2. Pacto con el rompecorazones.

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D O S


• KIERAN •


Golpes fuertes en la puerta son los que me despiertan esa madrugada.

Bostezo, tragando la serie de maldiciones que se desliza por la punta de mi lengua. Estoy ebrio o eso adivino cuando me toma mucho más tiempo del normal identificar en qué parte del mundo me encuentro. De forma descuidada, palpo mi torso hasta dar con los bolsillos delanteros de mi jean. Hurgo durante varios minutos y finalmente encuentro mi billetera junto al número telefónico de una chica llamada 'Candy' escrito de forma ilegible al respaldo de una factura de supermercado.

Pequeños fragmentos de anoche salen a la luz.

Noah arrastrando mi cuerpo calle abajo, yo sacando la cabeza por la ventanilla de un coche, mi gorra favorita volando lejos debido al exceso de velocidad y el viento entumeciendo mis mejillas.

Froto mis ojos, observando el reloj que indica la hora, son las cuatro de la mañana. Cuatro de la mañana... cuatro de... cuatro... el viento frío me arrulla y en contra de mi voluntad, el sueño vuelve a vencerme. Mis párpados revolotean varias veces antes de cerrarse y mi mente se sumerge en los recuerdos de algún video de un gato esquiando que vi en Internet.

Suelto un pequeño gruñido por lo bajo en cuanto los golpes se hacen más fuerte y los pasos de Noah no surgen en el pasillo. Un segundo después lo recuerdo, probablemente se encuentre follando con una chica... Kelly o Krista. Como un molesto zumbido en los oídos, evoco el sonido se risas escandalosos junto al repiqueteo de tacones y los besos ruidosos y húmedos justo antes de desaparecer dentro de su habitación.

Si soy honesto, vivir temporalmente con Noah apesta, incluso más de lo que pensé. Sabía que al mudarme, mis privilegios se reducirían pero jamás imaginé que terminaría siendo el esclavo de un bastardo engreído con aires de Dios que ni siquiera puede lavar su propios platos. Supongo que esa es la cosa cuando dos niños mimados deciden revelarse contra sus padres y actuar como si supieran algo sobre la vida, ahora solo queda sobrevivir.

En este punto, ni todo el dinero del mundo puede compensar el daño emocional que uno de mis mejores amigos me ha ocasionado. 

Casi extraño a mi familia.

La palabra mágica es casi.

Llevo fuera de casa menos de tres semanas, pero el olor a libertad aún se percibe en mi camiseta favorita. Honestamente, no aguantaba más la presión que viene con mi apellido. Todos en la ciudad conocen a la perfecta familia Donovan, excepto que nada es perfecto.

Desde Aisling, mi madre, una elitista autoproclamada más preocupada por el aspecto de su cabello que de su matrimonio hasta William, un hombre honesto de negocios, quien finge ser un padre y esposo devoto cuando en secreto folla con chicas de la mitad de su edad. Es desagradable, especialmente aquellos días que salía temprano de la práctica de baloncesto, sólo para pillarlo unas calles más abajo con una mujer entre sus piernas, los botones de su pantalón de vestir desabrochados y su cabeza inclinada hacia atrás, recostada en el respaldo del coche.

Varias veces intenté decirle a mamá, pero continúo ignorándome, alegando que el amor real no existe y el matrimonio es un convenio entre dos personas que temen la soledad.

La puerta vuelve a sonar con brusquedad y no dudo en salir de la cama, recorriendo todo el camino hasta la entrada con la mandíbula apretada. Mis pies descalzos se arrastran a través del suelo y mis hombros se hunden, demasiado pesados para cargar con ellos. Se siento como si en cualquier momento un volcán fuera a estallar en mi mente y que me hayan despertado en medio de un buen sueño, solo aumenta mi irritabilidad.

Lo que pasó esa nocheWhere stories live. Discover now