-Señorita Beckett... Es una proposición un tanto... Directa eh.

Kate se sonrojó al máximo y agradeció que él no pudiera ver, sin embargo de nuevo el silencio se instaló entre ambos.

-Entonces... ¿Pruebas conmigo?

-¿El qué?

-Imagínate que yo no sólo soy yo, también soy Jake, soy Lily, soy Grace, Megan, Jack, Luke, Cory... Soy todas esas personas que estaban pendiente de ti, sin embargo sólo soy un pobre ciego que te escucha, no te observa... y mucho menos te juzga... Inténtalo Kate.

-Estaba... Estaba en la playa en Sydney. -Miró a Castle quién a su lado, la escuchaba en silencio, encarándola- Hace dos años casi, yo jamás pensé que esto me pasaría... Estaba con una tabla de surf... Y de repente caí de ella y sentí un dolor tremendo en el gemelo...Había mucha sangre y un tiburón...

Castle entrecerró los ojos y ahora fue su turno para golpearla. Le dio justo en el brazo, pues aun sin saber sabía perfectamente en que lugar estaba sentada la chica.

-Auch...

-No me tomes el pelo, Pata de palo.

-Serás...

-¿Pensabas engañarme? ¿A mi? ¿Contando una historia a un escritor?

-Un escritor que ya no escribe...-murmuró Kate, haciéndole callar de golpe. Kate sabía que había dado justo dónde más le dolía y al momento se arrepintió.-Rick...

-Creo que deberíamos volver a dentro.

-Castle...

Castle no dijo nada, apoyó su mano en el hombro de ella y ella no dudó un seguro para ayudarle a levantarse. En silencio y a una corta distancia el uno del otro, ambos entraron en la sala dónde uno de sus compañeros estaba hablando.

Durante lo que restaba de reunión nadie volvió a presionar a Kate para que compartiera su historia... Aquello tomaba un proceso. Tampoco Castle le insistió mucho más, ni siquiera en el coche.

Ambos hablaron de un tema trivial que surgió mediante un programa radiofónico como si no pasara nada. Por suerte, ambos estaban más relajados.

Cuando llegaron hasta el portal de él, como siempre se despidió y Castle sin ayuda, bajó del coche sin invitarla a un café.

Kate esperaba aquella invitación. Esperaba poderse redimir, poderse disculpar con él y además, necesitaba estar con alguien como él, alguien que podía llegar a comprenderla a la perfección.

Suspiró viéndole entrar en su edificio y arrancó de nuevo, incorporándose a la carretera.

Tras haber aparcado su coche en la plaza que el ayuntamiento le había otorgado frente a su edificio, gracias a su discapacidad, Kate bajó del coche y empezó a caminar calle a bajo, sin un destino concreto.

Anduvo durante horas por su barrio, tomó el metro y dio vueltas por Manhattan sin sentido.

Su pierna empezaba a doler, pero a ella no le importó. En su interior se repetía una y otra vez que se merecía ese dolor.

Entró en varios bares y estuvo apunto de acabar con el suministro de Whisky de cada uno de ellos mientras que los iba cerrando.

Había perdido la noción del tiempo, por lo que Kate anduvo de regreso a su casa paseando como si nada, casi dando tumbos por culpa del alcohol, hasta que se encontró con un par de vagabundos y maleantes que estaban discutiendo con un policía.

Ella no pudo evitar acercarse, sobretodo cuando vio lo que cargaban con ellos.

Alzó su vista y comprobó como sus pies la habían dirigido hasta casa de él. No era casualidad.

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