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Fuera del hospital distinguí a papá de por contra una de las columnas. Antes de que pudiera hacer algo, se acercó a mi y me rodeó con ambos brazos.
-Perdón por la cena.
-No importa.
-Escuché lo de Freddie.-dijo suavemente.
-Él dijo que me amaba. Me besó, hicimos él amor, me prometió que todo estaba bien.-musité.
-¡¿Qué?!-preguntó con el grito en el cielo.
-Creo que sólo le importaba mi cuerpo. Soy mujer. Tenía dónde sacarse las ganas de acostarse con alguien.-las lágrimas se asomaron y me abracé a él.-Nunca creí que él fuera el más mortal de todos.
-Hija, él no podía hacer eso. Él...-lucía furioso y a la vez herido. Me levantó sin ningún problema y me sentó en la moto.-¿Fue una sola vez?-asentí.-Tenemos que ir a mi casa.
-Pero...
-¡No!-gritó.-¡No voy a permitir que esté cerca tuyo! ¡¿Cómo se le ocurre?! ¡Sos su hermana!-tomó mi rostro entre sus manos y barrió las lágrimas.-Sos su hermanita. Mi bebita. ¿Cómo pudo hacerte eso?¿Cómo pude permitirlo? Vamos a ir a casa y no voy a dejarlo entrar siquiera. No va a acercarse. No va a poder hacerte nada.
-No puedo vivir sin él.-susurré.
-Vamos a encontrar la forma. Alguien que hace eso, no se merece volver a verte siquiera.
Era extraño tenerlo en frente preocupándose por mi, despotricando sobre su primogénito, su adorado hijo. Sabía que no debería haberlo contado, que Freddie me mataría, pero no fui consciente de ello hasta que las palabras ya habían salido. Y se sentía bien tener un paso menos aplastandome dentro. Volví a mirarlo y me acomodé en la moto.
-Vamos a casa.-dijo él, subiendo delante de mi.-Déjame manejar. Vos no deberías hacerlo.-pasó mis brazos en torno a él y me tomó ambas manos.-¿Tenes el casco?-asentí y me miró de reojo.
-No pudieron sacarme todos los puntos.-susurré.-Faltan cuatro. Dicen que tengo que esperar una semana más.
-Vamos a procurar que sane. Por lo pronto vamos a casa porque tu hermano se está acercando.
Me agarré a él con más fuerza y arrancó, dejando a Freddie completamente confundido.
Fue la última vez que vi a Freddie por largos meses. Papá y yo viajamos, nos mudamos lejos,cambió mi número y mandó sólo a su abogado al juicio que mamá la había hecho.
En el colegio nuevo,  había hecho grandes amigos y, por primera vez, podía sentir que las cosas mejoraban.
Papá pasó por mi a la salida. Me esperaba de brazos cruzados, apoyado y mirándolo todo.
-Hola.-dije y su rostro cambió a una mueca alegre y cálida a la vez que me abrazaba y besaba mi cabeza.
-Hola, mi amor. ¿Cómo te fue?
-Fue un día largo.-suspiré y abrió la puerta del auto.
Como cada día, tomó mi mano con firmeza durante todo el trayecto, después de todo, esa era la única forma que tenía de mantenerme allí. Sabía que estaba generando un silencio inusual pero no podía evitarlo y el corazón se me aceleró cuando, al parar frente a la casa, sus ojos se posaron en mi.
Una figura alta y rubia se alzaba en la entrada. Mi padre frunció el ceño y yo cerré los seguros, pidiendo en silencio que retomara la marcha.
-Hoy terminé con él otra vez. -musité.-No está contento para nada.
-No va a ponerte un dedo encima.
-Lo dejé hoy porque empieza el receso. Si lo veía en la escuela otra vez iba a prohibirme hacerlo.
-Hiciste lo correcto.-susurró.-Vamos a la casa de tu tío. Yo me voy a encargar de esto.
-Papá, Freddie está triste.
-No quiero escuchar nada de tu hermano. Hija, no bajes los brazos ahora que lo logramos todo.
Nos detuvimos y me rodeó con sus brazos antes de llamar a la puerta.
-¡Louis!-exclamó Liam, mi tío. Cuyas canas acababan de ser teñidas.-Hasta que te acordaste de traer a mi sobrina a que me visite.
-Hola, tío Liam.-sonreí y volví a mirar a papá.
-Necesito que la cuides.
-¿Pasó algo?
-Yo de cuento.-suspiré y besé la mejilla de papá.-Cuidate.
-Te amo.-dijo y de marchó.
Liam cerró la puerta y me hizo pasar a la sala donde el televisor estaba prendido y los restos de almuerzo descansaban.
-¿Almorzaste?-negué.-Seguime. Me quedó algo de puré y puedo hacerte una milanesa. Antes de que protestes te aviso que si no comes le cuento a tu papá.-fuimos a la cocina y me senté sobre la mesada mientras él ponía todo a calentar.-Ahora contame.
-Connor estaba en la puerta de casa. Hoy terminé definitivamente con él.
-¿Connor el que te pegaba?-se escandalizó.-Pensé que habían terminado hace meses.
-Me obligó a volver con él. Pero está vez no va a poder hacerlo. Empezó el receso.
-Es un tipo peligroso.-dijo parado frente a mi.-Es capaz de seguirte.
-Papá piensa que lo único que puedo hacer es volver con mamá. Pero eso sería volver con Freddie. Él está triste. Nosotros éramos uno.
-Ay, nena. Mirá. Podemos irnos de vacaciones. Si. Lo convenzo a tu papá y vamos los tres. Es más... Umm. Mejor que sea una sorpresa.
-No.-me quejé.-Quiero saber.
-Va a ser una sorpresa.-dijo él y sirvió la comida.-Ahora alimentese.-reí y lo abracé por la espalda.-Sé que soy tu tío favorito.
-Sos mi único tío.-reí y fingió indignación.-De todas formas serias el favorito.
-¿Promesa?-preguntó extendiendo su meñique frente a mi.
-Promesa.-dije enredando el mío con el suyo.
La última vez que había hecho eso había sido con Freddie. La promesa consistía en estar siempre juntos.

EscondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora