3. Ruptura.

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T R E S


• U N   A Ñ O  A N T E S •


Es viernes por la noche y Cade termina arrastrándome a Hell's bar.

Un lugar con buena música y barra libre para mujeres mayores de edad o cualquiera en un par de tacones, exceso de maquillaje y un escote lo suficientemente pronunciado. No quiero ser pesimista pero la mezcla entre mi cara de bebé, los diecisiete años cumplidos y mi pésimo estado de ánimo desentona con el local.

A pesar de mis súplicas y mis obvias ganas de salir corriendo, acabo al inicio de la fila, en un vestido azul ceñido y zapatos altos que prometen fracturar mis tobillos si decido tropezar. Escucho a Cade —mi mejor amigo— despotricar sobre lo mucho que necesito un respiro y como mi ex es el mayor idiota del planeta.

¡Sorpresa! ¡Sorpresa! Al parecer todos estaban enterados menos yo.

Después del engaño, el drama, el llanto y las mentiras, mi ruptura con West Hale se convirtió en toda una tragedia griega para la escuela. ¿Cómo es posible que rompiera con él? ¿el chico malo sigue siendo malo? ¿por qué no lo curé con la magia del amor? ¡Basura! ¿Dónde está mi príncipe azul? ¿Y la zapatilla de cristal? ¿El castillo? Justo al lado del tiempo desperdiciado, pero al menos ahora soy libre.

Libre.

Tras casi un año completo de idas y vueltas que incluían a West Hale engañándome con cada chica en el maldito planeta, finalmente lo comprendí, no quería ser salvado y simplemente estaba anclándome. 

Nuestra relación desde el principio fue una tormenta, un capítulo introductorio que precedía a una larga guía sobre como lidiar con sus demonios, la peor parte fue cuando las lágrimas se hicieron costumbre al igual que sus llamadas en medio de la madruga después de haberse liado con alguien más. Entonces, soltaría todas esas palabras dulces que sabía anhelaba oír, solo para asegurarse que permaneciera en el mismo lugar. Atascada y sedienta de él.

Era horrible.

Me lastimaba y se disculpaba al minuto siguiente, como una maldita rutina de la que no podía escapar. Parecía tan confiado en que perdonaría cada uno de sus errores, seguro de que mi piel nunca olvidaría sus besos grabados con fuego y mi mente la forma dañina en la que me enseñó a depender de él, pero después del primer engaño, la imagen bonita de los dos se arruinó por completo y todo lo que quedó se limitaba a cenizas.

Fue casi poético verlo usar la misma excusa en cada ocasión, sobre como su pasado y sus cicatrices lo obligaban a ser así y yo era una completa maldita por no entender, pero con el tiempo, me di cuenta de que no se trataba de un "chico malo" simplemente era una mala persona. Aprendí que la gente no cambia porque no quiere hacerlo y te lastima por elección. Él me enseñó muchas cosas, una en especial: lo que no es el amor.

—Vamos a bailar —Murmura mi mejor amigo, jalando mi brazo en dirección a la pista y tengo que ahogar un bufido en cuanto su pequeño espectáculo consigue derramar algo de mi cerveza.

Mis dedos se aferran con fuerza a la boca de la botella y mi ojos suben hasta tropezar con los suyos, tan cafés como el chocolate y mucho más adictivo que aquel dulce. Su pelo oscuro, en rizos suaves se desliza en todas las direcciones cortando mi respiración.

Las luces intermitentes del local desaparecen y reaparecen su figura mientras avanza la canción y de pronto, una sonrisa divide su rostro en dos, provocando que mi corazón se detenga. Avergonzada, aparto los ojos a la bebida que he conseguido gracias a mi identificación falsa.

Lo que pasó esa nocheحيث تعيش القصص. اكتشف الآن