Capítulo 2: "Jugo de papaya".

114K 9.4K 3.8K
                                    

Hoy no es un buen día, y tengo muchos motivos para afirmarlo:

1. Acaban de matar a mi amor literario.

2. Mi serie favorita terminó.

3. Marlon me visitará.

Marlon es amigo del novio de mi mejor amiga. Nos conocimos este año en una fiesta, y luego hablamos por temas netamente amorosos. Y por amorosos me refiero a que él y yo solucionamos los problemas de Annie y Landon. Quienes por cierto son un par de cabezas de chorlito, ya que constantemente se pelean por tonterías y en un par días regresan a ser la pareja feliz de siempre. Algunas veces no comprendo por qué las personas tienen que ser tan complicadas. Yo creo que les falta tomarse las cosas más humor, es decir... ¡Bajemos un poco la intensidad, señores y señoras!

Volviendo al tema de Marlon, él suele visitarme cuando:

ü No tiene comida en su departamento.

ü Consigue una nueva conquista, a la cual le da "clases de cocina".

Sí, nada lindo.

Técnicamente hablando porque: es inevitable destacar que mi vago/mujeriego amigo, tiene ese encanto que le gusta a todas las mujeres. Ya saben, buen cuerpo, lindo cabello rizado, impactantes ojos verdes y un... talento muy bien desarrollado.

Sí, él es guapo, no lo niego. Pero, ¡que el cielo te proteja si te enamoras de él!

Suerte que yo no estoy dentro del rango de sus conquistas, sin embargo, mi ego herido no deja de preguntarse por qué a lo que él responde todo el tiempo que veinte- veintitrés no son una combinación de buena suerte. Cosa que no me hace sentir convencida, pues tres años de edad no son una distancia de años luz como Marlon lo hace ver. Pero él defiende su afirmación alegando que yo tengo una inocencia incorruptible.

Cosa, con la que no estoy de acuerdo, si de literatura hablamos.

Ahora me encuentro esperando el bus para ir a casa. Antes solía conducir un hermoso Volkswagen escarabajo, pero mi padre decidió llevárselo para un "mantenimiento" y hasta ahora no he vuelto a verlo. Papá es un tipo extraño con nosotras, es como si actuara en beneficio de otros. Y bueno, ya sé claramente hacia qué familia se inclina más.

Llevo un vaso de jugo en la mano derecha, y sobre mi hombro, cargo un pesado bolso lleno de libros y demás cosas universitarias. Tengo el presentimiento de que me será muy dificultoso subir al autobús y mantener el equilibrio en el trayecto. Cuando el bus llega, tomo un respiro antes subir. No quiero derramar mi bebida sobre la cabeza de nadie; la última vez que ocurrió, fue con un apuesto chico y, definitivamente, no fue una experiencia agradable.

Y no, no me miró como si fuera la octava maravilla del mundo después de vaciar jugo de papaya en su rubio cabello. Todo lo contrario, él me maldijo entre dientes y dijo que era torpe.

Baboso.

Piso el primer escalón con cuidado y me sorprendo al ver que mi equilibrio ha mejorado. Esta vez el autobús espera a que pueda estabilizarme antes de arrancar, y agradezco interiormente por su amabilidad. Camino a paso lento a través del pasillo buscando un asiento libre, pero para infortunio todos están ocupados. Oigo el motor del bus rugir, lo que me indica que está a punto de arrancar y que este día no me ha tocado un conductor pacífico. Les doy una mirada rápida a los pasajeros, todos giran hacia su ventana lateral ignorando que están frente a una chica que tiene pánico a los baches. ¡Oigan, si no quieren jugo de papaya en su cabeza, sean amables!

Unos toquecitos en mi brazo me obligan a girar, mis ojos se chocan con un rostro muy agradable. Aprieto con la mano derecha mi vaso, no quiero derramar este pegajoso jugo sobre ese sedoso y sexy cabello castaño. Y mucho menos quiero que esas gotas caigan sobre esa frente prominente y se dispersen por esas mejillas apachurrables. Tampoco quiero manchar esa chaqueta azul y esa camiseta blanca, que se le ciñe tan perfectamente bien al torso.

WHEN SHE WAS HIS FRIEND.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora