Capítulo 8

166 17 0
                                    

N/A: Yay! Lo siento, cada vez me salen más cortos jajaja por eso este lo actualizo más rápido. Gracias por leer y Gracias por comentar, y por supuesto espero que disfruteis este capítulo por que me gustó mucho escribir la segunda parte...

.
Cuando Lanie empujó la puerta del apartamento de su amiga, lo último que esperó encontrarse era aquello.

Kate le había dejado unas llaves por una emergencia. Y sin duda, ella pensaba que lo era. Hacía un par de días que no respondía sus llamadas y que no daba señales de vida. La forense estaba preocupada.

Al abrir la puerta del apartamento de Beckett, se encontró con lo que parecía que un tornado hubiera arrasado.

-¿Kate?-preguntó.

-¿Lanie?-escuchó como contestaba su amiga, gritando desde el baño.

De repente comprendió a que se debía el desorden del lugar.

Un perro de color marrón chocolate y de ojos azules corría hacia ella como si no hubiera mañana. Iba empapado e iba empapando todo a su paso.

Cuando llegó frente a ella, se sacudió mojándola.

-Oye-se quejó- No me mojes-dijo con tono divertido. Se agachó frente al animal, quedando de rodillas y éste se abalanzó sobre Lanie intentando lamer sus manos.

Alzó la vista cuando escuchó a Kate acercarse.

La muchacha llevaba el pelo recogido en un moño desarreglado, gafas de pasta rojas que solía utilizar para leer, unos vaqueros rotos y una camiseta de un grupo de música que ni siquiera Lanie era capaz de reconocer. Lo que más le sorprendió fue las marcadas ojeras bajo sus ojos. Al fin y al cabo, pensaba que desde que iba a las reuniones descansaba y dormía mejor.

-¿Quién es este pequeño?

El cachorro movía su cola y ladró varias veces mientras se volvía a encaramar sobre las piernas de la afroamericana.

-Mi nuevo amigo-Kate intentó agarrarlo para que dejara de moverse y mojar todo.

Lanie frunció el ceño. El tono que Kate había utilizado no era de una persona feliz por la compañía de una mascota.

Miró alrededor. El suelo estaba sucio, tenía papeles de revista roto por todos los lugares, un cojín despeluchado, comida de perro, un par de juguetes de perro, unos cuantos recipientes de plástico roídos, un hueso mordisqueado , un cepillo, una correa, e incluso una pequeña cama para el animal.

Sobre el sofá había ropa arrugada y sobre la mesa una caja de cereales vacía, un par de latas de cerveza y una botella de zumo semi vacía.

-¿Todo esto lo ha hecho él?

Kate miró la mesa.

-Yo le he ayudado... No he tenido tiempo. Es horrible... Cuando recojo algo, este monstruo... Lo desordena al momento.

Lanie tuvo que controlar su risa.

-Pero... No comprendo... ¿Qué haces con un cachorro?

Kate suspiró.

Contuvo al animal como pudo ya que a pesar de apenas tener cinco meses y un peso de 11kg como le había confirmado el veterinario, tenía muchísima fuerza.

Lo llevó de regreso al baño para terminar de bañarlo con ayuda de su amiga.

Después de que todo aquello se volviera en una Odisea, el perro, reluciente y por fin seco se recostó en el sofá tras haber mordisqueado unas zapatillas de Beckett.

The Softer Side Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt