Reencuentro.

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Lena salió por el retrato de la Dama Gorda, quien se encontraba en los brazos de Morfeo, y comenzó a caminar por los oscuros pasillos del castillo, sin poder ver por donde iba.

Eran las dos y media de la madrugada. En medio de un terrible insomnio, se le ocurrió dar un pequeño paseo para despejar sus pensamientos de lo que había pasado en la semana.

Un unicornio asesinado.

Snape y Quirrell en medio del Bosque Prohibido.

Aquí había gato encerrado.

Literalmente, Orion se quedó encerrado en la habitación mientras su dueña salía a pasear.

Caminó por medio colegio, a oscuras, ya que sabía perfectamente que la luz de su varita podría despertar a los amistosos retratos que estaban en casi todas las paredes del lugar.
Iba con cautela, esperando que a esas horas no haya ningún profesor haciendo guardia nocturna.
El trayecto era demasiado largo. Bajar desde el séptimo piso hasta el segundo sin poder divisar muy bien donde pisas no es algo bonito. Habían sido seis las veces en las que Lena se tropezó en las escaleras, dos en las cuales se resbaló con sus propias pantuflas y tres en las que se quedó inmovil pensando en si estaba yendo por el camino correcto.

Cuando estaba en el cuarto piso, ya cansada, sacó su varita.

Lumos.

Miles de voces comenzaron a quejarse y a gritar cosas como "¡Apaga esa maldita luz!" o "¿Acaso no ves la hora que es? ¡Queremos dormir!". Hasta se escuchó un "¡Niña desquiciada!" a lo lejos.
Ignorándolos a todos, la chica continuó caminando y bajando las escaleras esta vez más rápido que antes. Llegó al tercer piso; si alguien al otro día buscara evidencia de si un alumno estuvo por ahí, sería difícil que supieran que fue ella: corrió (casi voló) lo más rápido que daban sus pies hasta llegar a las escaleras que llevaban a su destino. Ni loca pasaría por aquel pasillo a las tres de la madrugada después de lo de aquella noche.

Se calmó y bajó hasta el segundo piso; antes de bajar del último escalón y tocar el suelo, apagó su hechizo. Caminó tocando las paredes sin ver nada hasta llegar al baño de las chicas, el cual era muy tenebroso a esas horas.

Se puso delante del lavabo, con cierto temor al espejo frente a ella. Parecía de más profundo y aterrador, como si en cualquier momento una mano saliera de ahí y se la llevase al inframundo.
Sacudió su cabeza, esparciendo esos pensamientos de pesadilla. Se dió vuelta y pegó un salto hacia atrás, al ver la cara de Myrtle frente a la suya.

— Myr, me asustaste.

Ella soltó una ligera risa.

— Lo siento, no esperaba visitas a esta hora. Hace mucho que no venías, por cierto... — lo último, lo había dicho con cierto aire de nostalgia.

 — lo último, lo había dicho con cierto aire de nostalgia

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— Supongo que he estado ocupada... En verdad han pasado cosas que no te imaginas.

— ¿Cómo cuáles? — preguntó el fantasma, frunciendo el ceño.

[EN PAUSA] Lena Dumbledore y la Piedra Filosofal. (LD1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora