Me niego

23 3 0
                                    

En el momento que en esa sala se escuchó la noticia que Arthur Kirkland había lanzado, todo el mundo empezó a aplaudir y a felicitar a la pareja. Realmente, un grupo no aplaudía. Eli, Tesha, Alfred, Antonio, Gilbert y, sobre todo, Francis, se habían quedado con la boca abierta ante eso. Por su parte, Maddie buscaba con la mirada a alguien que conociera y así poder salir de allí. Ivan la llevó de la mano, más bien tirando de ella, la fue llevando por todo el salón recibiendo la enhorabuena de todo el mundo. La rubia aún buscaba entre la multitud a alguno de sus amigos cada vez más desesperada. Deseaba que todo lo que estaba sucediendo fuera un mal sueño. Deseaba abrir los ojos y encontrarse con los bellos ojos azules del francés. Tan metida estaba en su lastimosa realidad, que no se dio cuenta de que se habían parado y que el ruso había soltado su mano. Quiso huir, pero no podía moverse, ya que a su alrededor había un montón de gente. Sintió un pequeño tirón en su mano y se giró para ver quién era. Hizo un amago de sonrisa al ver esos ojos verdes y cabellos rojos de su tío Scott. Le abrazó sintiéndose segura de nuevo. Ivan al verlo tiró de ella hacia él, pero Scott se lo impidió.

-¿Qué pasa?

-¿Qué te pasa a ti?

-Ivan-. Maddie intentó calmar a ambos pero ninguno la escuchaba.

-¿Qué hacés abrazando a mi prometida?

-No debería darte ninguna explicación chico.

-¿Cómo que no? Es mi prometida. ¿Es que estas sordo?

-Y también es mi sobrina.

Se había hecho el silencio en la sala debido a que los dos hombres habían alzado demasiado la voz. Maddie se encontraba en una situación de seguridad inestable debido a la presencia de su tío, pero en esta ocasión, no ayudaba mucho. Ambos temperamentos, tanto el de Scott como el de Ivan chocaban entre sí, pudiendo ocasionar una guerra en la cual ella se encontraba en medio, literalmente. Los asistentes a la fiesta volvieron a hablar entre ellos calmando un poco el ambiente, pero donde se encontraba la rubia seguía algo tenso.

-¿Su sobrina?

-Si, mi sobrina

-Ivan, el es mi tío Scott.

-Sir, Scott Kirkland para ti

-Disculpeme, es que como se parece tan poco al señor Kirkland...

-Ese mentecato de Arthur y yo jamás nos pareceremos.

Scott le había cortado en el momento que dijo esas palabras. Para Scott que le compararan con su hermano Arthur era el mayor insulto que le podían hacer debido a algunos acontecimientos que sucedieron en el pasado.

-Bien, ¿Puedo ahora hablar con mi sobrina en privado?

-Claro señor Kirkland

-Sir Kirkland

El pelirrojo cogió del brazo a la rubia y poco a poco fueron saliendo de la marabunta de gente hasta llegar al balcón donde había estado antes con Francis. Una vez allí, su tío la abrazó y la chica rompió a llorar ocultando el rostro en su pecho. Eran demasiadas las emociones que había sentido en esa noche, tantas que habían acabado desbornandola.

-Tranquila pequeña.

-No entiendo porque ha hecho esto.

-Yo tampoco pequeña, pero tranquila, todo esto se arreglará.

Se escuchó a alguien gritar el nombre de la rubia y ambos se giraron. Corriendo hacia ellos aparecieron Tesha, Eli y su hermano. Sin dudarlo, se lanzó a abrazar a su hermano.

-Tranquila Maddie, tu hermano el HERO no permitirá que el bastardo de nuestro padre haga lo que le de la gana.

-Pero Alfred, no podemos hacer nada.

-Maddie, entre todos lo conseguiremos. No me gusta ese ruso para ti.

-Ningún sobrino mio va a casarse sin querer a la otra persona. Y mucho menos con un ruso.

-Maddie sabes que tanto a Tesha como a mi nunca nos ha caído nos ha caído bien ese ruso, asique te ayudaremos en lo que haga falta.

Tesha solamente asintió. Maddie las abrazó sintiéndose totalmente tranquila, segura y relajada. Se quedaron ahí los cinco charlando tranquilamente bebiendo a morro de una botella que Scott había cogido de la cocina. Entre amigos no era necesarios ser muy educado. Todo iba bien hasta que por la puerta apareció Arthur bastante enfadado.

-Madeleine Kirkland. ¿Qué hacés aquí que no estás en la fiesta con tu prometido?

-Padre, ya no me apellido Kirkland. Es Williams. Y no estoy con Ivan porque estoy aqui con mis amigas, mi hermano y mi tío.

Maddie estaba un poco perjudicada por lo que podía dejar de lado su timidez y convertirse en una mujer totalmente distinta.

-Te llamaré como me de la gana y ahora mismo vas a volver a la fiesta con tu prometido.

-Me niego.

Todos los que estaban viendo la escena se quedaron mudos. Con Arthur siempre era muy sumisa, pero esta ocasión era totalmente distinta. Entre que estaba borracha y lo enfadada que estaba por lo que había pasado, había saltado con todo lo que tenía dentro.

-¿Te niegas?

-Si, me niego. No pienso volver a la fiesta ni con Ivan. No voy a aceptar casarme con él. Lo haré con alguien a quien ame y a quien yo misma elija.

Eso fue la gota que colmó el vaso para Arthur. Que la rubia se le revelara era lo último que se esperaba. Alzó la mano para pegarle una bofetada. La rubia cerró los ojos esperando el golpe, el cual no llego. Abrió lentamente los ojos para encontrarse con que alguien había detenido ese golpe. Esos ojos azules que tanto anhelaba, la miraron alegrando lo que nadie había conseguido en ningún momento. Su corazón.

-Sir Arthur, no es digno de un caballero golpear a una mujer.

Arthur, enfadado, asesinó al francés con la mirada. Miró una última vez a su hija antes de marcharse de vuelta a la fiesta. Francis abrazó a Maddie susurrando que todo estaría bien, que juntos conseguirían solucionarlo. Maddie no se encontraba sola. Tenía un montón de amigos a su alrededor que la querían y que la iban a ayudar.

CONTINUARÁ. ...

Enamorando a la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora