21 No quiero dormir sola.

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Nos despedimos de ese médico arrogante y nos fuimos a casa. Obvio no podía sentarme bien a sí que me senté encima de Tyler que era el que iba detrás.

- Eres cómodo - dije riendo acostándome totalmente en el.

- Y tú un amante de las pizzas por lo que veo - respondió. ¿Me está llamando gorda?

- ¡Y tú un idiota! - respondí gritando.

- Pero amas a este idiota.

- Si - espera ¿qué? - digo no. - El rió.

- Ya bueno, princesa ayer te dormiste en mis brazos y dejaste que te bañara y que te pusiera el pijama, linda.

- Princeso, ayer estaba en un completo shock y no paraba de sangrar y de llorar. Además me hacía bolita y engancharme a ti fue lo más parecido a eso.

- Lo siento - se disculpó.

- Nada princeso.

- Me sangran los oídos cada vez que dices eso - dijo Marco que estaba al lado escuchándolo todo.

- ¿El qué? ¿PRINCESO? - él se tapó sus oídos y reí levemente.

- Sonreíste - dijo Luke contento.

- Pues con ustedes como no voy a sonreír - dije.

El camino fue agradable y a la vez largo a sí que me quede dormida de nuevo encima de Tyler. Tuve una corta pesadilla. Me despertaba por qué apretaban mi cintura como ayer, me giraba y era Liam. Entonces desperté llorando y aún no habíamos llegado.

- Tranquila, fue una pesadilla - Tyler me abrazo con cuidado y me dio un beso en el cuello. La parte de mí que tenía más cerca a sus labios.

- Lo siento.

- No fue tu culpa, solo me mataste de un susto pero no fue tu culpa - reímos.

Al llegar a casa les pedí que me llevaran a mi habitación y que Ari me ayudara a ponerme la inyección y la crema por el cuerpo. Accedieron y cerré la puerta con Ari ya dentro.

- Toma - le di la aguja - pónmela aquí - señale mi barriga.

- Eh... Puede que no te contara nunca pero le tengo fobia a las inyecciones y agujas - me respondió con una mueca horrorizada.

- No te la pondrán a ti. Pónmela a mi - contesté rodando los ojos.

- Pero me da miedo hacerlo, te podría hacer daño - se quejó.

- Tu sólo hazlo - pedí alargando la "o".

- No puedo.

- ¡Hazlo! - le grite.

- Bueno... - metió la aguja y pegue un grito de dolor lo cual saco la aguja rápidamente. - ¡Lo siento! - gritó.

- No debiste sacarla! - exclamé frustrada.

- Pero tú gritabas - acusó moviendo sus brazos exageradamente.

- Porque duele horrores - aclaré.

- ¡Cualquiera de los chicos que venga! - gritó y yo rodé mis ojos.

Del internado a vivir con 5 chicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora