36. Baile, zorras, y un idiota enamorado.

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— No me queda otra opción, Diana me va a arrastrar ahí como cada año de todas formas. — se quejó. — Ahora que lo pienso, ¿con quién irás al baile?

Tragué saliva. Había olvidado ese detalle por completo.

— P-pues, obviamente, iré con una chica. — tartamudeé.

— ¿Con quién? — me miró, curiosa, y pensé en algún nombre pero no se me ocurrió nadie.

Finalmente, suspiré, a lo que Annie comenzó a reírse.

— Ya me lo esperaba. — mostró una sonrisa burlona, a la vez que colocaba una cinta sobre una de las muchas sillas.

— ¿Te estás burlando de mí? — até un globo a esa misma silla y negó con la cabeza.

— Yo tampoco tengo a nadie con quien ir, pero no es algo que me importe. — se encogió de hombros y volvió a su tarea de atar cintas alrededor del respaldo de las sillas.

Por un momento, la idea de invitarla a ir al baile conmigo cruzó mi mente, y me golpeé internamente a mí mismo por ello.

Todavía no, Chris, no es el momento.

Cogí aire y até otro de los globos en otra silla.

— Dejando eso de lado. — añadió, y me miró. — ¿Ya sabes qué harás después de graduarte?

— ¿Qué con las preguntas sobre mi futuro? — pregunté, y me crucé de brazos.

— Es porque sé que te molesta. — rió y negué con la cabeza, divertido.

— Eres la misma Annie que conocí hace casi cuatro años. — suspiré. — Con la única diferencia de que ahora estás loca por mí. — sonreí pícaramente antes de dirigirme de nuevo a la mesa.

— Y tú eres el mismo idiota que, por desgracia, tuve que conocer.

— No puedes defenderte siempre llamándome idiota, ya no sirve como excusa.

Me enseñó su dedo de en medio y volví a sonreír, victorioso.

Vi a Rebecca caminar en nuestra dirección y Annie arqueó una ceja. Era evidente que todas las personas relacionadas con Madison le caían mal, y Rebecca no era la excepción.

— ¡Holita, Chris! — exclamó alegremente, caminando más rápido.

— Hola, Rebecca. Uh, te veo diferente... eh, ¿te operaste los pechos de nuevo? — pregunté, y sonreí de lado.

— Qué gracioso eres, bebé. — añadió, con voz chillona. — Tan sólo llevo un labial nuevo, ¿ves?

Señaló sus labios y Annie hizo una mueca extraña, como si fuera a vomitar.

— Hay una cosa que quería decirte, Chris. — empezó a decir, seriamente. — ¿Vas a volver con Madison?

— ¿Por qué debería hacerlo? — fruncí el ceño y se acercó más a mí.

Ew, desde aquí se siente el bótox.

— Porque ella te quiere, ¿acaso no es obvio? — soltó una pequeña risita.

— Irónico teniendo en cuenta que ella está a punto de tener un hijo, ¿no crees? — soltó Annie, y la fulminé con la mirada.

— ¿Que Madison está qué? — gritó, mirando a Annie.

— ¿Por qué no se lo preguntas a tu compañera de aventuras salvajes?

— ¡Annie, por favor! — la reñí entre dientes, reprimiendo la risa.

— Mírala, nos tiene envidia porque sigue siendo virgen, pobre. — le soltó, y Annie puso los ojos en blanco. — Tengo que irme, ¡bye, chicos!

Tras decir eso, se fue corriendo en dirección al pasillo y solté una pequeña risa.

— Bien, demonios, ahora sí que podemos decir que le hemos arruinado la vida. — rió Annie, y volvió a su tarea de decorar las sillas.

— Ella ha estado arruinando la nuestra durante años, así que, ¿por qué no? 

Cuando terminamos de decorar todas las sillas, nos dirigimos de nuevo a los pasillos, y Annie se apoyó en las taquillas.

— Estoy cansada. — suspiró, y me reí.

— ¿Estás cansada de tan sólo colocar lazos en un par de sillas?

— Es la verdad. — me miró a los ojos y sonrió.

— Bien, tengo que admitirlo, también estoy algo cansado. — reí de nuevo.

— ¿Crees que las Jones irán al baile? — suspiró, y fruncí el ceño.

— Si no están castigadas, supongo que sí.

— Esto va a ser horrible, definitivamente. — golpeó la parte trasera de su cabeza contra las taquillas y solté una risa.

— Me tienes a mí. — levanté ambas cejas, a lo que rodó los ojos.

— Por cierto, Aaron también se gradúa este año, quizás vaya al baile también, ¿no crees?

Sentí mi corazón latir tan rápido que por un momento pensé que se me iba a salir del pecho. Agaché la cabeza y hice una mueca.

— ¿Por qué sigues tan pendiente de Aaron? Si aún sientes algo por él, sólo dilo.

— ¿A qué te refieres? — murmuró.

— Lo he intentado, pero ¿sabes qué? Puedes irte con Aaron, si eso es lo que quieres. — me dí la vuelta para irme, pero me agarró del brazo, impidiendo que me fuera.

No está bien, esto no está jodidamente bien.

— ¿Qué te pasa, Chris? — preguntó, hablando algo más bajo que antes, y se acercó a mí.

— ¿Qué me pasa? ¿En serio? — exclamé, incrédulo, y me pasé las manos por el cabello.

— No te entiendo. — su voz se volvía a encontrar en un nivel más alto que el mío.

— ¿Por qué no puedes darte cuenta, Annie? — solté sin pensar, y sentí un nudo en la garganta justo antes de continuar. — ¿Por qué no puedes salir de tu estúpida pequeña burbuja y darte cuenta de que me encantas?

Ella no pronunció una sola palabra más y retrocedió un paso.

Mierda, esta vez sí lo he arruinado todo.

— ¿Qué? — se limitó a decir, con un hilo de voz.

— Me gustaría poder explicártelo, pero, la verdad, es que ni siquiera yo lo entiendo. — empecé a decir, inseguro, pero manteniendo mi tono de voz. — He intentado olvidarte, Annie, pero no puedo. Me entristece pensar que no estaré con alguien que odie a todo el mundo, que sea divertida a su manera, que piense que las galletas son lo mejor del universo, que adore las estrellas, que le fascine hasta la más mínima cosa, que diga una cosa y haga la contraria, que tenga una risa extraña, que piense que el rosa es infantil, que odie la mortadela, que crea que soy un idiota. Me entristece pensar que no estaré contigo.

Apoyé ambas manos sobre las taquillas, quedando Annie entre éstas y yo.

— Eres orgullosa, fría, inmadura, torpe, bipolar, y algo tonta a veces. — murmuré, y me mordí el labio inferior. — Pero no puedo evitarlo, Annie. Estoy terriblemente enamorado de ti.

No soy tu princesa.©Where stories live. Discover now