33.

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La puerta de mi habitación estaba abierta; ni siquiera me había molestado en cerrarla cuando había llegado a casa del instituto. Me había tirado directamente sobre la cama, con la cara enterrada en la almohada y sin una pizca de intención de moverme de ahí hasta que fuera estrictamente imprescindible. Pero alguien acababa de entrar en casa -el sonido de un portazo en el piso inferior lo indicaba-, y ya fuera mi madre o Scarlett, no tenía ganas de hablar con nadie. Así pues, no tenía más remedio que levantarme y cerrar la puerta de mi cuarto si no quería que me vieran con estas pintas y me sometieran a un interrogatorio.

Suspirando más exageradamente de lo necesario, me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta. Los pies me pesaban y estaba físicamente cansada, pero nada se podía comparar con el cansancio que sentía dentro de mí. El ultimátum de Stiles me había dejado más rota de lo que estaba dispuesta a admitir, y es que nunca habría pensado que llegaríamos a un punto donde nos hablaríamos con amenazas.

Todavía no entendía por qué Stiles se había enfadado tanto conmigo. Sí, claro, era cierto que el hecho de que yo hubiera quedado con Aiden a sus espaldas no había sido mi movimiento más noble, pero no hacía falta ponerse como Stiles lo había hecho. Lo podíamos haber hablado como personas civilizadas y haber llegado a algún tipo de consenso, cualquiera que fuese, sin tener que acabar discutiendo como, de hecho, había pasado.

Supongo que la amistad que Stiles y yo habíamos formado era más importante para mí de lo que había imaginado, porque de verdad que me dolía en el alma haber acabado el día en esos términos. Ya no era solo que no me hubiera apoyado con el tema de Aiden, lo que claramente me había afectado, sino más bien la expresión con que me había mirado cuando me había dicho que tenía que elegir entre mi amor platónico o mi falsa relación con él. No, no solo mi falsa relación con él; estaba segura de que se refería a todo lo que habíamos construido, desde el primer momento de nuestra amistad hasta ahora.

Ya tenía la mano sobre el pomo de la puerta y estaba empezando a cerrarla cuando la cabeza de mi prima apareció tras una esquina del pasillo. Mierda, no había sido lo suficientemente rápida como para esquivarla. Si actuaba como si no pasara nada, quizá no se daba cuenta... Pero estábamos hablando de Scarlett; no se le escapaba ni una si de cotilleos se trataba.

—Tienes mala cara, prima —apuntó. Era rápida, la maldita—. ¿Ha pasado algo?

Sopesé la opción de mentirle y hacer aparentar que todo iba bien. Pero no tenía mucho sentido, ya que más o menos formábamos parte del mismo grupo de amigos, así que, de un modo u otro, acabaría por enterarse de lo que había pasado. Además, Scarlett era la única de ellos (aparte de ahora, Stiles) que sabía que ayer había quedado con Aiden.

Así pues, volví a abrir la puerta de par en par.

—Sí, bueno, se podría decir que algo ha pasado —afirmé.

Scarlett no necesitó más para pasar por mi lado y sentarse sobre mi cama al estilo indio. Dándole la espalda, inspiré profundamente y cerré la puerta para, acto seguido, girarme hacia ella de nuevo. Si había esperado que tuviera su típica expresión de reina cotilla, había estado completamente equivocada. Mi prima parecía sinceramente preocupada por mi estado de ánimo, aunque no podía dar nada por seguro hasta que le contara lo sucedido. Así que me puse a ello.

—¿Recuerdas que ayer quedé con Aiden? —Scarlett asintió sin ningún comentario, esperando a que siguiera explicando—. Pues resulta que Stiles se ha enterado y digamos que no le ha hecho mucha gracia.

—¿Es sobre eso de lo que habéis hablado esta mañana a la hora del almuerzo? —preguntó mi prima, mirándome directamente a los ojos. Parecía que no había segundas intenciones en los suyos.

Do we have a deal? || StydiaWhere stories live. Discover now