Todo sobre las relaciones

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Yo digo que todo puede suceder pero tienes que intentarlo. No soy tan egocéntrico pero todos se quejan que andan mal en el amor y no saben encontrar la clave correcta para impresionar al sexo opuesto.

En la mañana había decidido ir con Epifanio y con Leopoldo a un salón de belleza para buscar una cama de bronceado que mi tío había comprado para revender. La verdad que nunca me habían llamado la atención esos artilugios tan pesados y costosos.

De repente vimos frente a nosotros a una chica muy atractiva, era muy alta, rubia y usaba un trajecito rosa pastel. Cuando giré la cabeza vi a Epifanio estático, él estaba totalmente paralizado.

La dama que había hechizado al petiso era Dionisia, de treinta y dos años y era una de clientas frecuentes del salón. Él me dijo inmediatamente que esa jóven era maravillosa, entonces la miré con carpa y vi que definitivamente Epi tenía la razón.

Decidí que sería mejor alentar a mi amigo para que haga un movimiento rápido, pero él se puso a decir excusas sin razón.

Entonces me dijo que una mujer de ese calibre jamás le daría cabida y comenzó a decir que esperaba hacer clic con la chica de Anagrama que había conocido el pasado fin de semana, que sería mucho más fácil porque ya lo había besado y sería una tarea sencilla que ella se pueda enamorar de él, sin pensar que lo que salía de su boca eran puras tonteras.

Entonces Leopoldo, como un experto mujeriego que es, le dijo que no debería preocuparse por su altura, que él puede tener a la mujer que quiera y le dijo:

—La regla de oro es que la mujer nunca debe saber en primera instancia que tú quieres salir con ella.

Epifanio no le quería hacer caso en nada, estaba boquiabierto, literalmente babeando, hasta que escuchamos a la mujer hablar que tenía un problema que no era fácil de resolver y pensamos que tenía que aprovechar la oportunidad.

—Viejo, tu padre es gasista matriculado, ¿cierto? —le dije lentamente.

—¿No escuchaste que ella esta buscando un gasista? —murmuró Leopoldo—, anda, ¿qué estás esperando?

Y de repente lo que hicimos era dejar la cama de bronceado en el suelo y lo lanzamos de un brusco empujón. Él no supo que hacer ni que decir. Entonces vimos que nos miró de reojo, tomó aire, exhaló, se arregló el cuello de su camisa color bordeaux y dijo:

—Soy Epifanio Pérez Roldán, un experto en gas natural.

—¿Un experto en gas natural? —dijo ella con la mirada vibrante.

Epifanio parecía estar muy incómodo, pero lo que pasó es ella comenzó a reír con una sonrisa grande y empezaron a charlar del problema que la muchacha tenía en su hogar. Entonces volví a decir que todo puede pasar solo que hay que intentarlo y no quedarse atrás.

Entonces al parecer Epifanio había convencido a la señorita de que tenía que hacer una completa inspección ocular en su domicilio, con su supuesto socio que en realidad era su padre.

Finalmente fueron al otro día y comenzaron su labor que había sido más extensa de lo que realmente parecía. Tuvieron que reemplazar las viejas tuberías de gas oxidadas por unas nuevas con mejor tecnología y seguridad. De lo contario pondría en peligro a Dionisia y a sus tres felinos. Luego que ella aceptara, trabajé con él y su padre en la casa durante unos días, pero mi amigo no había tenido las agallas de para hacer su jugada e invitarla a comer a un restaurante o a Anagrama, incluso.

Hasta que finalmente le preguntó si quería ir a un concierto de Guns n' roses que tocaban en el estadio River plate que estaba basicamente en el mismo barrio. Pero ella cuando lo miró, frunció el ceño con tanta fuerza que el petiso quiso salir corriendo de su casa.

—Espera —dijo ella mientras ladeaba su cabeza.

—Si no quieres ir, no pasa nada —repuso Epifanio— , es que tengo una entrada de más y quiero que vengas conmigo.

—¿Y cuando es el show? —preguntó con una mirada dubitativa.

—Es hoy a las nueve de la noche —dijo sin vacilación ni temor a ser rechazado.

—¿Tu amigo y tu padre no irán? —preguntó mientras jugaba con su cabello largo.

Finalmente aceptó y lo invitó a las siete para cenar algo antes de salir. Epifanio parecía parecía un loco que desbordaba alegría y entusiasmo. Llegó a su casa con su padre, se pegó un baño y se puso a dar vuelta el placard buscando una remera negra con el logo de la banda. Se calzó sus zapatillas All star negras y se puso colonia los brazos y el cuello.

—¡Ja! Parece que alguien se bañó y esa no soy yo —dijo, Dionisia asombrada.

—Linda, no te burles de mí...

—No me burlo. Mi abuela dice que los hombres pulcros traen suerte...

—¡Jua! Tu abuela es muy sabia. Tú debes saberlo.

—Preparé una comida rápida. Solo puse a hervir unas papas y unos choclos —murmuró, mientras traía una fuente de porcelana china a la mesa.

Mientras cenaban juntos, ella le habló de como había perdido la fe en los hombres cuando había estado buscando al amor verdadero. Epifanio pensaba que los tipos estaban dementes, ella se veía preciosa, su cabello largo y rubio que era su gran atractivo, sin embargo ella estaba tan deprimida que él no sabía que pensar. Entonces se hizo la hora de partir y buscar un taxi antes que se haga demasiado tarde y se formen largas filas para entrar al estadio.

Aguardabamos a que el personal de seguridad nos cacheé, y ella comenzó a recordar que su primer novio era fan de los Guns n' Roses y eso lo deprimió. Ella se reía a carcajadas porque se habia dado cuenta que Epifanio se había puesto rojo de los celos. Pero al verse avergonzado llegó cabizbajo a las gradas, se sentaron mirando en dirección al escenario y él aprovechó para mirarla a los ojos bajo la luz de la noche y aprovechó para estampar un beso en su boca.

—Supongo que si encuentras la clave correcta, lo que no debería suceder, puede pasar —dijo Epifanio, mientras sentía el triunfo en su corazón.

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BALADA DE OBOE  (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑) Where stories live. Discover now