- ¿Desde hace cuánto no hacías un desayuno así? - se burló la joven.

- Ni lo sé – sonrió -, creo que cuando vivía con mis padres... - carcajearon las dos -. ¿Va todo bien?

- Sí… quería hablar contigo de unas cosas que tengo que resolver.

- Es sobre Adriel, ¿no? - la miró a los ojos y Daniella asintió mirando al suelo pensativa. Estaba dolida y necesitaba saber la verdad de muchas cosas -. ¿Cortado? - le preguntó y Daniella asintió.

Se sentó junto a la mesa de la cocina y Priscila le echó la leche en el café. La joven se lo cogió de las manos y se echó azúcar. Estaba recién hecho, y muy caliente. Sopló varias veces pensando en cómo empezar a preguntar sus dudas. Priscila la miraba todavía de pie, que seguía controlando que el agua hirviera. Llevaba su rubio pelo enmarañado en un moño medio desecho, como si se hubiese acostado peinada y se hubiese levantado así. Encima de su clásico camisón hueso portaba una bata de seda del mismo color. Miraba a Daniella y le preocupaba verla así, la quería mucho, pero también quería a su amigo Adriel.

- ¿Qué te ha hecho? - rompió el hielo mientras llenaba su taza de agua hirviendo.

- ¡Estoy harta!, Priscila – torció el labio y frunció el ceño en señal de enfado - ¿Conoces a Carol? - la escrutó con la mirada. Entonces la mujer se sentó en la silla que había enfrente de ella.

- Sí, la conozco - miró su taza y escurrió varias veces la bolsita llena de hierbas – . Si estás así por Carol, puedo decirte que no tienes que temer nada. No volverá con ella. Pero, si pretendes que se aleje, siento decirte que tendrás que soportarla por mucho tiempo.

- ¿Por qué? ¿Qué le pasa con esa mujer? - la miró extrañada, no podía comprenderlo.

- Mira, esto es muy complicado. No hay mucha gente que sepa lo que pasó entre ellos, sólo su familia y yo. No puedo decírtelo porque sé que Adriel se enfadaría, es algo de lo que no se siente orgulloso, más bien es una parte del pasado que le gustaría olvidar, pero no puede. No puedo decírtelo, Dany. Lo siento. Sólo te puedo decir que esperes a que él te lo cuente.

- Y… ¿tengo que soportar que ella lo llame a su antojo siempre que quiera?

- Ellos se separaron por una razón, que es la que no te puedo contar. Pero aparte de eso, ella lo quiere de una forma obsesiva. Sinceramente, tiene problemas psicológicos que tienen que ver con lo que pasó y, en cierta manera, su amor por Adriel la hizo volverse así. Él no puede apartarse de su lado porque se siente culpable, y cree que la solución es cuidar de ella - hizo una breve pausa -. Lo siento, pero no puedo decirte más.

- ¿Lo estás protegiendo?

- No. Yo sólo…lo entiendo – suspiró.

Las dos amigas bebieron de sus tazas en silencio. Priscila cogió una rebanada de pan y se untó mermelada, no solía ponerse mantequilla para no engordar más de la cuenta. Daniella, en cambio, se echaba bastante más mantequilla que mermelada. La joven no paraba de darle vueltas a la situación, necesitaba respuestas, y su amiga no la había ayudado nada, al contrario, la había hecho dudar más.

La tentación de VenusWhere stories live. Discover now