capitulo 2

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Sakura tenía los nervios de punta durante la espera; estaba literalmente temblando. No debía haber permitido que Ino la convenciera; ni siquiera con el argumento de que la mirada petrificada de Naruto Uzumaki repararía todas sus heridas.

«Dulce venganza», le había dicho. Pero en ese momento, no creía que la representación pudiera servir de nada. Se disgustaría enormemente si Naruto no la reconociera o no la recordara, pero también la molestaría todo lo contrario.

Sin embargo, allí estaba, en la puerta de una carpa en la Colina del Observatorio. Demasiado tarde para cancelar la actuación. En el interior, alguien estaba leyendo un discurso que provocaba verdaderas carcajadas. Había alrededor de cien invitados, todos vestidos de noche. Ino había podido comprobar que se trataba de una multitud adinerada.

Los laterales de la carpa eran de plástico transparente para que los invitados pudieran disfrutar de las hermosas vistas. Se veía todo el puerto, el espléndido puente colgante y el maravilloso espectáculo de luces que ofrecía Sidney de noche.

Sakura estaba esperando fuera, escondida tras el coche, mientras su amiga observaba los acontecimientos desde la puerta. Cuando llegara el momento oportuno, le haría la señal acordada.

La proximidad del coche la consolaba un poco: al menos podría salir corriendo si algo salía mal. Diez minutos, pensó, solo diez minutos haciendo de hada y después podría marcharse. Ino se había vestido elegantemente para la ocasión: llevaba un vestido de satén verde que se ajustaba perfectamente a su figura. Estaba muy atractiva. Era obvio que su intención era quedarse, pero le había prometido que ella misma la llevaría a casa si así lo deseaba.

La gente estalló en aplausos y el corazón de Sakura comenzó a latir desaforadamente. Ino levantó la mano, la señal para empezar. Sakura cerró los ojos durante un segundo y rezó para que sus alas no se desprendieran, para que la cola no se le enganchara en ningún sitio, para que sus cuerdas vocales no le fallaran, para que el mecanismo de los polvos mágicos funcionara a la primera. «Que sea una actuación perfecta», rogó.

Shikamaru Nara sonrió a su audiencia cuando el aplauso cesó.

-¡Por favor! ¡Continuad en vuestros asientos! Tenemos una pequeña sorpresa para Naruto Uzumaki que añada un poco de magia a este día tan importante de su treinta cumpleaños.

De las mesas se elevó un murmullo de curiosidad. Después, con paso altanero, se bajó del escenario y se dirigió a la mesa que compartía con su amigo. No cabía ninguna duda de que Shikamaru tenía un buen día, pensó Naruto. Había leído un discurso muy entretenido y ahora se sacaba otra sorpresa de la chistera.

En ese momento, comenzaron a escucharse exclamaciones de sorpresa; « ¡oh! ¡Vaya! ¡Mira!»

Naruto se volvió. Al principio, no podía dar crédito a sus ojos: ¿una increíble y radiante chica con dos alas transparentes? Después, cuando pudo verla mejor, lo entendió todo y estalló en carcajadas: su socio le había conseguido un hada de cuento ¡y con varita mágica y todo!

-Un poco infantil ¿No te parece Shikamaru? -intervino Hinata.

Naruto apretó los dientes mordiéndose la lengua para no mandarla a paseo. Pero Shikamaru le lanzó una sonrisa de satisfacción.

-Le estoy ofreciendo a Naruto un toque de romanticismo, Hinata. Realmente lo necesita.

Naruto sintió cómo la mujer farfullaba algo. Ella, por supuesto, no podía entender la broma. Pero a él ya no le importaba lo que pudiera pensar o hacer. De hecho, si aquella varita la hacía desaparecer, mucho mejor.

Naruto sonrió al hada. No la dejaría olvidada en una repisa si la tuviera para él y tampoco necesitaría mucha magia para reavivar su deseo. Era la mejor fantasía que había visto en carne y hueso. ¡Y menuda carne!

Una Venganza Muy DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora