Capítulo 4.

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Ayden se encontraba parado frente a mí, con su rostro inexpresivo.
—Escuché un grito y vine a ver que sucedía. —Respondió seco.—¿Dónde están tu padre y tu hermano?

—N-no lo sé.-Fruncí el ceño—¿Cómo fue que t-tú entraste a-aquí?

Por un momento creí ver nerviosismo en sus ojos, pero fue tan rápido que creo que lo imaginé.

—Dejaste la puerta abierta. Deberías tener más cuidado.—dijo acercándose a mí- Podría entrar alguien con malas intenciones.

Su rostro se encontraba a centímetros del mío. Acarició mi hombro desnudo con su mano.

—¿Y tú con que intenciones has venido? —Pregunté dudosa. Mordi mi labio inferior para que dejara de temblar y él centro la vista en mi boca. Mi nerviosismo aumentó.

—Con buenas intenciones, desde luego.—La comisura de sus labios se levanto y sus ojos se oscurecieron.—Pero como no te vistas no sé si podré controlarme.

Admito que me gustó que haya dicho eso, él se veía tan sexy con esa sudadera negra. Sus ojos grises oscuros con su pupila dilatada. Sus labios rojos carnosos. Su perfecta nariz. Su cabello castaño desordenado, y sus tatuajes.

Él sabía lo que estaba causando en mí y usaba eso en mi contra.

—Bueno..—dijo alejándose y relamiendo sus labios.—Ya que estás bien, y todo esta bien puedo irme.

Se dio vuelta y se dirigió a la puerta.
Tomó el picaporte y lo giró.

—¡Espera!—Él dejo caer su mano y se dio media vuelta mirándome expectante.—¿N-no.. T-tú...—me dí la cabeza contra la pared mentalmente.—¿No has visto una chica salir de aquí?

Su mandíbula se tenso notablemente
Y su ceño se frunció más de lo normal.

—No, ahora deja de hacerme perder el tiempo.—Tomó el picaporte y salió.

Al salir dejó la puerta abierta. Fui rápidamente a cerrarla.
Me apoyé en esta pensando que había sido de Trisha y en lo que acababa de suceder.

Es la segunda vez que lo veo y se me insinuó. Se me insinuó.  Él se le insinuó a alguien como yo. Él dijo que no se iba a poder controlar y yo cómo una estúpida no dije nada.
Una idiota eso es lo que soy.
Subí las escaleras y entré a mi cuarto.
Dejé caer la toalla al suelo y ví mi cuepo en el espejo.

Está más que claro que él estaba jugando conmigo.
Nunca me había importado de verdad cuanto comía, cuanto pesaba o cómo me veía.
Agarre lo qué estaba de más en mi cuerpo. Mis caderas, mis muslos, mis pantorrillas, mi abdomen.

Deseé haber tenido alguien que me haya detenido cada vez que comía.

Cuando mi madre murió, comencé a tener ansiedad, todo el tiempo.
Comía a toda hora en cada momento.
Por suerte pegué un estirón y los kilos de más no se notaron tanto.
Aún así, no estaba satisfecha con este cuerpo. ¿Por qué no podía ser como las demás chicas?

Me coloqué la ropa interior y el pijama. Me deje caer sobre la cama.

El colchón se acopló a mi cuerpo.
Cerré los ojos relajandome.
Comencé a pensar cómo podría ser y como soy.

En estos momentos, estos momentos en los que me acuesto y cierro mis ojos, dejando volar mi imaginación y mis deseos. Son los mejores momentos del día.

Inhalé y exhale cansada. Me envolví en las sábanas y me sumi en un profundo sueño, dejándome caer en los brazos de Morfeo.

¿Mami? ¿Dónde te escondiste?

Hidden.Where stories live. Discover now