20. Una entidad misteriosa

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Hallie descubrió, para su horror, que Eiden era incluso más hermoso en la mañana. Sus pestañas eran largas y casi invisibles, su rostro pecoso (desde donde estaba podía ver esas pecas con lujo de detalles) lucía relajado bajo la luz de la mañana. La chica se perdió en el rostro del muchacho, lucía como una persona completamente distinto en aquel estado. Se preguntó cuánto había sufrido al perder a Marina y cómo se había sentido al verla de nuevo, ¿Habría querido gritarle? ¿Llorar? ¿La habría resentido? ¿Cómo se había sentido en ese entonces? Era difícil saberlo.

Todo en él dejaba en claro que estaba completamente sumido en un relajado sueño, lo cual no sería un problema si no fuera porque Hallie estaba justo debajo de él. El chico la duplicaba en peso y tenía una pierna y un brazo completamente envueltos en ella, que habían proporcionado un calor agradable en el Monte de Myles pero allí , en la selva, no resultaba especialmente emocionante.

—¿Eiden?— murmuró ella y el chico soltó un suave zumbido de placer antes de acomodarse aún más cerca de ella. Hallie sintió otra oleada de calor a través de todo el cuerpo, pero ésta vez se sintió completamente distinta y vibró directamente hacia la parte baja de su estómago. Por los Dioses, esto será un problema. Pensó la chica y apretó los dedos de sus pies contra las sábanas en un intento de relajarse.— Eiden es hora de levantarnos.

Como toda respuesta, chico arrugó la nariz y fue un gesto tan espontáneo que Hallie estuvo a punto de besarlo. Eiden abrió los ojos lentamente y la observó. Le tomó un momento comprender lo que estaba sucediendo, la chica pudo ver la transición de su mirada confusa a la realización de que ella estaba efectivamente allí a su lado.

—Hola— dijo finalmente.

—Hola— contestó ella y sonrió.

Eiden la observó por otro instante.

—Eres hermosa.

Hallie se sintió enrojecer y se incorporó sobre uno de sus codos para taparse el rostro con el dorado cabello.

—No digas cosas como esa— murmuró Hallie y, cuando él se rió y le mostró aquel adorable hueco entre sus paletas, la chica supo que no sería capaz de ser fuerte por mucho más tiempo.

—¿Por qué? Es cierto.

—Porque me hacen querer besarte— contestó ella y la sonrisa de Eiden desapareció.

El ambiente en la habitación pareció cambiar de un momento a otro, como si de pronto él también hubiese sido consciente de lo cerca que estaban el uno del otro. La mirada de Eiden se dirigió inmediatamente a sus labios y luego a su cuello y a su hombro, donde la tira de su camiseta de dormir se había deslizado y caía sobre uno de sus brazos dejando más piel expuesta de la que debería. El chico tragó sonoramente y asintió.

—Tengo que darme una ducha fría— decidió y Hallie asintió antes de reír para intentar disimular su decepción.

—Ocúpate de eso, iré a ver a los demás.— Contestó ella y Eiden finalmente se separó para dejarla ir, aunque se aseguró de mantener las sábanas cubriendo estratégicamente la zona de su cintura. Eiden ya había admitido estar con otras chicas pensando en ella, ¿Lo haría ahora en la soledad de la habitación? Hallie volvió a sentir una oleada de calor ascender hacia su rostro y agradeció que la habitación estuviera ocupada por Eiden, porque no sabía que hubiera hecho ella de no ser así.

Decidió despejar su mente y seguir el sonido de las voces murmurando en la cocina. Myles y Kaia ya estaban allí, aunque no lucía como un ambiente particularmente agradable. Myles estaba apoyado contra la mesada vistiendo un pantalón de pijama a cuadros blanco y negro y una desgastada remera negra que le quedaba demasiado grande. Tenía el cabello negro despeinado en todas direcciones y unas largas ojeras que indicaban una mala noche de sueño. Si a Hallie le gustaran los chicos de aspecto rudo y rebelde, definitivamente hubiera tenido algún tipo de crush por Myles. Emanaba un aura peligrosa y misteriosa incluso en sus pijamas, y sus ojos observaban a Kaia cocinar con una intensidad que resultaba casi abrumadora.

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⏰ Última actualización: Mar 13 ⏰

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Agua: La Maldicion De Poseidón | 1° Saga ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora