Promesa

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*Perséfone*

─¿Que hacías con él?─ me pregunta mi madre. Su mirada es severa como siempre que me regaña. No me gustan sus reprimendas, son absurdas, carecen de fundamento y, por si fuera poco, aburridas, fuera de eso, no es como si estuviera haciendo algo malo.

─Sólo le ayudé─ respondo sin mirarle, sería suicidio si lo hiciera.

─¿Ayudarlo?─ dice mi padre, duda un momento, parece pensar en mucho a la vez y no se como tomarlo─ ¿Te hizo daño?─ se acerca a mí, mirándome de arriba a abajo.

─No, fue muy amable para ser sincera─ agrego con una sonrisa.

Mis padres se miran el uno al otro. Aquí hay gato encerrado, y no me gusta ─Hay que hablar─ le dice mi madre a mi padre─ Tu te quedas aquí─ me reprende mi madre. Yo solo me quedo callada.

En cuanto salen de la cabaña me siento en la cama lanzando un muy largo suspiro. La cama aún tiene esa leve esencia exótica; huele a nieve, a rocío y algo más que no reconozco. Algo que nunca he olido antes, pero me parece tan familiar, podría decir que a quemado, como fuego frío y triste.

*Hades*

─¿Ya has movido tu ficha?─ me preguntan las oráculos, al unísono. Definitivamente espeluznante.

─Si─ respondo sencillamente─ Todo estará listo para la fecha indicada, o eso espero

─Lo estará─ dice una de la oráculo de Delfos. Digan lo que digan las oráculo siempre tendrán un aspecto hórrido, pero son útiles de muchas formas; predecir futuro, planear estrategias de guerra. Nos ayudaron a encerrar a nuestro padre, Cronos, en el tártaro, aunque no físicamente*. Un ojo para las tres, sigue siendo un poco perturbador. No logro acostumbrarme, nunca lo hice ni lo haré, pero, y lo repito, son útiles.

─Todo está preparado para vuestra venganza, Hades─ continúa Dídima

─Ya sabes nuestras advertencias─ parece finalizar Dódona. Hay algunas veces que puedo reconocerlas, y hoy es una de ellas, afortunadamente.

─Si, si─ digo colocando lo ojos en blanco- Los hijos de mis hermanos

─No te confíes, recuerda lo que pasó con Hércules

─No lo recuerden, por favor─ y masajeo el puente de mi nariz intentando dejar aquella vergonzosa derrota en el pasado─ ¿Alguna razón por la que me encuentre aquí y no descansando como debería ser?

─Tenemos más advertencias para ti─ contestan de nuevo al unísono mientras se pasan el ojo entre ellas─ Perséfone puede ser una complicación en tu futuro.

─Así como lo fue en el pasado─ continúa Delfos─ No intentes solucionar problemas pasajeros.

─Eres un dios, Hades─ dice Dídima─ El dios del inframundo, ella no podría estar contigo de ninguna manera.

No respondo. Entiendo que en el pasado no pude tenerle como quisiera, aún no puedo tenerle como quisiera, sin embargo puedo sentir aún esa conexión entre nosotros. Incluso si ella ha olvidado todo. ─Entiendo su preocupación, aunque es incorrecta en ese punto─ me acomodo en mi gran silla, recostando mi espalda- No sucederá nada, no volverá a pasar.

─Eso esperamos, mi señor─ contestan al unísono. Mientras respiro profundamente ellas se retiran en medio de una cortina de humo negro. Humo, siempre humo por todas partes.

Me quedo un momento ahí, esperando algo que nunca llega. Me levanto de la gran silla y decido pasar al río de las almas, donde elijo quien se condena y quien no. Hago un ademán con mi mano, haciendo aparecer la lista en mis manos y comienzo a llevar las almas a sus respectivas puertas. Muy pocos son los que se quedan, que pena por ellos. Soy un tipo divertido.

Las puertas últimamente han estado tranquilas, no suele morir gente por esta época del año, mucho menos desde hace ya unos cuando años. El equilibrio entre la vida y la muerte, por muy cruel que sea, es importante. Nada puede ser eterno, excepto nosotros.

*Esto definitivamente no está comprobado "históricamente" así que lo dejo ahí. Es un mito al fin y al cabo.

The Queen Of Underworld (PUBLICACIÓN LENTA)Where stories live. Discover now