Capítulo 8

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20 años atrás

Macao y Wakaba estaban sentados alrededor de una mesa, disfrutando de una jarra de sake. El calor del verano había llegado para instalarse definitivamente en la ciudad de Magnolia y ninguno de los dos se sentía con fuerzas para salir a hacer ninguna misión, mucho menos cuando en el gremio tenían todo lo que necesitaban: sombra y bebida fría.

—¿Por qué os encuentro justo en la misma mesa y haciendo lo mismo que cuando me fui?

Los dos muchachos giraron sus cabezas. Parpadearon varias veces, como si la persona que tenían frente a ellos fuera un sueño. Pero, no, no lo era. Syrene Plassmeyer les miraba sonriente, con sus brazos en jarras. La muchacha se acercó hasta ellos y les abrazó, siendo un regalo para los oídos de los dos chicos su risa cantarina. Llevaban muchos meses sin verla y, cada vez que se iba a hacer una misión, su sonrisa y su espíritu bondadoso dejaban cojeando al gremio.

—No sabíamos que habías vuelto ya —comentó Wakaba mientras Syrene tomaba asiento frente a ellos.

—En realidad regresé hace un par de semanas, pero he estado descansando. En esta ocasión, el trabajo ha sido más duro de lo que pensamos en un primer momento.

—El Maestro nos dijo que completasteis la misión con éxito —añadió Macao—. ¿Os habéis dado cuenta que Gildarts y tú sois ahora mismo uno de los equipos más fuertes de Fiore, si no el más fuerte?

—Qué va —Syrene se rascó la nuca avergonzada—. Es él el que hace todo el trabajo.

Una de las camareras se acercó hasta la mesa y dejó sobre ella un batido de fresa. Durante unos minutos, las dos chicas conversaron sobre el tiempo que llevaban sin verse y aprovecharon para ponerse al día mientras Wakaba y Macao seguían observando con curiosidad a Syrene. Había llegado sola al gremio y, según les había informado, habían terminado la misión hacía dos semanas, pero nadie había visto a Gildarts.

—Por cierto, ¿dónde está Gildarts? —cuestionó Macao de repente, interrumpiendo la conversación entre las dos chicas.

—¡Ah sí! —Syrene dio un respingo, emocionada por lo que tenía que contarles— Durante estos meses fuera conocimos a una mujer extraordinaria. Se llama Cornelia. Pero, como viene siendo habitual, Gildarts es un cabezota. Le dije que debía sentar cabeza y espero que lo haga. Es una mujer verdaderamente impresionante.

—Espera... —Macao enarcó una ceja— ¿Gildarts? ¿Con una única mujer?

—Esta vez creo que sí que está enamorado de verdad. Aún así, me costó convencerle para que intentara conocerla más, ya sabéis cómo es... Pero creo que, esta vez, sí puede florecer el amor —Syrene rio y Wakaba y Macao se miraron.

Syrene lucía radiante, incluso podía decirse que irradiaba luz propia. Había sido así desde que le había conocido a él. No obstante, aunque la muchacha estaba mucho más guapa y alegre, algunas personas en el gremio, concretamente las que más la conocían, tenían serias dudas sobre su relación con un joven llamado Hururo Garbith. No es que pareciera un mal chico a primera vista, sino todo lo contrario, pero, si por algo se había caracterizado Syrene siempre, era por su inocencia, por lo que sus amigos más cercanos del gremio y el propio maestro se esforzaban para que nadie pudiera hacerle daño. Syrene era un miembro muy apreciado dentro de Fairy Tail.

—Eso me recuerda... —Syrene se quedó pensativa unos instantes— Solo vine a hacer una visita. Hururo me ha propuesto hacer en esta ocasión una misión con él —sonrió.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Wakaba, visiblemente preocupado. Normalmente, Gildarts siempre estaba alrededor para asegurarse de que todo fuera bien, pero ahora que estaba fuera temía que Syrene nunca volviera. Había algo en ese tipo que no terminaba de convencerle.

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⏰ Last updated: Jun 30, 2016 ⏰

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Fairy Tail: La luz de Sefirot [EN HIATUS]Where stories live. Discover now