Preludio

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En el remoto siglo XIX, los gangsters monopolizaban todas las avenidas del continente Europeo, sobre todo, en el continente Americano

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En el remoto siglo XIX, los gangsters monopolizaban todas las avenidas del continente Europeo, sobre todo, en el continente Americano. Sus actos ilícitos y vandálicos no eran cuestionados más que por individuos o muy valientes o, muy ingenuos. Que por anhelar la veneración por el apoyo brindado al pueblo, solo obtenían amenazas y críticas por parte de la pútrida sociedad.

Entre centenares de contrabandistas europeos, se hallaba la prestigiosa familia Bradbury, mejor conocida como los White Wolves.

No siempre había sido tan acaudalada y renombrada. En años anteriores eran otro linaje más, hundido en la miseria, carcomido por las interminables deudas que su padre, un desempleado, alcohólico y apostador, había creado a las espaldas de su compañera de vida y de sus pequeños descendientes.

Hundidos en la penuria, tras la inesperada muerte de sus padres a manos de la escasez, el primogénito pasó legalmente a hacerse el tutor de sus hermanos. Con diecinueve años, Ryder Bradbury, alimentó, vistió y cuidó a sus tres hermanos, lo mejor que le fue posible. Cualquier cosa que estuvo a su alcance para ofrecerles, se los dio sin pensarlo dos veces. Aunque después de ello, él no se llevara a comida a la boca por unos cuantos días.

Sus intentos como herrero no dieron frutos, la paga era atroz, la pesadez que lo embargaba lo llevaba a la locura. El infortunio lo llevó directo a los combates ilegales. Llenándolo de notoriedad, sus logros cuerpo a cuerpo fueron premiados múltiples veces. Siendo el ganador más popular por cuatro años consecutivos.

El éxito que alcanzó lo dio a la fama por Europa, llamándole la atención a un mafioso Escocés, Zachariah Von Dye; que le prometía que sus añoranzas se cumplirían. Ryder embelesado por las promesas, se vendió. El goce y las riquezas no tardaron en llegar para lo que quedaba de la familia Bradbury, sus sueños se hacían realidad poco a poco, al menos así fue, por un tiempo.

Los años les sonrieron, pero el placer no les duró demasiado.

Ryder Bradbury fue asesinado a sangre fría mientras se dirigía a su hogar.

Los cuatro hombres implicados fueron reconocidos por la ley inglesa meses después. Según afirmaban, una mafia rusa les había pagado por cometer el delito. La ganancia de su muerte era cobrarse el deshonor que había sembrado en el hijo del líder de la organización, convirtiéndolo en el hazme reír de sus conocidos y de la muchedumbre.

Ryder le había vencido a puño limpio en la arena, por consecuencia, había pagado con su vida.

Años después de su muerte, el apellido Bradbury renació de las cenizas de todos sus difuntos. Eragon, a pesar de su corta edad, comenzó a trabajar en el negocio familiar, reforzó los huecos con las ganancias que su hermano mayor había dejado. Comenzó a vender ilegalmente licor por Kaktovik, financió también peleas callejeras.

El nombre de Eragon Bradbury comenzó a sonarle familiar a los gangsters.

A pesar de su fortuna y su poder en Kaktovik, Eragon no estaba ni por asomo a la par de las demás mafias europeas. Su organización aún no prosperaba completamente, sus tratos eran con mismos ingleses, sus actos ilícitos eran perpetuados en las mugrosas calles que conocía desde joven.

Pecado mortal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora