido no era nuevo para mí, pues había viajado con mi padre por algunos países cuando era adolescente, pero esta situación me estaba poniendo muy nervioso. Otra cosa que me ponía los pelos de punta era que la mujer venga hacia mí y me desprecie en mi cara. Pues, Leopoldo era muy diferente a mí, él era alto, rubio y musculoso, en cambio yo solo soy un simplón de veinticinco años, paliducho y sin gracia alguna.

Eclipsa se había cambiado de atuendo. Estaba apoyada junto a la barra con un ajustado vestido negro de satén.

—¿Le digo que venga? —dijo Elmer.

—¿Y por qué no? ¿Acaso ustedes no la conocen de antes? Pero les advierto... ¡no me presionen esta noche! —dije tratando de contener mis nervios.

Los vi cuchicheando con ella hasta que se acercó a mí y me dijo:

—Entonces dime, cariño —prosiguió mirandome fijo a los ojos— ¿es la primera vez que vienes a Anagrama?

—Así es —mascullé.

—¿Creés que algún día podrias salir con nuestro amigo virgen? ¡Jua! —bromeó Epifanio.

Lo que había dicho me hizo enderezarme del sobresalto.

—¡Pst! Dejense de romper las pelotas... —grité lanzando una mirada desafiante.

Eclipsa emitió una risita y bajo su mirada.

—Vamos, Vladimir. No seas tan mojigato. Solo estaba haciendo un chiste, una humorada, un chascarrillo. Eclipsa, lo que quise decir, y muy seriamente lo digo ahora, es que me gustaría que mi amigo te conozca.  Este muchachito me parece el tipo de persona con la que te llevarías bien —respondió Epifanio, mientras bebía cerveza negra.

—¡Deje de echarse sobre mí, por favor! —dijo Eclipsa con cara de asco.

—Disculpe, señorita —añadí mientras enderezaba a mi amigo— , no es mi amigo, es mi colega del trabajo y está un poco borracho.

—Si Anagrama se llena de ebrios lo van a clausurar —dijo Eclipsa, mientras se mordía el labio superior—. Mi idea es unir fuerzas creativas para poder ganar más dinero y si cierran el lugar donde obtengo mi fuente principal de ingresos todo será una verdadera debacle.

—¡Por Cristo, Vladimir! —gritó Elmer—. ¿Vos también tocas el oboe?

—Sí... —dije, dubitativo.

—¿En verdad? —dijo ella abriendo los ojos como platos.

—Tocaba el oboe en la escuela secundaria, en clase de música y eso fue hace tanto tiempo... —respondí—. Oh, Dios mío.

—Aún busco alguien con gran inspiración artística. Anagrama es un tesoro escondido en un lugar recóndito de la ciudad, quisiera tener más público, quiero ser transcendental, que los turistas hablen de Balada de oboe —dijo Eclipsa con gran ímpetu.

—Lo creo con firmeza. Anagrama es como una cápsula del tiempo se nota que es un lugar antiguo que fue reacondicionado a nuestra época —le dije mientras mis ojos recorrían las paredes del antro.

—Es un lugar multisensorial y quisiera inspirar a muchas personas con mi sonido —dijo Eclipsa.

El mero hecho de que esta despampanante mujer talentosa me este hablando tan gustosamente, me provocaba sensaciones infinitas.

—¡Oh, no! Vamos a parar aquí. Son las cuatro de la mañana y tengo que despertar muy temprano —dijo ella sobresaltada.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
BALADA DE OBOE  (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑) Where stories live. Discover now