20 Fantasma del pasado.

Start from the beginning
                                    

- Si - contestaron al unísono.

- Mira Cat - me dijo Sam señalando a un grupo de chicos - ¿Vamos con ellos? - preguntó divertida y asentí.

- Vamos - sonreí.

- Yo me quedo con mi chico. - avisó Ari.

- Bueno... - respondí no muy segura. No me hace gracia la idea de dejar a Ari sola en un sitio como este. Pero bueno, ella está con Jude.

Nos acercamos a esos cuatro chicos y nos miraban con unas sonrisas coquetas y miradas pervertidas.

- Hola bebas - nos dijo uno. - siéntense.

¿Bebas? ¿Y este chico quien se ha creado para llamarnos de esa forma a mi amiga y a mí? ¡Ni mi hermano me llama así!

- Nos quedaremos de pie, no veo ningún asiento más - dijo Sam un poco malhumorada por la forma en la que nos llamó ese chico.

- Tenemos piernas, ¿saben? - preguntó uno de ellos con una sonrisa pícara.

Sam y yo nos miramos entre nosotras. Al final, decidimos hacerles caso. Me senté sobre uno que parece alto, buen cuerpo, Moreno y ojos verdes. Sam se sentó sobre un rubio de ojos marrones, también muy guapo. De pronto el chico con el que estaba me agarro de la cintura.

- ¿Cuántos años tienes, mi amor? - me preguntó.

- 17, ¿Tú? - respondí nerviosa por la forma en la que lo dijo.

- 20, preciosa - me agarro más fuerte evitando que pudiera moverme.

- Linda, ¿cómo te llamas? - susurro en mi oído y me cosquilleó todo el cuerpo. Tiene una frialdad al hablar que da escalofríos.

- Cat. ¿Y tú? - respondí demasiado nerviosa.

- Liam.

Me giré a verlo. No me lo podía creer. Era el. No podía moverme. No lo había reconocido. Sus manos me apretaban cada vez más.

- ¡Liam suéltame!

- Ven. - me cargo como un saco de papas.

- ¡Ari ayuda! - gritaba pero ella estaba hipnotizada por Jude y este por ella.

- No grites preciosa.

Me subió a una habitación y me tiro en la cama. Yo intenté escapar pero me puso de nuevo ahí bruscamente, tanto que me hizo un poco de daño.

- No lo hagas más difícil niña. Me alegra volver a vernos. - dijo desabrochándose el cinturón.

Esa sonrisa de superioridad que se le formaba en la cara cada vez que nos hacía sufrir vino de vuelta.

- ¡No me hagas daño por favor! - estaba llorando.

- Quítate la ropa.

- ¡No! ¡Déjame en paz!

- ¡Te quitas la ropa o juro que te mato! - lanzó un latigazo al aire con el cinturón haciendo que pegase un grito.

Del internado a vivir con 5 chicos.Where stories live. Discover now