Capitulo 2 (rex mortem)

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Esa misma mañana Adriano, quien había pasado una semana entera en las colinas de al rededor Calatia, había ensoñado durante las noches introducir su miembro en la delicada y sensual boca de Antínoo incluso había dejado de acostarse con las prostitutas de la campaña y de asistir a los festines sexuales de los más jóvenes de la armada con el fin de mantener sus gónadas llenas. -Adriano era un hombre dominante quien estaba cerca de los 45 años y le gustaba el juego sádico del activo dominante quien somete a su pasivo, el pasivo debía jugar un papel esencial de sumiso irretractable cuyo única pago por los favores de su amo sexual sería semen. tibio y viscoso semen en su boca, como era la costumbre, o en el ano en la espalda, pecho o en su rostro -La casería había sido un éxito rotundo habían logrado conseguir cerca de 200 toros salvajes quienes alimentarían el ejercito durante el próximo saqueo o enfrentamiento contra bárbaros. Celime entendía perfectamente las preferencias de su esposo por ello ni siquiera intentó persuadir lo de que aquel día no ingresara a la torre de Antínoo. Continuó con sus paseos por el viñedo mientras manejaba asuntos administrativos y concernientes a la cámara de nobles de Capua.

Abrió la puerta, luego correr agitado 500 escalones arriba por la torre. Sudaba y traía con sigo un viejo Zurrón de piel de Zorro a su espalda, al entrar a la habitación lo encontró como usualmente pintando escenas silvestres del mediterráneo, de Alejandría, de donde él era. Sin importar lo que demandara debía, por ordenes expresas de Adriano, ser entregado a Antínoo. Éste. Ardiendo en deseo y loco de pasión a medida que caminaba hacia Antínoo quien no le veía sino que le deba la espalda, se quitaba sus prendas dejando ver a un hombre velludo en la gran parte de todo su cuerpo, con una barba prominente y unas entradas capilares pronunciadas. Era fuerte pues combatía sin cesar las guerras ordenadas por el Imperio, sin embargo ninguna guerra o cualquiera fuese su ambición doblegaba más su decisión que los deseos de Antínoo. Andando hacía él... lo imaginó cada segundo de su ausencia y verlo a escasos metros le excitaba sobremanera, andaba con su miembro erecto y una sonrisa famélica, cuya saciedad se lograría solo tomando aquellos tiernos muslos en su entrepierna. Le acarició la quijada y detuvo su mano con el pincel, luego tomó su muñeca y a llevó a su pene, la moldeó de tal manera que pudiera acariciar sus testículos y parte de su ingle.

<<Pero mira qué frondosos se han puesto esos labios por estos días>> le dijo mientras le obligaba a abrir su boca. Antínoo quien no disfrutaba del sexo con Adriano prefería no hacer protestas vanas ya que sería peor oponerse y privarse de la luz, del fuego y de incluso la comida. Adriano tomó su cabeza bruscamente mientras se agachó un poco y le besó fuertemente agarrándole del cabello. Entonces en pie de nuevo introdujo su pene en la boca mientras con impulsivos movimientos de cadera lo metía y lo sacaba en una rutina interminable para Antínoo quien luchaba contra las arqueadas y las insufribles ganas de vomitar. Por su parte Adriano disfrutaba del excesivo flujo de saliva que aumentaba la temperatura en la succión de su miembro esto le encantaba descaradamente. Pero viendo que su punto de explosión estaba próximo no quiso que la velada terminara tan pronto así que de un empujón lo cogió por las caderas y lo llevó al lecho. Estando acostado él le ordenó que se sentase sobre él, que introdujera el pene en su ano y que se meciera suave y profundamente durante unos segundos. Adriano levantó su pelvis y la golpeaba con las delicadas nalgas de Antínoo mientras con sus manos le empujaba desde la cintura hacia él para que tuviera más efecto la penetración luego tomó su cuello y le obligó a descender y besarle mientras sentía como el vertiginoso flujo de semen en cuestión de segundos corría por su uretra y finalmente con fuertes disparos de líquido blanco fueron a dar en lo más profundo de las entrañas de Antínoo.

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El amante de Agrón. Where stories live. Discover now