Parte 4

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10

Sábado: 1:40pm

—Cromofóbico.

No había más nada que decir.

Esa palabra explicaba todo.

—¿Qué?

—Cromofóbico. Así es como me defino a mí mismo.

—¿Por qué? —me interpeló con una cara confusa. Mantenía su lápiz cerca del cuaderno, lista para escribir—. Explícame.

—Es mi turno de hacer una pregunta —me incliné hacia ella—: ¿cómo es que sabías el promedio de incidencia de los trillizos albinos?

—No lo sabía.

Me recosté otra vez de la silla.

Una de las cosas que no me gustaban acerca de los centros comerciales eran las mentiras.

Cada vez que veía un afiche publicitario con una enorme y suculenta hamburguesa deducía que eso era mentira. La hamburguesa real no solía ser tan grande ni tan suculenta.

Cuando me encontraba con una prenda de vestir exhibida en un fornido maniquí me daba cuenta de que eso era un engaño. A nadie le quedaba la ropa tan bien como a los maniquíes.

Cada vez que me acercaba a un vendedor y este me decía que cierto teléfono era lo mejor y lo más avanzado en tecnología me reía. Sabía que un par de semanas después aparecería otro teléfono nuevo que sería, al igual que su antecesor, lo mejor y lo más avanzado.

Incluso las personas se mentían unas a otras constantemente en un centro comercial.

Era algo normal.

Común.

Nadie venía a sitios como este para decir la verdad, venían para engañarse ellos mismos y ser engañados por otros.

Con la inteligente Karina, sin embargo, quería sostener una conversación honesta.

Quería romper el protocolo.

Quería obtener tanta información de esa niña como ella seguro esperaba obtener de mí.

—Si me dices la verdad nuestra plática será más fluida.

—Te estoy diciendo la verdad. A las únicas personas que les miento son mis tíos. —Cerró el cuaderno de golpe—. Y aun cuando supiera de antemano la respuesta a tu pregunta, ¿qué es lo que te sorprende? Todo el mundo sabe o quiere saber todo sobre ustedes.

—No —miré hacia donde estaban las personas que transitaban por los pasillos; algunos se detenían brevemente, nos señalaban y luego continuaban la marcha—, las personas quieres saber tonterías, cosas como: qué tipo de pasta dental usamos, cuándo nos cortamos las uñas, por qué no nos bañamos, cuántas veces comemos al día, cuántas horas dormimos. Tonterías. Tú, por el contrario, sabes algo que yo pensé que nadie se interesaría por saber.

—¡Uy! —abrió el cuaderno nuevamente—. Eres más terco que tu hermano. ¡No lo sabía! ¡No lo sabía! Soy buena multiplicando. Eso sí, pero no lo sabía. Y punto. Ahora, siguiente pregunta: ¿tienes novia?

—¿Por qué tengo que responder tus preguntas si tú no respondes las mías?

—Sí te respondí. Si no me crees eso es problema tuyo. ¿Tienes o no tienes novia?

—No.

—¿Eres gay también?

—¿Perdón?

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2016 ⏰

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