《¿Eso es posible, Daddy?║2T》

[015] Propuestas.

Sus brazos me enredaban en un cálido abrazo.  Me sentía protegido, me sentía yo mismo. Lo abracé más fuerte, volví a sentir su espalda ancha, su hermosa cintura. Volví a sentirlo en mis brazos; no quería soltarlo jamás.

Todo pasaba rápido, la gente se movía de un lugar a otro, pero el y yo no nos movíamos, solo nos abrazábamos; todo se volvió oscuro, las personas desaparecieron y sólo quedamos él y yo, en la nada; él tiempo avanzaba, el y yo seguíamos abrazados, nada nos separaba, de pronto, todo su cuerpo, todo él se comenzó a borrar, ahora abrazaba a la nada, abrazaba un recuerdo...

{Guillermo}

Avanzaba por toda la tienda en busca de los productos que enmarcaban la lista que mi madre me dio.

Cuando encontraba el producto, lo metía en el carrito del supermercado. Me hacia falta salir un poco, me sentía como una madre, yendo a por productos para su hogar, en la espera de que su hombre llegue y le diga cuanto la ama. Lástima que no soy mujer, lástima que no tenga a nadie a mi lado.

Avance al espacio de Productos de limpieza y empecé a llenar el carrito de jabón para lavar ropa, trastes y para bañar, metí demasiados producto, pero así lo enmarcaba la lista.

Me detuve un momento a mirar aquella silueta que conocía a la perfección, pero eso no era todo, había una mujer abrazándolo por la cintura, una chica de cabellos dorados, quizá María. Di vuelta atrás para no torturarme con esa imagen.

Impulse mi carrito, mi corazón se rompía una vez más; es aquí donde veo que soy tan fácil de reemplazar.

Mis lágrimas en los ojos no me dejaban ver más allá de mí; choqué con otro carrito, ¡Demonios! Pensé.

—Lo siento, yo...—Me seque las lágrimas y pude ver esa cara con claridad. Carlos.

—¡Guillermo! Que gusto me da verte, no te veía desde aquel día que saliste de...—No deje que terminará

—Claro, ya recuerdo.—Dije algo incomodo.

—Me da gusto haberme topado contigo, pero me tengo que ir, me gustaría quedarme más tiempo pero ahora Samuél me agarra de su puerquito y me toma de su chofer, te llamaré luego, Guillermo. —Sonreí.