# ¿Qué he hecho? #

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* Aidan *

La clase de Física se estaba haciendo realmente eterna y pesada. Intentaba prestar algo de atención, ya que no es una asignatura que realmente me desagrade, pero hoy, no se el por qué, mi cabeza estaba en otra parte, muy lejos de allí.

Desde donde yo me sentaba notaba una inquietante mirada que provenía del fondo de la clase, ni más ni menos que de Izan. Ese idiota descerebrado coincidía, por desgracia, en la mayoría de las clases conmigo. No lo veía, no me digné aprestarle la más mínima atención, en su lugar, dirigí de nuevo mi vista al encerado, intentando concentrarme en la retahíla de números y ecuaciones que Don Rodrigo escribía a una velocidad asombrosa.

Sigo sin entender como, estando la pizarra en blanco, aparto la mirada unos segundos, o incluso parpadeo, para encontrármela luego repleta de problemas resueltos y sin resolver. Es impresionante como el mundo se pone en mi contra incluso en eso... suspiro... si solo fuese en eso...

Algo impacta en mi nuca, pero lo ignoro, como si no hubiese pasado nada. Unos segundos más tarde, otro pequeño objeto golpea mi cuello, esta vez, para quedarse ahí pegado. Un escalofrío producido por el asco recorre mi columna y en mi rostro se dibuja una mueca que mezcla el desagrado y la ira. Pasa relativamente poco tiempo para que, una tras otra, sean lanzados hacia mí más de esos asquerosos objetos, cubriendo una considerable zona de mi cuello y sudadera. Aprieto los puños de rabia y miro el reloj.

- Solo unos minutos más... - susurro para mí mismo - Ya está acabando este infierno...

Pero estaba muy equivocado. El infierno aún estaba por comenzar...

Cuando sonó la campana del receso sentí una liberación que no podría explicar con palabras. Me dirigí al baño de hombres del piso superior, el menos frecuentado, pues no quería encontrarme ni hablar con nadie.

Sí, sé lo que cualquiera persona pensaría: "Qué chico tan antisocial, después se queja de estar solo y no tener amigos ni gente a su alrededor". Antisocial... hasta yo me describiría así. Río con sarcasmo de mis propios pensamientos. Pero cada cuál tiene sus razones, y yo tengo las mías... pero eso es otra historia.

Cuando estaba frente al espejo del lavabo procedí a limpiar esa pegajoso y desagradable broma que había tenido como diana mi persona. Como había pensado, se trataba de bolitas de papel, impregnadas en saliva, a saber de quién... Debería estar acostumbrado a estas cosas, ya que para mí son algo... "habitual" en mi desastrosa existencia. Me lavé la cara con agua y, cuando ya tenía mi mano en el picaporte y me disponía a salir, la puerta se abrió con fuerza, tirándome al suelo de espaldas.

- ¡¿Pero qué?! ¡Vaya pedazo de animal!

- ¿Necesitas ayuda princesa? - se escucharon carcajadas de fondo.

Ya conocía esa voz, y era la que menos quería escuchar. Sin levantar la mirada del suelo me levanté y sacudí mi arrugada ropa.

- No, creo que puedo solo. - levanté al fin la cabeza y le sonreí a Izan - Además, no creo que tú seas el prototipo perfecto de príncipe azul para que acepte tu ayuda.

Su expresión de burla se tornó en una de ira que haría temblar a cualquiera. Apretó los puños con fuerza y se acercó. Cuando iba a agarrarme del cuello de la sudadera lo esquivé y me escapé de su intento de ataque. Frustrado, Izan se abalanzó sobre mí de nuevo, pero conseguí escurrirme entre todos sus fans allí presentes tras coger mi mochila.

Comencé a correr como alma que lleva el diablo hacia la azotea del instituto, esperando que no hubiese nadie. Subí las escaleras y, cuando alcancé mi destino cerré la puerta detrás de mí. Me apoyé en ella y cerré los ojos, respirando con dificultad.

GAME OVER (yaoi/BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora