Capítulo 33

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Ese martes era todavía muy temprano cuando entró por la puerta. Sin hacer mucho ruido cogió en brazos a Daniella y la llevó a la cama, se había quedado dormida en el sofá esperándolo. Al parecer se retrasó más de lo debido, deseaba más que nada haber estado en la cama con Daniella en vez de estar con su exmujer, pero la cosa se había complicado más de la cuenta. Metió a Daniella en su cama sin desnudarla, para no despertarla, y la tapó con delicadeza ofreciéndole un beso de cariño en la mejilla. Después, se fue a la ducha y se vistió para ir a trabajar. Con todo lo que se había liado no le dio tiempo a dormir, sabía que ese día iba a ser largo y también era consciente de que Daniella le pediría algún tipo de explicación, de eso no había duda.

Daniella se despertó al oír la puerta del apartamento. Se sintió vacía y extraña, pues no sabía cómo había llegado hasta ahí y tampoco se acordaba de haber pasado la noche con Adriel. Al oír el portazo se percató de que él había estado en casa, además notó el rastro de su olor (de su piel limpia y perfumada). Era inconfundible su aroma. Se levantó y lo llamó, pero era absurdo, él ya no estaba. Miró la hora en el móvil y vio que era las ocho, entonces dedujo que se había ido a trabajar. Se sentía frustrada, la noche no fue como ella se esperaba, ni siquiera había podido estrenar el Babydoll que le regaló, y seguía vestida con la ropa del día anterior. Fue al salón, la mesa ya estaba recogida, y los platos estaban apilados en el fregadero de la cocina. Dudó en limpiarlos, no se lo merecía, pero necesitaba entretenerse con algo. Después de fregar los platos y dejarlo todo recogido, fue a por su bolsa, se había traído algo de ropa para ponérsela ese día. Se metió en la ducha y se vistió con unos vaqueros muy cortos y una camiseta verde ajustada al cuello que le quedaba bastante holgada, se calzó con unas sandalias cómodas con poco tacón y recogió sus cosas. Miró el móvil, tenía un mensaje de Adriel:

< Lo siento, me merezco todos los insultos del mundo. Te compensaré la noche tan pésima que tuvimos, te lo prometo.>

Daniella no contestó, no estaba de humor. Mucho se lo tenía que currar para que pudiera olvidar todo lo que había hecho, que no era poco: primero querer prohibirle trabajar en el club; luego insinuar que iban a jugar con otras personas en un futuro; y para colmo, dejarla tirada (y además excitada) por su exmujer. Tenía que estrujarse mucho la cabeza para hacer que cada uno de esos fallos se convirtieran en hermosos poemas para sus oídos. De momento lo tenía claro, se había levantado pronto y necesitaba hacer algo. Fue a ver a Priscila, tenía que hablar con ella.

Después de recorrerse gran parte de Madrid hasta llegar a la casa que compartía Priscila con Tony, era cerca de las once. Vivían en un barrio muy normalito, nada exclusivo ni particular. Tony, a pesar de cobrar bastante en el club, seguía siendo el chico de barrio de siempre. Su piso era muy acogedor, aunque bastante pequeño. Lo justo para vivir en pareja y no quitarse espacio. Daniella había avisado su visita antes de llegar, por si los molestaba o no estaban. Llamó al timbre y Tony le abrió la puerta con un simple boxer negro y el pelo alborotado. Sus ojos hinchados demostraban que se acababa de despertar.

- ¡Buenos días!

- ¡Buenos días! - dijo acompañado de un bostezo-. Pasa, Priscila está en la cocina preparando el desayuno.

- Vale.

Tony se marchó de nuevo al cuarto, a seguir durmiendo, y Daniella entró en la cocina para saludar a Priscila. La encontró calentando agua para sus infusiones diarias, estaba enganchada a esas hiervas hervidas. Sobre la mesa tenía varias rodajas de pan tostado para untar con mantequilla y mermelada. Había preparado todo un desayuno como si lo hiciera de continúo. Para Priscila era habitual a las tres de la tarde, no a las once de la mañana. No solía madrugar, a no ser que tuviera que hacer recados matinales como ir al banco. Esa semana tenía muchas cosas que hacer, pues tenía que llamar a los albañiles para que empezaran a restaurar el club, los dos hermanos pretendían volver a abrirlo en agosto para aprovechar el verano en la Azotea, pero solo quedaba dos semanas para que acabase julio.

La tentación de VenusWhere stories live. Discover now