Capítilo 17. Los cuatro hermanos: Quién es él

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Para ser sincera nunca pensé que haría eso, mi plan había tenido un ligero retraso y salir se me había hecho casi imposible. Mi respiración se relajó en el momento que llame un taxi y este me paro. No estuve totalmente tranquila hasta que ya estuvimos en marcha.

***

Había hecho una parada en Baker necesitaba dinero y cambiarme de ropa. En lo que no había pensado era que Sherlock tiene ojos y oídos por todos lados, quisiera o no, él ya tenía la confianza de todas estas personas, yo no. Yo era la nueva en el departamento y aún en la vida de todos los que me rodeaban, venia bajando cuando apareció mi primer obstáculo: La amable y buena casera, la Sra. Hudson.

—Querida, John me pregunto si estabas aqu — los adorables ojitos no me convencían esta vez — Además escuche a Sherlock muy preocupado — Claro, por el momento su principal testigo estaba perdido.

—No se preocupe Sra. Hudson estaré muy bien, si alguno de ellos dos vuelve a llamar dígales que sé lo que hago... Ah y dígale a Sherlock que yo soy mi propio testigo — Ella solo me observo con el ceño fruncido.

Cuando salí me metí de una sola vez en el taxi, notaba que el conductor no comprendía a la loca mujer que llevaba por pasajera. Además, con ese esparadrapo en el rostro no me ayudaba para nada en la presentación personal. No sabía por qué, pero la única ayuda que encontraba era en alguien que declaraba ser mi enemigo. Más allá de las estupideces que Mycroft pudiese decir, o hacer, muy en el fondo le tenía confianza, aunque él se empeñaba en matar constantemente esa pequeña parte de mí.

***

El taxímetro había contado demasiado dinero para mi gusto, soltar 250 libras en la mañana sin haber desayunado no es nada grato. El club Diógenes un imponente edificio que adentro solo tiene gente sofisticada e importante, no sabía cómo habían aceptado a Mycroft entonces... El gobierno británico manejado desde un sillón.

La política de total silencio la detestaba, pero aquí era mejor mantenerla, en la CIA se conocía muy bien dónde encontrar a Mycroft en un tiempo de angustia. Busqué al recepcionista y lo encontré muy ocupado leyendo el periódico mientras se tomaba un café, era, como muchos otros, un hombre mayor con barba y pelo cano que utilizaba lentes. Toqué la campanita de pedidos con mucho cuidado.

Él me observo. Preguntando con la vista que era lo que quería.

Empecé a decirle con el lenguaje de señas lo que necesitaba. Me equivoque varias veces, tanto que  el hombre mejor me paso un lápiz y papel.

Quisiera poder ver al Señor Mycroft Holmes. Sí se puede lo más rápido.

Pase la nota, él me miro y luego garabateo una respuesta en el papel.

Sir Mycroft ya está en su despacho. Pero necesito su autorización. Para que pueda pasar, si espera 5 minutos alguien puede que la escolte.

Asentí con la delicadeza de una dama, pero con la firmeza de una guerrera, este era quizá el único lugar en el que actuaría así. El recepcionista llamó a un mozo que llevaba una bandeja, inmediatamente al recibir el recado fue a cumplir su deber. Yo espere parada no tenían asientos para las personas como yo.

El hombre mayor me observaba de pies a cabeza, seguramente evaluando mi vestimenta, luego agacho su cabeza y lo vi escribiendo algo, sentí un poco de nerviosismo, no podía sacarme por vestirme como lo hacía usualmente. En un instante me paso otro papel.

Espero no se sienta ofendida. Pero, es una lástima que alguien como usted.

Con su porte y carácter, no tenga el deseo de parecer una dama.

My Reflection (Sherlock) (En edición) Where stories live. Discover now