4. Huir.

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C U A T R O


—Creo que es la policía— Comenta Kieran, después de un momento en silencio donde mi respiración errática y la suya se entremezclan en la oscuridad. Su aliento abarrotado de alcohol y algo apacible hace bailar un par de mechones de cabello en mi frente.

Inclino la cabeza hacia atrás en busca de sus ojos, aún estamos dentro del almacén y la iluminación es demasiado escasa para distinguir más allá de la sombra de una sonrisa junto con esos orbes claros en los míos. Sin poder contenerme, las palabras brotan de mi garganta.

— Oh, ¿en serio, Sherlock? ¿qué te hizo llegar a esa brillante deducción? ¿Fue el sonido de la sirena de la patrulla o las luces azules y rojas parpadeando fuera? —Hago una pausa —. Es mejor que nos apresuremos, creo que el FBI está buscándote para que te unas a ellos — Escupo sarcásticamente en su dirección.

De alguna manera mi comentario lo hace reír y eso me molesta.

—¿Es lo mejor que tienes? — Entorno los ojos cuando se acerca aún más, provocando que mi pulso se acelere sin razón aparente —. Sé que puedes hacerlo mejor — Asegura, con su voz ronca que estoy segura es caliente y peligrosa como el infierno. Sus labios esculpidos a la perfección dan paso a una nueva sonrisa y resisto las ganas de salir corriendo en dirección contraria.

—Aléjate de mí, Donovan — Advierto, retrocediendo un paso mientras él avanza la misma distancia con esa mirada salvaje apoderándose de su rostro. El ambiente se siente denso, cargado de electricidad y temo que, si estiro la mano lo suficiente logre palparlo.

—¿Y si no lo hago? — Pregunta, divertido, presionando los botones correctos.

Trago saliva, nerviosa.

—Entonces la policía va a tener que buscar tu cuerpo en un vertedero.

—Así que estás admitiendo que piensas en mi cuerpo — Finge meditar al respecto, al parecer es lo único que su cerebro retiene de todo lo que dije. Que conveniente  —. No mentiré, esta relación se está moviendo algo rápido. Ni siquiera me has invitado a una cita primero, pero no estoy quejándome, es más, ¿es demasiado pronto para establecer una palabra de seguridad?

—Imbécil.

Su sonrisa se ensancha con sutileza.

—¿Algo que quieras añadir? Vamos, pecas. Puedes esforzarte un poco más.

Ruedo los ojos, apartándome lo suficiente para echar un vistazo sobre su hombro. Hay una puerta trasera cerca, los empleados solemos usarla los martes y viernes por la noche, en días de basura. Arrastrar bolsas pesadas y con hedor es mi actividad menos favorita, seguida de cerca por tener que lidiar con borrachos queriendo tocar mi trasero, pero justo ahora, hago a un lado los recuerdos y me concentro.

Estoy casi segura de que alguien llamó a la policía, en el peor de los casos fue el gerente. Una fiesta privada, con un grupo de adolescentes ebrios irrumpiendo ilegalmente en propiedad privada, saqueando la despensa y robando el alcohol de los clientes habituales nunca pasaría desapercibida. 

El dueño, Jim, no estará nada complacido. 

Ignorando la punzada de preocupación, me giro bruscamente hacia Kieran cuando oigo el crujido de una puerta, entonces, observo su sombra moviéndose a la salida. La salida principal. Me maldigo internamente.

—¿A dónde vas? — Entro en pánico. Si da un paso afuera, estaremos en problemas y a diferencia de él, yo no cuento con una familia millonaria que me cubra la espalda.

Lo que pasó esa nocheWhere stories live. Discover now