Nada es lo que parece

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Nada es lo que parece

(***)

Eris estaba al teléfono y yo daba vueltas por la sala de estar, inquieta.

—Sí, los detectives pasaron por mi casa hace un rato —me informó en un tono de preocupación—. La llamé y la llamé y su teléfono está apagado. Pasé por su casa y su madre está desesperada, piensa que se fue con alguien, pero ambas sabemos que ella haría de todo menos renunciar a los lujos que le da su familia. Entonces, no tengo ni idea de qué ha pasado.

—Yo sí —murmuré. No podía dejar de moverme—. Bueno, es una suposición. La capturaron para La Cacería.

—Pero Benjamin está muerto —objetó ella.

—No fue él, sino alguien más.

—Ajá, pero, si era la presa de él, ¿puede ser la de otro?

—No... no lo sé —confesé.

—Puedes preguntarle a Damián.

Diez minutos después, estaba frente a la puerta de su casa por tercera vez en esa semana. Sabía que él no quería verme, pero aquello era sumamente importante y estaba dispuesta a insistir.

No dejaba de pensar en mi mala actitud con Alicia. No cabía en mi cabeza que lo último que le dijera a una de mis mejores amigas fuera prácticamente que debíamos alejarnos.

Diana me recibió con esa mirada preocupada que siempre ponía al verme, como si temiera de algo. Me pregunté entonces si tenía miedo de que Damián me matara como a su padre, o si tenía miedo del mismo Damián. De cualquier manera, le resté importancia.

—Necesito hablar con Damián y es urgente, muy urgente —insté. Ella formó una fina línea con sus labios.

—Tienes suerte, está arriba.

Subí las escaleras rápidamente rumbo a la habitación. La puerta estaba entreabierta y del interior provenía música. Reconocí algo de rock alternativo. Al menos tenía un gesto común. Si era sincera había llegado a pensar que ni siquiera se permitía escuchar una canción.

Di un par de toques y entré. Estaba recostado en su cama mirando el techo; tenía el torso desnudo, las manos detrás de la cabeza, una expresión somnolienta y parecía estar cantando en voz baja.

Me miró de reojo.

—Vine porque tengo una duda —me apresuré a anunciar.

—¿Una sola? Eso sí es nuevo —dijo y me sonó a burla.

—Bueno, muchas, pero esta es más importante. Si una presa es atrapada por alguien para La Cacería, y ese alguien supongo que... deja ir su presa y la pierde, ¿esa presa puede ser de alguien más?

—¿Atraparon a Alicia de nuevo? —inquirió sin inmutarse.

—Adivina —contesté fingiendo una sonrisa.

—Bueno, sí. Puede ser de alguien más, solo si esa persona la deja ir o la pierde —aclaró con total desinterés—. Pero ya es tarde, Padme. La Cacería es en tres días y tenemos que partir mañana. No hay tiempo para salvar a nadie.

—¡¿Cómo que mañana?! —exclamé. El corazón me latió rapidísimo.

—Cállate, no seas ruidosa —murmuró con fastidio.

—¿No era el nueve La Cacería? —solté, abrumada.

—¿Y qué fecha es hoy? ¿Treinta y dos?

—No, hoy es... hoy... es... —Exhalé con frustración—. Es seis.

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora