¿Y mi princesa?

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Le dolía la cabeza. Eso fue lo primero en lo que pienso Francis nada más abrir los ojos. Fue entonces cuando recordó todo lo que había pasado la noche anterior. Se levantó de un salto tenido que sujetarse la cabeza porque el dolor aumento de forma brusca. Estaba en la habitación de hotel que compartía con sus dos amigos y no estaba solo. Tanto Antonio como Gilbert estaban a ambos lados de su cama esperando a que despertara. El movimiento que hizo Francis al levantarse despertó a sus amigos que al verle despierto sonrieron ya tranquilos.

-¿Cómo te encuentras?

-Me duele la cabeza horrores.

-Normal, ese ruso te reventó la botella en la cabeza.

-¿Y Maddie?

Ambos amigos callaron ya que no sabían de la suerte que había sufrido a la rubia después de que el ruso se la llevará a rastras.

-¿Y Maddie?

El francés se asustó al ver el silencio de sus amigos. ¿Y si le había pasado algo a la rubia? ¿Y sí el ruso le había hecho daño? Tenía miedo de que el ruso se hubiera sobrepasado con ella por haber estado con él. Lentamente y con mucho cuidado se fue levantando de la cama para ir a ponérselo decente y salir en su busca. Pero sus amigos se lo impidieron.

-Francis tranquilo.

-Ella estará bien.

-Tengo que ir a bucarla.

-Si vas a buscarla de esa forma acabarás en el hospital otra vez.

El francés se lo pensó dos veces antes de contradecir de nuevo a sus amigos. Fue entonces cuando pidió a ambos chicos que la buscasen por él y que le informasen en todo momento de lo que sucedía. Durante varias horas,  Francis intentó distraerse con lo primero que se le ocurría: leer un libro, ver la televisión, escuchar la radio, pero ninguna de esas cosas alejaban a su mente de pensar lo que le había podido pasar a su princesa.

Mientras que el francés se desesperaba, sus dos amigos había ido hasta el lugar donde se había celebrado la fiesta, la residencia Kirkland, pero cuando preguntaron por Maddie o por Alfred nadie les contestó. Después de haber caminado durante horas se pararon a tomar algo en un take away. Su mayor sorpresa fue encontrarse a un castaño claro con gafas y un curioso rulo en la cabeza. Ambos amigos se miraron y sonrieron.

-Alfred.

-Jones

El chico se giró al escuchar su nombre y al verles les invitó a acercarse. El chico vestía muy distinto a como iba la noche anterior. Esta vez vestía unos pantalones marrones y una chaqueta de aviador. Delante de los chicos estaba animado pero se le notaba algo cansado. No fue hasta que salieron del establecimiento cuando Antonio le preguntó por su hermana. El rostro del americano se ensombreció asustando a los dos amigos.

-¿Qué le ha pasado a tu hermana?

-¿Le hizo algo el ruso ese?

-Maddie está bien. Esta en mi apartamento.

-¿Podríamos verla? Tenemos que hablar con ella.

El americano dudó por un momento pero después asintió. Durante el camino, Alfred les contó que en su anterior cumpleaños, su padre le había presentado a Natasha una chica un tanto peculiar. Siempre estaba pegada a él convirtiéndose en su stalker personal. Tanto era su obsesión con el que una vez amenazó a su hermana por estar demasiado tiempo a su lado. Lo que solo Maddie sabía,  es que el llegaba dos años saliendo con su novia Chung Lien, una chica vietnamita que conoció en la universidad. Ambos chicos se sorprendieron y le dieron un golpecito amistoso en la espalda. Poco después llegaron al apartamento que estaba compartiendo en ese momento con su hermana.

-Antes de entrar os pido que no la bombardeeis con preguntas sobre lo que pasó, ¿Entendido?

Los dos asintieron y les dejó pasar. Sentada en el sofá se encontraba el pequeño cuerpo de la chica. Sobre sus hombros descansaba una manta mientras que sus pies estaban subidos en el sofá y entre sus brazos un oso de peluche bastante desgastado. Alfred se acercó a ella y lentamente colocó su mano sobre el hombro de la chica. La rubia se tensó un momento para después relajarse.

-Maddie, tienes visita.

Maddie se giró hacia los chicos y al verles sonrío levemente. Los chicos se preocuparon al ver que Maddie tenía los ojos rojos y unas señoras ojeras. Antonio se sentó a su lado mientra que Gilbert se sentó de rodillas delante de ella.

-¿Estas bien Maddie?

-Si, por suerte no me hizo nada.

-Menos mal, sino Francis le hubiera matado.

Al escuchar el nombre del francés,  la canadiense saltó como un resorte. En todo este tiempo se había estado preguntado que le habría psdo al francés desde el momento en el que Ivan se la llevara en contra de su voluntad.

-¿Cómo se encuentra Francis?

-El esta bien. Nos pidió que te buscaramos.

Maddie no pudo evitar sonrojarse por eso. Tenía miedo a salir a la calle y encontrarse o a su padre o a Ivan, pero si Francis la estaba buscando, tendría que hacer un esfuerzo. Se levantó del sofá y fue casi corriendo a su habitación dejando sorprendidos A los presentes. Alfred sonrío al ver a su hermana de esa forma mientras que los otros dos se miraron sin comprender lo que acababa de pasar.

POV FRANCIS

Habían pasado ya tres horas y media desde que Toño y Gilbo se había ido a buscar a mi princesa. Por más que intentase recordar algo de la noche anterior, solo logró alcanzar que estuve a nada de rozar los que seguramente serian los labios más suaves que jamás hubiera podido besar. Maddie. No se me iba de la cabeza ni su sonrisa, ni sus ojos, ni su bello sonrojo. ¿Sería verdad que yo, Francis Bonnefoy, me hubiera enamorado de ella? Necesitaba volver a verla para poder confirmarlo. El sonido de la puerta me confirmo que mis amigos acababan de volver. Me incorporé para verles en cuanto entraron entraran en la habitación. Pero no lo hicieron. Sólo les escuchaba hablar con alguien en bajo.

-¿La habéis encontrado?

Silencio

-Decidme algo.

Silencio. Escuché los pasos de alguien acercándose a la habitación. Tan harto estaba de que no me dijeran nada que acabé gritando lo que sentía y pensaba.

-¿Y mi princesa?

Mi princesa apareció con su rostro totalmente rojo. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue extender los brazos a lo que ella respondió lanzándose en la cama y abrazarme quedándonos así durante un buen rato.

CONTINUARÁ

Enamorando a la princesaWhere stories live. Discover now