Amo el café... pero no el simple café de cada mañana. Me encantan todas sus variaciones y combinaciones que uno pueda crear, capuchino, latte, americano, etcétera... nunca podría aburrirme de probarlos en cada oportunidad que tenga, como por ejemplo en este día tan hermoso y soleado. Personas yendo de un lado a otro por la tranquila ciudad y mis pasos siendo acompañados por otros a mi lado. A él también le encanta el café como a mí y siempre ha estado a mi lado divirtiéndose en tardes como estas, mi mejor amigo, el que lo ha sido desde que tengo memoria y del cual he amado desde hace años... pero creo que a mí siempre me ha visto como a una hermanita. Es gracioso cuando nuestras madres hablan entre ellas como si de una boda a futuro organizasen, me pregunto si esa clase de futuro existiría para nosotros...
Pierdo la realidad cuando pienso en tonterías como esas cuando debería estar disfrutando de los paseos junto a él, Samuel. Y como típica tarde, nos hemos detenido en mi cafetería favorita "Coffee cup" para sentarnos en una de las pintorescas mesas en su extenso jardín junto a la agradable brisa y el canto de las aves, es el paraíso... Nunca creí que nuestra rutina diera tan repentino giro cuando veo a un solitario muchacho bebiendo su café en otra de las mesas más alejado de la nuestra y por alguna razón sentí que valía la pena conocerlo.
- Samuel, sentémonos con ese muchacho – me puse de pie para dirigirme hasta él, dirigirme al chico que pronto se uniría a nuestras divertidas tardes de café, Guillermo.
