Capítulo 20

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Los días posteriores a esto parecieron un sueño. De hecho, francamente, no puedo decir cuantos días pasaron. Quizás solo fue uno. Quizás fueron cien. Perdí la pista del día y la noche. Mi tiempo se dividía en Dimitri, o no Dimitri. El era mi mundo. Cuando el no estaba allí, los momentos eran una agonía. Los pasaba como mejor podía, pero siempre parecían prolongarse. La TV era mi mejor amiga en esas ocasiones. Me acostaba en el sofá durante horas, solo la mitad de ellas sabiendo que estaba pasando. De acuerdo con el resto de lujos de la suite, yo tenía acceso a la televisión por satélite, lo que quería decir que había algunos programas americanos. La mitad del tiempo, creo, no estaba segura de si esta en Ruso o en ingles. Inna siguió con sus visitas periódicas. Me traía mis comidas y hacia la colada - llevaba los vestidos ahora - y esperaba de ese modo silencios típicos de ella para ver si necesitaba algo más. Nunca necesite nada más de ella. Solo necesitaba a Dimitri. Cada vez que ella se marchaba, una parte de mi recordaba que se suponía que tenia que hacer algo... seguirla, eso era. Había tenido algún plan acerca de comprobar la salida y usarla como un modo de escape, verdad? Ahora, ese plan no se sostenía. Parecía mucho trabajo. Y luego, finalmente, Dimitri me visitaría y la monotonía se rompería. Nosotros estaríamos sobre mi cada, abrigados en los brazos del otro. Nunca teníamos sexo, pero nos besábamos, nos tocábamos, y nos perdíamos de forma maravillosa en el cuerpo del otro - a veces con muy poca ropa. Al cabo de un rato, encontré difícil de creer, el miedo que le había tenido con su nuevo aspecto. Seguramente los ojos eran un poco espantosos, pero el era... todavía magnifico, e increíblemente atractivo. Y después de hablar, a veces durante horas, le dejaba morderme. Entonces conseguía aquella ráfaga... esa inundación maravillosa, exquisita de las sustancias químicas que quitaban todos mis problemas. Independientemente de lo que antes pensara sobre la existencia de Dios, desapareció en estos momentos, pues seguramente yo tocaba a Dios cuando me dejaba ir por la mordedura. Esto era el cielo. "Déjame ver tu cuello" dijo el un día. Estábamos tendidas juntos como siempre. Yo estaba de lado, y el acurrucado contra mi espalda, con un brazo alrededor de la cintura. Me di la vuelta y me aparte el pelo de donde este había caído en mi cuello y clavícula. El vestido que llevaba hoy era de una tela ligera y ceñida.

"Ya?" pregunte. Por lo general, el no me mordía hasta el final de sus visitas. Mientras una parte de mi añoraba esto y esperaba con anticipación sentirlo otra vez, no disfrutaba de estos momentos antes de horas. Era cuando las endorfinas en mi sistema estaban mas bajas y era capaz de manejar algún tipo de conversación. Hablábamos de peleas que habíamos estado o en la vida que el se imaginaba para nosotros cuando yo fuera Strigoi. Nada demasiado sentimental - pero sin embargo, agradable. Me prepare para la mordedura, arqueándome con anticipación. Para mi sorpresa, el no se inclino y hundió sus dientes en mi. El metió la mano en su bolsillo y saco un collar. Era oro blanco o platino - no tenia la habilidad para distinguir el que - y tenia tres zafiros azul oscuro de gran tamaño. El me había traído mucha joyería esta semana, y juraba que cada pieza era más hermosa que la anterior. Mire fijamente con asombro su belleza, el modo en que las piedras azules brillaban con la luz. El coloco el collar contra mi piel y lo ató detrás de mi cuello. Pasando los dedos por los bordes del collar, asintió con aprobación. "Hermoso." Sus dedos fueron a la deriva hacia uno de los tirantes del vestido. El deslizo su mano por debajo, enviando un estremecimiento por mi piel. "A juego." Sonreí. En los viejos días, Dimitri nunca tenía regalos para mí. El no habita tenido los medios y yo no los había querido de todos modos. Ahora, continuamente era deslumbrada por los regalos que él parecía tener para cada visita. "Donde los consigues?" pregunte. El metal estaba frío contra mi piel, pero ni de lejos tan fría como sus dedos. El se río astutamente. "Tengo mis fuentes." Aquella vocecita que me castigaba en mi mente, a veces lograba penetrar la neblina en la que yo vivía para decirme que era una especie de gangster vampírico. Sus advertencias inmediatamente fueron aplastadas y se echaron atrás en mi nube soñadora como si no hubieran existido. Como podía alterarme si el collar era tan hermoso? Algo gracioso vino de repente. "Tu eres como Abe." "Quien?" "El tipo que conocí. Abe Mazur. El es una especie de dominador de masa... el estuvo siguiéndome." Dimitri se puso rígido. "Abe Mazur te seguía?" No me gusto la mirada oscura que apareció en su mirada de pronto. "Si. Por?" "Porque? Que quería el de ti?"

Blood PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora