16. Negociando con un Dios

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Ese día, Hallie descubrió algo curioso: había recepción de telefonía celular en el Inframundo. Lo comprobó al revisar la hora y confirmar que habían pasado ya quince minutos desde que habían abandonado a Cerbero en la entrada y se internaron en el estrecho pasillo que les daba la bienvenida oficial al reino de los muertos. Eso les daba treinta minutos exactos para negociar con Hades antes de tener que emprender el camino de vuelta o Cerbero haría cumplir su palabra.

Fue perfectamente consciente en ese entonces de que no hubiera sido capaz de emprender esa aventura por su cuenta. La presencia segura de Eiden liderándolos y la calma silenciosa de Myles cuidado su retaguardia era suficiente para mantener sus nervios a raya y la motivaban a ponerse a la altura: quería que ellos también pudieran confiar en ella para ser capaz se cuidarlos y protegerlos llegado el momento. Si había algo que Hallie detestaba, era la posibilidad de ser una molestia.

Fue justo en ese momento que el pasillo terminó y un gran salón se extendió ante ellos. Desde donde estaban solo podían ver una alfombra oscura en el centro de la habitación y, ambos lados, lo que parecía un acantilado.

—Hagan lo que hagan, no pisen fuera de la alfombra— indicó Eiden y, sin mirar hacia atrás, tomó la mano de Hallie.— Los muertos se los llevarán con ellos si lo hacen.

—Mira al frente, Hallie, es más fácil de esa manera— agregó Myles y la chica comprendió rápidamente que ella era la única allí que no sabía lo que había que hacer.

Sin decir una palabra, asintió y se concentró en el cabello de Eiden, que resaltaba mucho en contraste con el resto de la habitación.

Los tres avanzaron a través de la alfombra negra y Hallie se concentró en la habitación frente an ella. Columnas de piedra enormes se perdían en el techo de lo altas que eran y el frío allí era tan estremecedor que Hallie deseó que el Inframundo fuera tan cálido como las historias decían. Lo único que evitaba que temblara era la ya familiar calidez de la mano de Eiden sujetándola, el pulgar de chico acariciando el dorso de su mano para tranquilizarla.

En un momento dado Hallie cometió el error de mirar a sus pies. El efecto fue inmediato: cientos de espectros parecieron emerger de aquel oscuro acantilado produciendo un efecto que hizo que Hallie se mareara y se tambaleara hacia un costado.

—¡Espera!— comenzó a decir Eiden pero Hallie ya había aflojado su mano y se estaba cayendo en dirección al vacío.

Hallie gritó y observó a las manos estirándose para recibirla, para llevársela con ellos. Se llevó ambas manos a la cara y esperó a que aquellas manos bífidas la tomaran y la arrastraran a las profundidades, pero eso no sucedió.

Se había quedado suspendida a mitad de camino, cómo si estuviera siendo sostenida en el aire por una pared invisible.

Myles. Comprendió rápidamente y su mirada se dirigió hacia el hijo de Eolo. El chico tenía una mano estirada hacia ella. Solo tuvo que girar su muñeca y colocar su palma hacia arriba y automáticamente la chica fue arrastrada de vuelta a la pasarela.

Eiden dio un paso hacia an ella, su rostro pálido pero aliviado, sin embargo Hallie se volteó y se dirigió hacia Myles.

—Gracias— murmuró la chica y le dio un abrazo. Myles no lo devolvió el gesto, pero tampoco la apartó. Fue ella quien se recompuso finalmente y dirigió su mirada a Eiden.— Terminemos con esto de una vez.

Hades se encontraba sentado en su trono, el cual estaba al final de la larga alfombra. El trono era tan grande que se perdía en las alturas, al igual que las columnas de su salón y estaba hecho de huesos humanos. Algunos eran completamente blancos y otros aún conservaban la carne putrefacta de sus dueños, haciendo que el lugar tuviera un olor espantoso que amenazó con doblar a Hallie en dos.

Agua: La Maldicion De Poseidón | 1° Saga ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora