Día 7: Estrellas/Flores.

2.8K 369 132
                                    

Fue en una noche de verano, bajo un cielo estrellado el día que te conocí.

Estabas perdido, al parecer estabas buscando un gato que viste pasar, lo seguiste y terminaste dentro del bosque, sin saber cómo regresar.

Te ofrecí mi ayuda, pero la rechazaste porque eras muy terco para aceptar que estabas perdido. Decidí irme y al final, me seguiste.

Me dijiste que te llamabas Keith.

Era un lindo nombre y no podía creer que alguien con tan bonito nombre tuviera una personalidad tan salvaje como la tuya. Al principio me caías mal.

Todo ese verano en el campamento te odié.

Cuando terminó fue como un milagro, no volvería a ver tu espantosa cara.

El año siguiente mi familia volvió a mandarme al mismo campamento.

Y también fuiste tú.

Quizá porque había pasado un año fue que nos empezamos a conocer mejor, seguías siendo un impulsivo acaparador de mierda, pero ahora te conocía mejor y comenzaste a agradarme.

Al verano siguiente también regresamos al campamento, y los años siguientes.

Nuestra relación como amigos fue mejorando con forme los veranos pasaban.

Las peleas continuaron, era difícil tratar contigo, pero al final de cada discusión terminábamos sonriendo, como los mejores amigos que éramos.

Para el quinto verano, ya nada fue igual.

Con diecisiete años éramos los mayores y no podíamos regresar al año siguiente.

"no te volveré a ver" me repetía seguido, porque ambos vivíamos muy lejos y sólo podíamos estar juntos en aquel campamento.

Había muchas formas de seguir manteniendo contacto, lo sabía, pero no era lo mismo. No podría verte el próximo año, ni los siguientes a ese. Dolía porque eras mi mejor amigo amigo.

Sin embargo, ninguno habló del tema. Como costumbre nos dedicamos a disfrutar de ese campamento y de ese verano que sería la última vez que estaríamos juntos.

A paso lento, la última noche llegó.

Se asaron malvaviscos, contamos historias y nos dieron un collar para demostrar que habíamos estado en el campamento. Sin más, el coordinador Shiro nos mandó a dormir. Antes de llegar a mi cabaña respectiva, me hablaste y dijiste que querías enseñarme algo. A las dos de la madrugada tenía que buscarte.

Lo hice.

Cuando te encontré hiciste te siguiera con cuidado de no ser vistos. Pasamos por un camino, donde observé árboles pintados con puntos rojos en una señal de camino. Me reí porque no solías tener buen sentido de la orientación y aquello eran señales que habías hecho para no perdernos conforme nos adentrábamos al bosque.

Esa noche ni siquiera llevamos linterna, la luz de la luna fue suficiente para alumbrar hasta que llegamos al lugar que me querías enseñar.

Un prado lleno de flores silvestres.

Lo recordé.

En aquel prado fue el día que conocí, cuando teníamos doce años.

Sonreíste al darte cuenta que no lo había olvidado.

Decidimos acostarnos sobre las flores y mirar las estrellas un rato. Sería nuestro último momento juntos, porque la mañanita siguiente regresaríamos a casa. El verano había terminado y con él (aunque me tomase trabajo aceptarlo), nuestra amistad.

KlanceWeek2016Where stories live. Discover now