II

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Louis

Desperté de pronto y abrí como pude los ojos. Al instante comprendí que había alguien armando jaleo, razón de mi repentino malestar. Bostecé y me tumbé boca arriba, aún atontado. ¿Qué hora sería y quién estaba haciendo ruido? Seguramente habían venido los chicos, pero eso significaba que debía ser tarde.

Me tomé mi tiempo para incorporarme. Subí la persiana dejando que los tímidos rayos de luz me cegaran momentáneamente; un extraño y saludable sol parecía saludarme desde lo alto del cielo. Si habían venido los chicos, no podía seguir en la cama; en cualquier caso, de no levantarme por mí mismo, ellos se encargarían de hacerlo.

Fui al baño a lavarme la cara y, sin saber por qué, la imagen de la chica de la noche anterior acudió a mi cabeza. A pesar de su evidente tristeza,de un cansancio que dominaba todos sus movimientos y del mal humor que cualquier tendría en una situación así, la sonrisa permaneció en su rostro más tiempo del que cualquiera hubiera esperado. Pareció divertirse, en cierto modo, a mi lado. Y todo sin saber quién era. No había olvidado la forma en la que atrapaba sus simpáticos rizos y jugaba con ellos como si no se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Sonreí mientras me observaba en el reflejo que me devolvía el espejo. Hacía tiempo que una chica no captaba mi atención, ¡y ni siquiera sabía su nombre! Aunque eso pronto dejaría de ser un problema. No iba a quedarme de brazos cruzados esperando que la suerte volviera a ponerla en mi camino: yo mismo iría en busca de esa suerte.

Me vestí con rapidez y fui hasta el salón, donde Harry y Niall estaban echando uno de nuestros típicos campeonatos de fútbol con la Play. Así permanecimos el resto de la mañana.

El recuerdo de la chica del parque no desapareció en todo el día.

Judith

Salí de trabajar aún más cansada que el día anterior. Ejercer de camarera era realmente agotador, incluso tratándose de un miércoles, cuando los bares no solían llenarse. Afortunadamente, esa noche iba directa a casa, pues no tenía ninguna gana de ver a Max. Apenas había cruzado tres frases cortas con él durante todo el día. Y no me apetecía que fuera de otra manera.

Retiré esos pensamientos de mi cabeza y me sumergí en el abarrotado metro de Londres. Hacía ya unas cuantas horas me había prometido no dedicar a Max más pensamientos de los que realmente merecía y me reproché a mí misma no ser capaz de poner un punto y final a una relación que, como bien había apuntado Rosa, como yo misma sabía, había dejado de ser sana. ¿Cuál sería la última oportunidad? ¿Por qué costaba tanto decir adiós?

En cambio, en Louis Tomlinson sí pensé. Pensé mucho. Quizá demasiado. Me pregunté un millar de veces cómo podía no haberle reconocido desde un primer momento. Es cierto que estaba oscuro, y que mi aturdimiento bien podía con todo, pero esa no era excusa suficiente... ¡Louis Tomlinson! ¡Se trataba de Louis Tomlinson!

¡Y su voz! ¿Cómo no pude darme cuenta de quién me estaba hablando?"Porque eres idiota", me dije, con una divertida amabilidad. El único punto positivo que encontraba a aquello era que a él parecía no haberle disgustado mi falta de luces. Eso me alegraba.

Rosa se había enganchado al fenómeno de One Direction hacía un par de años y me había arrastrado con ella tanto como le había permitido, lo suficiente para saber reconocer a cada uno -o eso pensaba hasta el día anterior- y para adorar alguna de sus mejores canciones. Lo suyo iba más allá: aquellos muchachos la tenían encandilada. Al principio, había resultado divertido ir viendo cómo una persona que ya había entrado en su edad adulta caía rendida, poco a poco, a un encanto de cinco chicos que explicaba por qué tenían el mundo a sus pies.

All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora