C A P I T U L O 01

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Capítulo 01:

No se lo podía creer, aquella chiquita a la que tanto detestaba estaba allí, con SU novio, lo estaba besando, claramente él la había besado a ella, pero si hubiese tenido si quiera un poco de dignidad, se hubiese apartado de él a pesar de la fuerza que este pudiera imponer, pero no lo hizo, se dejó llevar, sin pensar en lo que estaba haciendo. Es que, estaba claro, era Luna, y nunca pensaba en lo que hacía. Al menos ella siempre la había visto de esa manera. 

La euforia que estaba dentro de ella la dominó e hizo que se fuera del lugar donde estaba, enojada, con las ganas más grande de querer tomar por el cuello a la pequeña mexicana que, desde que llegó a su casa, arrasó hasta con el nido del perro que no tenían. Si el mismísimo Satanás hubiese cruzado en frente de ella, no dudaría en quitarlo de su camino. Era una realidad que a pesar de todo, la rubia amaba a Matteo, ¿Y él cómo le pagaba? Tomando a Luna y dándole menudo beso en frente de todo el público. ¿Dónde había quedado ella en ese momento? ¿Es que acaso no se acordó de que también ella los vería? ¿Tan poco importaba ella para él? 

No quería ni mostrar su rostro, pero tampoco se iba a dejar vencer de una manera tan fácil sin oponer resistencia. No. Eso era solo para los débiles, y ella no lo era ¿No es así? 

Esto no acaba aquí Lunita, sabrás quién es Ámbar Smith. Pensó la rubia de ojos claros, lanzando un cepillo para el cabello al suelo. Se vio en el espejo de manera diabólica intentando concentrarse para pensar en algo que le ayudara a desprestigiar a la mexicana. Pero estaba muy dolida aún y los únicos planes que le llegaban a la mente eran ahorcar o asesinar a mano armada a esa que, con solo pronunciar su nombre, quemaba su garganta como si se tratara de un hierro caliente entrando por esa cavidad. 

Por otro lado,al chico enamorado de cabellos castaños,  se le rodaban las lágrimas sin pedir permiso. Algo en su interior había cambiado, algo dentro de él había muerto al ver como el chico fresa besaba a la persona de quien estaba enamorado desde hace tiempo. Sintió como algo dentro de sí se rompió, justo como hacen esos bombillos de cristal cuando impactan fuertemente contra el piso. Así era su corazón, brillaba intensamente, pero era desgraciadamente muy sensible. Luna al parecer no estaba consciente de ese pequeño detalle acerca de él. 

—Luna... —susurró limpiando con su hombro una lágrima que se deslizaba por su mejilla. Eso parecía una mentira. ¿Por qué tenía que ocurrir justo hoy? Quizás fue lo mejor, porque viendo lo que ahora vivía, sin siquiera haber podido realizar su pregunta, ya sabía su respuesta. 

Este tampoco lo soportó y salió de allí con el corazón hecho añicos. No lo podía creer, Luna sabía que él gustaba de ella y aún así fue y besó a Matteo, ¿No se daba cuenta que con solo mirarlo le hervía la sangre y se hiperventilaba?. No era justo. Nada era justo con él, porque enamorarse de tu mejor amigo o amiga, es una de las peores cosas que te pueden llegar a pasar. 

Quería gritar a los cuatro vientos lo mucho que le dolía aquella situación... ¿Pero de qué serviría? De nada. Nadie se preocuparía por él, porque ahora no se podía sentir más solo. La pequeña era todo lo contrario a él, porque él siempre estaba cuando ella se sentía sola, ¿Verdad? En los momentos felices estaba a su lado, pero en los momentos tristes era mucho más. Ahora notaba que en su relación de amistad, él fue el único que puso de su parte para que funcionara, Luna fue como un solo ladrillo para un castillo que él construyó solo y sin ayuda de nadie, solo fue un espejismo de una amistad que nunca existió.

Era duro darse cuenta de que siempre estuvo solo, siempre se había engañado a sí mismo. 

Caminaba por los pasillos de aquel lugar y sin darse cuenta dónde estaba, llegó al Backstage, donde una rubia se encontraba retocando su maquillaje, no quería que se notaran los indicios de que había estado llorando, no quería que la vieran débil. Ella siempre sería fuerte ante todos, no importara qué. 

Iba a irse de allí pero unos pequeños y casi inaudibles sollozos lo detuvieron, eran de la súper chulita, que, seguramente estaba en sus mismas condiciones. La comprendería si así fuera, porque, aunque se hacía extraño aceptarlo, ambos tenían el mismo dolor ahora. 

No lo engañaba, aunque intentara de mil maneras demostrar o aparentar que el muchacho aquel no le interesaba, los estúpidos intentos de darle celos eran evidentes. Hasta él mismo había sido un objeto para llevar a cabo aquella acción. 

—¿Cómo pudiste...? Yo te quería de verdad —mencionaba la rubia mientras unas cristalinas lágrimas caían de sus hermosos orbes azules que, ahora se encontraban rodeados por un feo color rojizo que opacaba su belleza —. Te quiero, en verdad... 

El mexicano se acercó a donde estaba aquella bella chica, sí, a pesar de ser odiosa y engreída era muy bonita. Lo que ella hiciera, no era una excusa para decir que no era atractiva, lo era, muchísimo. Pero su manera de comportarse era una cosa completamente diferente. 

—Oye... —llamó su atención, dando pequeños y cortos pasos cada vez entrando de a poco en su circulo vital—¿Te sientes bien? —preguntó mirándola con lástima. Ese había sido un grave error. Ámbar odiaba que la miraran de esa manera, era una humillación. 

—¿Y eso a vos qué te importa? —respondió alterada —Es más... ¿Qué hacés aquí? —se levantó de su silla y le reclamaba odiosa, como era de esperarse.

—Perdón, Ámbar... —se disculpó —Sólo quería saber si estás bien. Es todo —respondía agitando sus manos, borrando de su cabeza, la idea de seguir acercándose. Si lo hacía, esa silla terminaría estampada en mitad de su rostro, eso era muy seguro.  

—Como te dije antes: no te importa, Simón. Mejor andate de aquí. No, mejor, ¿Sabes qué? Mejor me voy yo —dicho eso, la rubia se alejó del muchacho y comenzando a caminar en dirección a la misma puerta por donde, segundos antes, había entrado él. 

—Cómo sea... —exhaló cansado, el aire que no supo en qué momento empezó a retener —Sólo quería ayudar...

Dijo Simón y Ámbar, quien se había detenido al escuchar la voz de el mexicano, se fue de allí limpiando disimuladamente una lágrima pequeña que cruzaba su rostro con desdén y decadencia. Pero antes de de cruzar la puerta de aquella habitación, regresó por última vez su vista a la suya y se enserió, como si fuera posible, todavía más de lo que estaba antes. 

—No necesito la lástima de nadie... Y mucho menos la tuya...

Continuará...

¡Corrigiendo!

Todavía recuerdo cuando comencé a escribir este fanfic 7n7 

Olvidémonos de ellos |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora