Dentista

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Comentario: Mauahahahaha pobre Licorice xD (el sketch es la descripción visual de Poemi xD)



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Licorice estaba pensativo mirando su diente mientras intentaba columpiarse en los juegos que estaban en la plaza más cercana al castillo, pasaba una y otra vez su lengua sobre la encía del espacio vacío que había dejado su colmillo al caerse, aún estaba apenado por lo que había ocurrido, todo era su culpa, si no hubiese comido tanto dulce ahora su dentadura estaría sana y no habría perdido un colmillo, sentía que defraudaba a su mami por esto, no conocía mucha gente de su edad, pero de los que conocía a nadie se le había caído un diente hasta ahora. Pronto guardó su colmillo y suspiró, fue cuando sintió la voz de su hermana – ¿que shuchede hermanito? ¿Por qué estás tan triste? – Dijo Poemi sentándose en el columpio más cercano al que estaba Licorice, éste abrió la boca y le mostró el hueco en su dentadura – oh ¿ya estas cambiando dientes? Oooh creces muy rápido hermanito- le acarició la cabeza y sonrió, el menor la miró asombrado – ¿por qué lo dices hermana?-

-Porque estas cambiando los dientes, eso es señal que estas creciendo, cuando tenía tu edad también me ashushté cuando se me calló mi primer colmillo, pero papi me dio un hermoso listón para que no llorara – sonrió gentil.

-Wooooh, ¿entonces es normal que se caigan los colmillos? ¿! A todos les pasa!? –dijo entusiasta el niño menor mirando a su hermana quien empezaba a colocar una cara de psicópata, a pesar de ser adorable en apariencia tenía una mente maquiavélica – sí, es normal, ¿pero sabes lo que viene después verdad?-

-No... ¿qué es lo que pasa?- dijo asustado Licorice colocando toda su atención en las palabras de la niña – después te llevan a un lugar horrible llamado dentista, no sé si papi te mencionó ese lugar – el niño tragó saliva y asintió, Poemi sonrió aún más, su cara era de maldad – es una sala blanca donde llevan a los niños y los torturan, es la forma de iniciar a los demonios jóvenes- se rio un poco no podía aguantar la risa por meterle miedo a su hermano menor – cuando llegues veras una larga sala de espera blanca con sillas azules plásticas, se escuchará el lamento de los niños mientras otros ruidos infernales sonarán, de una gran puerta saldrá un demonio de grandes bigotes y ojos amarillos, tendrá una mascarilla blanca, le encanta demostrar su limpieza ya que a pesar de usar traje blanco ninguna sola mancha de sangre ensucia su traje, una de sus manos tiene forma de taladro y la otra de aguja, a veces usa un espejo para poder mejor dentro de tu cuerpo y poder sacar mejor tus entrañas ¿y sabes que sucede cuando entras a esa sala? jejejejeje –se rió sádica por la expresión alterada del menor quien pareciera que lloraría en cualquier momento – una de sus manos te inyecta en las encías chocando en tu interior provocando que toda tu cara se inflame, el dolor es insoportable, sin embargo gracias a eso pierde tu sensibilidad, es como si no tuvieses boca, no puedes sentir nada de lo que pasa dentro, mientras tanto ese demonio te saca los dientes y te coloca otros nuevos, para luego venderlos al ratón de los dientes y así él se quedara con todos tus regalos, de paso te hace tomar un extraño liquido el cual debes botar, pero como no eres capaz de controlar tu boca te ensucias, muchos niños dicen que el sonido cuando entras es el último sonido que escucharas en tu vida porque el dentista roba tu alma a través de tus dientes y solo puedes salvarla si no te ensucias con el líquido que votas cuando te hacen enjuagarte los dientes, es por eso que no sientes nada de lo que te hace y lo peor de todo es que tu alma se va donde el abuelo y nunca más podrás ver a mami, por supuesto todos los habitantes de éste mundo sobrevivimos a esa experiencia- la niña sonreía de oreja a oreja con una cara sombría, Licorice estaba aterrorizado tanto que esa noche no pudo dormir, por mala suerte justamente ese día hubo una tormenta, estaba solo en su cuarto viendo como las sombras se reflejaban en su muralla y el viento soplaba afuera haciendo ruidos espeluznantes, maldecía la hora que se le había ocurrido volver a su recamara con el propósito de encontrar el regalo que el ratón de los dientes le dejaría, además como no estaba durmiendo era obvio que no habría recompensa por su diente, estaba todo mal, estaba realmente asustado y más por esos gritos que se podían escuchar desde algún lugar, no sabía que era realmente, pero podía escuchar que alguien se quejaba a lo lejos, en fin, la noche fue escalofriante.

