— ¡Niki! Claro, ¿quién más podría empezar una pelea?— Le dice él con un tono burlesco en su voz. Le hace una seña para que lo siga. Ella hace caso y comienza a hacer su camino por detrás de el. Algunos chicos nuevamente han puesto atención en cada uno de sus movimientos como si se tratara de una celebridad.


Me he quedado perpleja, Niki no ha hecho nada y se ha quedado callada. Ni siquiera ha intentado explicar que ella no ha armado ninguna pelea; camina en silencio detrás del director, sin decir una palabra.


Quiero correr y decir que ella no ha hecho nada, y que han sido esas dos chicas, señorita rapunzel y pitufo, pero me da demasiada vergüenza hacer eso.


Antes de que Niki desaparezca por el pasillo, me mira, como si quisiera decir que ella ha sabido todo el tiempo que yo me encontraba allí mirándola. Me sonríe e inmediatamente desaparezco de los escalones y sigo caminando hasta el salón de clases. Siento unas ganas inmensas por ir a espiar lo que está ocurriendo con Niki en este momento en la oficina del director, pero la mayoría de las cosas que pienso se quedan netamente en eso; pensamientos.


Entro al aula y me siento donde siempre; al principio de la sala, al lado de la pared. Hay un asiento vacío al lado mío siempre y nunca nadie quiere molestarse en ocuparlo.


Atrás mío se sientan esos que quieren estudiar pero también hacer algo de vida social; y luego están los del fondo, que nunca ponen ni la más mínima atención a ninguna de las clases y se pasan todo el tiempo haciendo bolsas de papel para tirarlas en la parte trasera de las cabezas de los demás o conversando sobre la nueva película de Disney, o el nuevo juego para play station.


Algunas chicas que han pasado por al lado mío han prestado demasiada atención. Quizás simplemente estoy paranoica con lo que ha pasado ayer, quizás estoy dandole vueltas a un asunto que en verdad no va más allá de una mirada y un saludo.  Me acomodo en mi asiento y siento que alguien se resbala hacia mi en el asiento de de al lado.

Una chica un tanto pelirroja me sonríe. 


— Tu no estas en esta clase— digo yo, de repente sorprendida por esa escondida habilidad social.


Ella ríe por lo bajo mientras saca los cuadernos de su mochila.


— Supongo que ahora si. 


Asiento y saco los cuadernos de mi mochila también. 


— Kate, ¿no es así? — la miro, algo confundida. Pareciera como si de un día para otro todos se hubieran puesto de acuerdo para aprender mi nombre.


Una vez mas, estoy exagerando.


— Eso dice tu cuaderno— explica ella, señalando la portada que le he hecho para que si se me llegan a perder mis apuntes sean devueltos conmigo.


— Claro, claro, disculpa — sacudo la cabeza— Estoy algo distraída.


ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora