El pasado 2

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El silencio se extendía en el enorme salón junto con una muy ligera brisa helada. En uno de los 6 pedestales se mantenía la diosa lunar, con su típica apariencia fría y mirada neutra. Sin embargo, aquel delicado y casi imperceptible cambio de temperatura, dejaba ver que no todo estaba del todo bien en sus pensamientos y en su estado de ánimo. No estaba controlando del todo su poder. Esa pequeña fuga de aire representaba la llovizna en su cabeza, aunque en realidad se tratara de una enorme tormenta de nieve.

Uno a uno fueron llegando los demás dioses, todos en silencio absoluto, solamente dedicándose miradas confusas entre ellos. Que Ayla hubiera solicitado sus presencias tan repentinamente, era algo que definitivamente no solía suceder. Pero ninguno tenía ni la más mínima sospecha de que la causa era que ella mantenía en su poder a la mismísima confirmación de la antigua profecía.

Una vez todos se encontraron en sus respectivos lugares, la elegante diosa se levantó, con la barbilla levemente alzada y la mirada puesta sobre los presentes.

— Bienvenidos. — pronunció con un tono cordial. — Pido disculpas si los he tomado en una situación difícil con mi llamado, pero he solicitado su presencia con urgencia a causa de un importante anuncio que debo darles. — las miradas curiosas no se hicieron de esperar, pero tendrían que aguardar unos momentos más. — Pero antes de eso debo de comentarles un par de cosas que vienen de la mano con esto. Sabemos con certeza que nuestros hijos fueron corrompidos, que la mayoría de creaciones han sido envenenadas. —  Muecas de pena y disgusto se extendieron.

Todas sus acciones y sus intentos claramente fallidos por remedir las crecientes situaciones los tenían agobiados y rayando en el colapso nervioso. Tanta sangre derramada, tantos muertos, tantas familia destruídas; todo eso es con lo que habían intentado lidiar día a día.

La espera por la diosa esperada estaba siendo demasiado difícil, ¿se aparecería cuando incluso ellos perdieran la luz?

— Pero no es creíble que nos hayamos dado por vencidos, que la oscuridad nos haya llevado la delantera siempre. Que ahora solo nos hayamos limitado a mirar con temor como todo empeoraba, esperando una solución que no sabíamos cuando iba a llegar. Somos quienes estamos a cargo del mundo, de los humanos, de todo lo que el a creado. —  un ápice de reprimenda se distinguió en su inexpresiva voz. — Así se nos fue ordenado y en el tiempo en que no la tuvimos no supimos ejercer. Espero que con lo que se viene ahora, tomemos mejores decisiones, porque de esto depende el mundo. —

El representante de los bosques se levantó de su pedestal con el ceño hundido en curiosidad, dando lugar por fin a la pregunta que todos esperaban escuchar tras el discurso dado.

— ¿A que te refieres con "no la tuvimos" ? ¿Qué intentas decirnos? —

Posicionándose más derecha respiro profundo. Una carga enorme recaía sobre sus hombros, sabía que podía perder lo que más amaba, pero la negación no era ni siquiera una posibilidad. El destino le había dado la oportunidad de ser partícipe de la reinvindicación del mundo. La criatura que había resultado del amor entre Ciaran y ella, era la de la profecía. Aunque todo era tan confuso. ¿No se suponía debía de ser solamente luz? ¿Por que él había nombrado a esa niña? ¿Por qué aquella que ya estaba contaminada? No estaba sometida y la maldad la habitaba debido a su padre. Dormía pero era verdad que en algún punto despertaría.

La diosa sentía miedo por su niña y a la vez se sentía culpable. Sabia que a la larga la maldad en ella podría perjudicarla, consumirla, dejándola sin aquel que podría amar. Pero en su profunda devoción, se había cegado alrededor de la existencia de aquel joven que había tenido la desdicha de tener a la bebé como pareja destinada. Él era quien podría cambiarlo todo, ¿pero él que podría impedir su naturaleza? Rogaba por ello.

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