— No le hagas caso, Pi. Esta niña tiene cara de todo menos inocente.

— ¡Eh! Ser culta no cuen—

Escorpio enmudeció al escuchar tropiezos, el colchón mullir y ruidos la mar de reveladores provenientes de un hombre y una mujer. Los tres quedaron en conmoción al poner imagen a esos gritos. El padre de Virgo y la madre de Sagitario.
Piscis asustado giró a un lado topándose con la habitual cara de asco de Escorpio y la boca abierta de Capricornio.
Debía de ser una pesadilla, en ninguna lograba escabullirse vivo y aunque pudiese no lo haría; la escena era alto contenido HD como para traumarle.

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— Aqüi. Tengo miedo —dijo Cáncer abrazándolo.

— No nos pillarán. He enviado mensajes psicodélicos a mis amigos del espacio.

— ¿Queréis callar? Donde me pillen me rebajan la comida.

Acuario y Cáncer hicieron puchero. Tauro estaba a un paso de estallar—si es que parecía que destilaba humo de las orejas.—
Nadie podía tranquilizarla. Ella tenía claro que por encima de su cadáver los pillarían, eso sí nunca más volvería a guarecerse en ese refrigerador tamaño XXL, facilitaba el acceso a otras dos personas más.

— ¡Me estoy muriendo de frío, reclamo sándwich! —vociferó abriendo los brazos—. Me pido ser la lechuga.

— ¡Tauro, pero si estás calentita! —exclamaron ambos aferrándose más fuerte a ella.

— Y vosotros helados. Apartaros —contestó de pésimo humor.

— ¡No! Tú decidiste ser la lechuga. Ten —Cáncer puso una uva en su boca haciendo que Tauro callase por pocos segundos.

— ¿De dónde la has sacado? —preguntó, animada.

— ¿De... aquí?

Prestó interés a su alrededor, su fatiga se esfumó. Qué eufemismo, ¿cómo pudo olvidarse de aquel paraíso? Sonrió. Era su edén, su tesoro, sólo suyo.

Cáncer formó con su pulgar e índice un ok, él correspondió mostrando la señal de victoria y una enorme sonrisa. Lo habían logrado. Los dos volvieron a aferrarse como garrapatas a Tauro dichosos de haberla comprado a modo de bolsita caliente.

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— Sácamela. Me va a mord—¡ER! —Libra saltó en los brazos de su primo con los ojos cristalinos. Una peculiar araña de una pata más larga la había mordido.

— Mírala ya es Spiderman —comentó Leo con burla siendo callado por la salvaje mirada de Libra.

— Rectifico. Es Spiderwoman —ganó una buena tunda de parte de su prima. Un bulto apareció en su hermosa cabeza por lo que masajeó con enfado lamentando haberla molestado.

— Chicos. Abridme la puerta. No encuentro lugar, rápido.

Sagitario abrió la puerta empotrada en el suelo con facilidad. Géminis observó el sótano y después el mal genio de Libra y Leo. En susurro maldijo haberse ocultado con ellos. Si hubiese sabido el ambiente que se caldeaba allí abajo no hubiese entrado.

— Mi querido Géminis. Sé mi Spiderman —Libra sacó del ensimismamiento a Géminis.

— ¿Cómo? —preguntó desorientado.

Unas patitas se deslizaron por su brazo clavándole sus quelíceros sin poder apartarlo. Géminis gritó dejando visible unas lagrimillas en sus mofletes. Sagitario tan rápido como pudo tapó su boca mientras que cierto pelirrojo aprovechaba el momento para propinarle unas cuantas collejas que había estado deseando desde hacía rato. Libra vio cómo el trío lalala se despellejaban vivos. Cabizbaja se fijó en los restos desmembrados del arácnido y se sintió vengada—aunque fuese mediante un inocente.—

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Seguro que era el único que seguía escondido en aquella casa. Bostezó con cansancio; sus piernas estaban dormidas, los calambres iban y venían desde la punta de sus pies hasta sus muslos. Salió debajo de la mesa. Faltaba pocos metros para llegar a la entrada principal pero unos pasos interceptaron su fuga. Sin alternativa se metió en el baño encontrándose a Virgo junto a la puerta también esperando su oportunidad de huida. Ambos se miraron aterrados al sentir que se aproximaba posiblemente el padre de ella.

Tras analizar una solución para aquella pared sin salida agarró a Aries haciendo que se sentaran como indios dentro de aquel pequeño espacio que le proporcionaba la tina de baño. Su pulso comenzó a oscilar, tenía miedo y sobretodo vergüenza de que él se diese cuenta.

Y se dio cuenta.

— Virgo no temas. Sé que tu padre puede ser duro pero no creo para tanto.

O no del todo.

Virgo asintió a duras penas incapaz de mentir con vehemencia. Escondió su rostro más avergonzada, él ignoraba totalmente los sentimientos que causaba en ella.

Aries se preocupó mucho más—si la pobre estaba temblando.—
La estrechó entre sus brazos para transmitirle tranquilidad.
No contaba que sus nervios fueran transferidos a él, y mucho menos que su corazón diese un vuelco tal que hubiera descubierto algo.
Ella actuó por un instintito primitivo que la empujó a deslizar sus brazos alrededor de él sin importarle nada.
Un jabón del cual no se habían fijado hasta entonces arrasó con ellos, como si un productor cínico lo hubiese puesto allí manejando su vida desde hilos invisibles.

Al instante la puerta de madera chirrió poniéndolos en alerta, mudos e inmóviles.

— No hay nada como una ducha fría después de eso —soltó una risilla la madre de sagitario abriendo el grifo a través de la cortina, rebuscando en los cajones del lavamanos que para su buena o mala suerte retrasaba su final.

Aries se estremeció al contacto de la fría agua, estaban cubiertos hasta el cuello. Envolvió a su amiga para una inyección de calor mutuo. Bajó su mirada y sin saber por qué un agradable sentimiento se hospedó en su pecho haciéndolo sentir completo cuando ni siquiera estaba vació. Qué le sucedía se estaba volviendo raro.

La mamá de Sagitario enseguida marchó dejándoles tiempo de sobras.
Tanto ella como él salieron abstraídos en sus pensamientos.


A lo lejos vislumbraron a Tauro, Acuario y Cáncer caminando rígidamente, a Géminis y Leo siendo intermediados por Sagitario quien tenía a Libra en su espalda, y a los mayores del grupo que parecían estar en otra galaxia. Listos para salir victoriosos.

— ¿Y vosotros, dónde os habéis metido? —preguntó Escorpio a ellos dos.

— En el baño —respondió Aries.

— Ya hablaremos de eso cuando salgamos de aquí —recordó Libra dirigiendo extrañas miradas a Virgo.

Quién iba a pensar que saldrían con pensamientos traumáticos; ya sea para el cerebro o el corazón. Ellos desde luego no.

No volver a faltar Apuntaron los doce mentalmente.

La misteriosa vida de los signos [Pausada]Where stories live. Discover now