Todo el mundo tenía un precio, pero siempre sorprendía a Vienna cómo algunas personas no se conformaban con dinero en metálico y había que ganárselas <<en especies>>. Soifer no parecía del tipo que caería en la trampa de un coche de gama alta o un crucero de lujo. Pero si eso era lo que hacía falta, Vienna estaba dispuesta a ponerlo encima de la mesa.

-No vamos a comprarle un jet de empresa sólo para él -le dijo a Darryl-. Pero puedes ofrecerle un Mercury.

-Lo tanteé la última vez que hablamos, pero dice que le gusta poder mirarse al espejo.

-Ay, Dios. Tiene complejo de mesías.

Como si Mason Cavender fuera a dejar que nadie la rescatase. Era una mujer imposible. Le vino una imagen a la cabeza: Mason y ella abrazadas, Mason hundida en su interior con crudeza y pasión. Le subió el color a las mejillas y notó que le sudaban las manos. Bajó la ventanilla y aspiró una bocanada de aire de montaña.

-Ese tipo no es tonto -le dijo Darryl-. Tiene que haber algo que lo retenga ahí.

-Bueno, no le necesitamos. La oferta era por cortesía.

Vienna era consciente de que sonaba molesta. Lo cierto era que había estado segura de que Soifer abandonaría el barco en cuanto Lynden estuviera enterrado y sin su apoyo Mason estaría jodida. Ella era como su padre: tenía la sangre demasiado caliente para llevar un negocio. Si Soifer se iba, puede que Mason por fin entendiera que todo había terminado. Era hora de tirar la toalla.

-No te venderá la casa a ti -le dijo Darryl-. Creo que eso es el escollo principal. ¿Por qué no dejamos enfriar esa parte y nos concentramos en cerrar el trato por la corporación?

-Si arrastramos el tema por más tiempo, Andy intentará adueñarse de Blake Aeroespacial.

Su primo llevaba exigiendo la presidencia de la empresa desde que Vienna se había puesto al frente y ya casi tenía el apoyo necesario de los empleados de rango superior para forzar su nombramiento. Vienna sabía lo que pasaría entonces: Andy gobernaría su propio imperio. Sobre l papel, tendría que responder ante ella pero en realidad la dejaría al marguen y al poco tiempo Vienna sería irrelevante, un mero cargo honorífico, y él tendría el verdadero poder, porque Blake Aeroespacial era la rama que estaba creciendo más deprisa de la corporación.

-Creo que deberíamos ir a los bancos -le dijo Darryl-. Decirles que cierren el grifo y que en adelante discutan las cosas con nosotros.

-Ese es nuestro último recurso. Todavía podemos seguir jugando unos cuantos días.

-¿Por qué me da la impresión de que tienes un plan que no me has contado?

Vienna sonrió.

-Plantéatelo así: la negación plausible siempre es buena.

-No rompas ninguna ley -la advirtió Darryl, como de costumbre-. Y si lo haces, no dejes ningún cadáver.

-Lo tendré en cuenta. Mantenme al tanto.

Vienna soltó el móvil sobre su asiento del acompañante y se acomodó al volante mientras recorría el conocido trayecto empinado hacia las Hudson Highlands. El terreno era más escarpado, pero la serpenteante carretera le era tan familiar que no tenía ni que mirar las indicaciones o las señales de tráfico. Conducir a Penwraithe siempre le ayudaba a pensar sobre los restos del trabajo y se le ocurrían ideas nuevas. últimamente solo había sido capaz de pensar en el problema de las Cavender. Nunca debería haber dejado que las cosas llegaran hasta aquellos extremos.

Mientras el coche engullía kilómetros y el tráfico disminuía, Vienna sopesó su siguiente paso. ¿Y si iba a ver a Mason y accedía a su aventura de una semana? Si Mason cumplía su parte del sórdido trato y le vendía tanto la corporación como Laudes Absalom, ¿importaba de veras cómo lo hubiera logrado? Vienna sobreviviría a su orgullo herido y, al fin y al cabo, no sería la única vez que practicaba el sexo por el sexo. Había tenido algunas aventuras así desde la universidad. Relaciones cortas y satisfactorias para ambas, en las que nadie resultaba herido.

El jardín oscuro.Where stories live. Discover now