Callejón Diagon.

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Al inicio del siguiente año escolar, Remus se quedó cuidando a Lena y llevándola a Hogwarts de vez en cuando para que su padre pudiera verla. Así fue durante cuatro años, hasta que Dumbledore opinó que ella ya era lo suficientemente grande para poder estar en la escuela conviviendo con él. Los fines de semana, su padrino iba a visitarla y a enseñarle, junto a McGonagall, los conocimientos básicos del mundo mágico.

Lena se la pasaba muy bien en Hogwarts, después de todo, era prácticamente su hogar. Se la pasaba correteando por los pasillos, alimentando a las lechuzas y gastando bromas junto con Peeves, el poltergeist.

Cómo todos eran mayores, no tenía amigos que sean estudiantes. Aunque se llevara bien con todas las casas (por ser la hija del director, claro está) se sentía muy sola. Para su suerte, estaba Myrtle, una chica fantasma que había muerto hace un tiempo. Siempre iba a visitarla al baño dónde se encontraba. Myrtle era muy buena, lo malo era que casi siempre hablaba sobre sus problemas y se dedicaba a llorar. Una vez, Lena se cansó y la llamo "llorona". Por esto, las dos amigas no se hablaron por una semana hasta que la niña fue a disculparse.

Pero sin duda, lo que más le gustaba hacer en la escuela era visitar a Hagrid, el semi-gigante guardabosques. Él siempre le hablaba sobre criaturas mágicas, desde dragones a unicornios. Lena se quedaba completamente fascinada al escucharlo.

En la época de Navidad, siempre lo acompañaba a buscar un enorme árbol para el Gran Salón, después se sentaba en la mesa de profesores (donde usualmente comía) y observaba a Minerva decorando el lugar con su varita.

El año en que la pelinegra cumplía once años, Albus no dejó que vaya a Hogwarts. Quería que recibiera su carta de admisión a la escuela y vaya a comprar sus libros como una estudiante común.

No estar en el castillo era aburrido. Si no fuera porque su padrino era un excelente bromista, se habría muerto de tristeza.

Ya en la vacaciones, el castaño le estaba mostrando su patronus a la pequeña, el cual corría por todo el jardín persiguiendo a una paloma. La niña reía, y de vez en cuando acariciaba al animal. A Lupin no le gustaba enseñarlo, puesto que le recordaba su condición y lo ponía de mal humor. Pero no pudo resistirse al ver los ojos suplicantes de su ahijada al decirle que quería verlo.

— ¿Qué patronus crees que tenga yo? — preguntó Lena mientras tocaba el pelaje azul del lobo.

— No lo sé ¿qué animal te gusta?

— Pues, me gustan todos... supongo que no tendría problema con cualquier animal que me toque. Hey, Lunático ¿me enseñas a conjurarlo?

El hombre soltó una risita. Hacía un tiempo que le había contado la historia de los Merodeadores y desde entonces lo llamaba así.

— Todo a su tiempo, Lenny.

La chica lo miró con cara de pocos amigos, pero sus gestos se transformaron rápidamente al ver que una lechuza de color rojizo se acercaba a la casa.

Cuando el ave aterrizó, pudieron notar el sobre amarillento con un sello rojo, la carta de Hogwarts había llegado.

Lena fue corriendo a retirar la carta y darle un dulce al animal. Estaba muy emocionada. No entendía por qué, había estado en esa escuela toda su vida. Pero sin duda esto era diferente. 

Abrió el envoltorio, encontrándose nuevamente con la entrada a su segundo hogar:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA. 

Director: Albus Dumbledore  

(Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, Confederación Internacional de Magos).

[EN PAUSA] Lena Dumbledore y la Piedra Filosofal. (LD1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora