AMY

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AMY

El silencio de la biblioteca es interrumpido por un sonido similar al de un desagüe desatascándose. Son las nueve de la noche, apenas queda gente a parte de nosotros dos. Levanto la cabeza del libro para contemplar al responsable del ruido. Mi compañero me observa fijamente con sus ojos negros y el ceño fruncido. Está de mal humor.

—Tengo hambre —gruñe mirándome fijamente unos segundos para después darme un repaso sin disimulo. De mis ojos pasa a mis brazos, pecho, se queda un rato más largo en mis muslos y termina en mis pantorrillas para subir de nuevo a mis ojos. Un escalofrío me recorre la espalda.

—Dame diez minutos —murmuro mientras me apresuro a seguir con mi lectura. "Mitad hombre y mitad sátiro" continúo leyendo, "vomitaba torbellinos de llamas y humo... ". Alzo de nuevo la cabeza para observar mejor a Derek. Ahora está devorando a la bibliotecaria con la mirada. "Puede ser" pienso encogiéndome de hombros mientras copio toda la información en mi cuaderno.

—¿Has terminado? —me pregunta de forma ansiosa cuando me ve cerrar el libro.

—Sí.

—Bien —dice incorporándose de un salto—. Tengo que salir de aquí.

Le sigo sin dejar de observarle. Se le ve hecho polvo. Su pelo negro lacio brilla menos de lo normal, está más pálido y además bajo sus ojos tiene un ligero tono morado. Me temo que le estoy llevando al límite y me da bastante miedo lo que puede pasar.

Cuando salimos a la calle el aire fresco de invierno nos golpea la cara obligándome a encogerme dentro del abrigo.

—Vale, ¿qué has descubierto? —pregunta girándose de forma brusca hacia mí. Su movimiento me sobresalta e inconscientemente doy un paso hacia atrás para separarme de él. Derek y yo somos amigos desde principios de curso y desde entonces hemos pasado la mayor parte del tiempo juntos. Más por una imposición suya que por una decisión mía. Su excusa es que se aburre y le parezco divertida. Pero lo cierto es que no lo soy, sólo soy divertida para él y todavía no sé por qué. Aun así intento mantener la distancia y no tocarle, no quiero morir joven.

Arruga ligeramente el entrecejo al ver mi reacción aunque no parece molesto, está acostumbrado a que lo haga.

—Vamos a allí —digo señalando un banco que hay bajo una de las farolas que iluminan el camino a la biblioteca.

Una vez que Derek instala su cuerpo largo y ágil en el banco, me siento en la otra punta.

—Veamos... —digo revisando las notas que he tomado.

—¿Gigante Caco? —Escucho junto a mi oído. Cuando giro la cabeza y encuentro su rostro pálido pegado al mío, mi corazón se desboca y, a pesar de que lo más sensato es alejarme de él, mi cuerpo reacciona como un animal asustado y se queda petrificado en el sitio aguantando la respiración—. Estás bromeando, ¿no? —Sus penetrantes ojos negros se clavan en mí.

—Bueno... —digo aclarándome la garganta—. Ya hemos descartado todo lo demás, así que queda poco donde elegir. No eres...

Me detengo cuando veo que se acerca una mujer paseando a su perro. Derek sigue pegado a mí leyendo las notas que he tomado sin dejar de poner caras raras y resoplar de indignación. Es obvio que no se ha dado cuenta de la mujer que nos observa con curiosidad. Mientras pasa junto a nosotros me dedica una sonrisa de complicidad. Sé lo que está viendo, dos adolescentes estudiando juntos. La chica algo intimidada por tener pegado a un chico apuesto y guapo que probablemente le tenga loquita. Nada más lejos de la realidad. A ver, Derek es guapo, es uno de los chicos más guapos de la clase. Pero no estoy loquita por él. Por muy agraciada que sea una persona, verla con la cara cubierta de sangre hace que pierda todo su encanto. Derek más bien me asusta, y no por su belleza, sino porque tiene hambre.

Es mi mejor amigo y le... aprecio mucho pero eso no quita la realidad, y es que Derek no es humano, más bien... se alimenta de humanos.

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