Al otro día, su madre lo llevó al dentista, pudo notar que estaba algo ojeroso y la voz le carraspeaba, se notaba bastante cansado, seguramente él tampoco pudo dormir por la tormenta que hubo y porque quizás esta era la última vez que se verían, pobre mami, pensaba el pequeño mientras apretaba fuerte la mano del mayor – tranquilo todo estará bien- dijo Ivlis con la voz ronca y entraron a la consulta, el pequeño entró y era exactamente como Poemi lo describía, todo era blanco, habían bancas azules donde todos los niños se veían nerviosos, se podía escuchar el taladro desde fuera, de pronto el sonido paró y un demonio de grandes bigotes se asomó para llamar al siguiente en la consulta, antes de entrar se puso una mascarilla tal cual le había contado su hermana mayor, entonces se puso a llorar de nervios – ¿qué pasa Licorice? ¿Por qué lloras? –

-Tengo miedo mamá...- Ivlis se sonrojó, todas las señoras comenzaron a cuchichear cuando el niño lo llamó mamá, entonces el las miró con su cara seria –recuerden que soy su diablo y sé que están hablando de mi- todas las mujeres se callaron de inmediato y desviaron la mirada, el diablo estaba rojo y tenía una vena que palpitaba en su sien, esto provocó que Licorice estuviese más nervioso.

-Mami... juro que volveré y si me pasa algo... te amo mucho mami- dijo llorando mientras lo abrazaba, Ivlis lo miraba serio, no entendía por qué Licorice le decía esto, fue entonces que lo llamaron, el pequeño entró tiritando, había estado pensando en una táctica, si el demonio dentista atacaba, el no dudaría en defenderse, después de todo era bastante fuerte, aunque no contó que su madre entrara con él, esto dificultaría las cosas, a su mami no le gustaban los escándalos, debía comportarse, pronto sintió como el demonio abría su boca y lo revisaba con un extraño aparato –uuuuuuh... tiene 7 caries, tendremos que tapar esto o se le pondrán negros los dientes- Ivlis se enfadó y miró al pequeño, el niño se puso triste y no notó cuando el dentista le colocaba una inyección en la encía, abrió los ojos y miró a su madre, sus manos estaban muy frías eso le había dolido, una lagrima corrió por su mejilla, y ahí estaba, no podía sentir su mejilla, era todo tal como le describió Poemi, ahora era el turno del taladro, ya lo veía y lo escuchaba sonar, esto era horrible, le robarían el alma, comenzó a tiritar y a llorar hasta que sintió como alguien le tapaba los ojos con una mano mientras que con la otra le hacía cariño en la cabeza, sin duda era su mami, gracias a eso se tranquilizó y pudo resistir la tapadura de caries que duró bastante tiempo, su madre le estaba dando valor para continuar, esto no le ganaría, el también sería un sobreviviente de esa terrible prueba, no quería ir donde Siralos, realmente no quería, apretó fuerte los ojos y los abrió lleno de determinación para tomar ese líquido para limpiarse la boca, se enjuagó apenas, vio una gota caer y se alejó completamente de ella, luego se acercó al lugar donde debía botarlo, no sentía mucho su boca por lo que era muy difícil, respiró y botó el agua estratégicamente para no mancharse, Ivlis estaba sorprendido, el jamás había logrado hacer eso, en fin fue un día duro, pero sin su mami no lo podría haber resistido. 

Los celos de Licorice - DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora