5. Una carta

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EL DOMINGO TRANSCURRIÓ NORMAL. DESPUÉS de ese sueño y aun a pesar de ser aún muy temprano, ya no pude dormir. Las llamadas y los mensajes seguían llegando, pero los ignoré.

Lo único que pude hacer fue ver la televisión. Abrí Netflix y vi toda una serie original. Trataba sobre la desaparición de Will Byers. En realidad no le presté atención, sólo quería escuchar ruido en la casa, todo era tan silencioso. Desde el sábado en la mañana mi padre no había salido de su habitación, como si se hubiera perdido en su propio mundo.

Yo estaba igual. La diferencia era que mi mundo no era silencioso, ni estaba en paz. La burbuja hacía su trabajo de no dejarme sentir nada.

Cerca del medio día, el timbre sonó. Eran Mich y Payne. Para el quinto timbrazo, fui a la puerta para decirles que se fueran.

-Vamos Rodrigo -dijo Payne-. Puedo verte a través del cristal, ábrenos.

-Rodrigo -esta vez habló Mich-, por favor. Necesitamos hablar.

Fueron varios segundos en lo que le decidía si abrir y decirles que se fueran o irme de vuelta a sillón sin decir nada.

Decidí decirles que se fueran sin abrir la puerta.

-No me siento bien chicos, quiero estar solo. Váyanse, por favor.

Pude ver como se veían entre los dos antes de que Mich hablara, con una preocupación bastante palpable en su voz.

-Claro. Sólo avísanos si necesitas algo.

Entonces se fueron.

El resto del día pasó triste y deprimente. Aunque me gusta el clima nublado de Londres y me hace sentir bien, ese día en particular sólo acrecentaba lo que sentía: dolor.

Después de un rato, apagué la televisión de la sala y me fui de vuelta a mi cuarto, donde pasé el resto de la tarde. Tomé un libro, pero al segundo siguiente lo dejé en su lugar. No estaba de humor para leer.

Me acosté en mi cama de vuelta. Necesitaba tranquilizarme, y me fui a la ducha. Caí en cuenta de que no me había bañado desde el viernes, y pues no me sentía de humor. Recordé haber escuchado que en las novelas de Wattpad, Rayita se bañaba solamente para pensar o tranquilizarse. En ése momento la comprendí. El agua en serio relaja.

No supe cuánto tiempo tardé bajo la llave, tal vez un par de horas, o unos minutos. Estuve llorando un rato. El agua fría me avisó que debería salir. Me sentía pesado, y era porque traía la ropa puesta, no me di cuenta de que me metí bajo la regadera sin quitarme la ropa. Me la quité como pude y me bañe rápido con el agua helada.

Al salir, dejé todo ahí y me fui a mi cuarto. Me sequé, vestí y acosté de nuevo.

Viendo el techo, tomé mi libreta y leí varias veces el sueño, intentando descifrar su significado, sin embargo no lograba concentrarme lo suficiente en ello.

Mi mente estaba en otra cosa. Mi padre no era en realidad mi padre, y un dios al que no conocía era quien me había procreado. Debía aclarar eso, tal vez mi no-padre supiera algo sobre ello, aunque lo dudaba. Nunca había sido muy religioso, igual que yo.

Me dirigí a su habitación. Llamé a la puerta y pregunté:

-¿Papá? ¿Estás dentro?

No contestó, y volví a llamar un par de veces. Seguía sin responder, así que abrí la puerta para pasar.

-¿Papá?

Estaba sentado en la cama. Tenía varias fotografías alrededor suyo, junto con varias cosas de mi mamá. Al acercarme, vi que las fotografías eran de ella. Unas estaba sola, otras con mi papá, otras conmigo, otras juntos, otras con el resto de la familia, y unas cuantas más son personas que no conocía. Pero en todas aparecía ella.

La Trilogía Azteca 1: El Sexto SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora