Mira al cielo cuando llores

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Mamá murió frente a nuestra casa.

Era muy temprano. Mis hermanos no se habrían levantado aún, pero ahí estaban, a mi lado, llorando a mares por su muerte. Karamatsu estaba arrodillado tomando la mano de mamá y la mantenía cerca de su propio rostro, con lágrimas frías que la mojaban; Osomatsu estaba parado viendo el cuerpo sin decir nada, su mirada era profunda.

No quería llorar, ya lo sabíamos, pero estaba tan roto como nosotros.

¿Qué haríamos ahora? Había tanto en qué pensar pero mi cerebro hacía todo lo posible por recordarme la escena una y otra, y otra, y otra vez cual disco rayado. Me atormentaba, y más el hecho de que sentía una rabia incrementando cada vez por Todomatsu, él no hizo nada por salvarla. Aun así, sentía que algo fallaba en eso. Todo era simplemente confuso, no quería pensar en nada, dormir para no volver a despertar sonaba tentador.

Pero... Suicidarme no sería una solución ahora. Sería egoísta dejar solos a mis hermanos que necesitan todo el apoyo posible. Una punzada de dolor en mi cabeza hizo que fuera a mirar con rabia a Todomatsu, éste se veía arrepentido y asustado aún.

- ¡N-no pienses eso! ¡Debes seguir viviendo! - Pidió con voz temblorosa, estaba temblando, su cola estaba baja y ya no era tan brillante. Osomatsu apretó los puños y se le acercó.

- Cállate. - Osomatsu lo dijo con una lentitud desesperante, estaba temblando también, pero por la furia. Sus puños estaban blancos y Todomatsu los observaba. - ¡Todo esto es tu culpa!

Le lanzó un puñetazo en la cara tan fuerte que cayó al suelo un poco lejos. Todomatsu al tocarse la parte de la cara magullada, sus ojos se cristalizaron. Osomatsu observó esto muy enojado y se acercó de nuevo para tomarle del suéter y seguir con la paliza.

Quería golpearlo también. Pero la idea no se sentía tan reconfortante como quisiera que se sintiera, ¿Qué me está pasando?

Sabía que Todomatsu estaba soportando silenciosamente los golpes e insultos, es más fuerte de lo que pensé, pero eso solo lo hace más culpable.

- ¡Todo es tu maldita culpa! - Gritó mi hermano propinando otro puño al cuerpo de mi daydream, este ya tenía un labio roto. - ¡De no ser por tu maldito juego, Ichimatsu nunca habría terminado envuelto en todo esto! ¡Menos nuestra familia!

- No... Entiendes... - Con fuerzas sacadas de la nada, Todomatsu se liberó del agarre de Osomatsu y saltó al techo de la casa, lejos de donde pudiera ser herido de nuevo, esto lo molestó mucho más.

Iba a replicar, pero Karamatsu soltó un resuello que nos llamó la atención a todos.

El cuerpo de mi madre se desvanecía lentamente.

Osomatsu se acercó rápido y miraba confundido, Karamatsu no le quitaba la mirada al cuerpo y yo volteé a ver a Todomatsu, esperando respuestas, pero parecía igual de perdido como todos nosotros.

- ¿Qué está pasando? ¿Por qué está desapareciendo? - Le pregunté severamente, mi daydream ahora estaba desconcertado.

- Creo que... - Mis dos hermanos voltearon verlo para escucharle atentamente, Todomatsu tragó saliva. - Uno de los efectos secundarios del ataque del daydream era desaparecer el cuerpo.

- ¿Pero para qué...? - Habló al fin Karamatsu, pero fue más un susurro para nosotros tres. Yo abrí los ojos al imaginarme la razón.

- Akumatsu dijo que no dijéramos que él fue el culpable, seguro hizo esto por si no le obedecíamos.

- Es más calculador de lo que pensábamos. - Comentó mi daydream, pero no le prestamos atención.

Observábamos como finalmente el cuerpo de mi madre desaparecía con algo de humo, el cual voló al cielo y le perdimos la vista.

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