Capítulo XIII. Malas decisiones

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Era Miles.

–Qué bueno que te encuentro ¿me permites pasar?

–Sí, pasa ¿te ofrezco algo?

–Gracias, pero mi visita no es social.

– ¿Entonces qué pasa? Siéntate.

–Gracias. Tienes que ir a verlo, Adriana –dijo directamente.

– ¿Le ocurrió algo? –pregunté espantada

–Estoy preocupado. Se la ha pasado encerrado en su casa, bebiendo todos los días, no quiere ver a nadie y hace cosas estúpidas.

–Pensé que yo sólo era un pasatiempo para él, pero ésta tarde escuché la canción y...

–Después de grabarla se puso peor. Ya no quiere hablar ni siquiera conmigo, como pude conseguí tu dirección. Por favor, tienes que ir a verlo.

– ¿Y si a mí tampoco me quiere ver?

–Lo dudo, se la pasa repitiendo tu nombre mientras su mente está inundada en alcohol. ¿Qué sucedió, Adriana? De un momento a otro todo cambio. Él me dijo que no querías verlo, y que te había encontrado con alguien más ¿Qué pasó la noche fuimos al bar?

–Fui a buscarlos a la terraza, y sin querer escuché lo que hablaban... Que viera a mi amigo Henry salir de mi departamento, fue algo que el malinterpreto.

– ¿Qué? ¿Y aun así te fuiste?

– ¿Tú no te irías al escuchar que la persona de la que estás enamorada está interesada en su exnovia?

–Por lo que veo, no te quedaste para escuchar lo suficiente. En otras circunstancias, hasta sería divertida ésta desafortunada confusión, pero ahora no lo es. Alex me contó lo que pasó cuando te vino a buscar, supuse que había malinterpretado la situación cegado por los celos

–No sé de qué hablas, Miles, por favor explícame.

–Alex me dijo esa noche que estaba perdidamente enamorado de ti. Me dijo que había visto a Arielle y que ella intento acercarse, pero se molestó al saber que él no estaba solo y tuvieron una pequeña discusión. Él piensa que no quieres estar con él porque estás con alguien más

–Yo... creo que mal interpreté lo que escuché...

Lo miré confundida y claramente, arrepentida.

–El problema es, que ninguno de los dos dejó al otro que se explicara y prefirieron suponer. La suposición es un enemigo, Adriana, suponer causa muchos problemas, te lleva a cometer errores y a tomar malas decisiones.

Comencé a llorar. Estaba arrepentida y tenía miedo.

–Ven aquí –dijo abrazándome–. Sabía que tú no eras una mala persona. Levántate, te llevaré a su casa.

Me levanté rápidamente, tomé mi bolso y salí con Miles. No dijimos más de camino a casa de Alex. Hasta que se estacionó.

–Anda.

–Tengo miedo, Miles.

–No tienes por qué. Alex es una buena persona, ha cometido errores, pero está enamorado de ti. Y creo que tú también lo estás ¿no es así?

–Sí.

–Entonces ve

Caminamos por el sendero hasta llegar a la puerta y tocamos el timbre. Esperamos, pero no abrió. Miles tocó la puerta, mientras le gritaba a Alex que abriera. Después de unos minutos, escuchamos el seguro y la puerta se abrió. Alex estaba parado, sosteniéndose del marco de la puerta y completamente ebrio.

– ¿Qué hacen aquí? –dijo Alex arrastrando las palabras

–Alex ¿puedo hablar contigo? –dije

Él me miraba como si no me reconociera.

–Entra –dijo finalmente.

– ¿Me dejarías hablar con él a solas? –dije mirando a Miles

–No esperé que estuviera tan ebrio –respondió.

–No te preocupes, estaremos bien.

–Muy bien, los veo después. Llámame si necesitan algo –dijo alejándose.

En cuanto Miles se fue, entré y ayudé a Alex a llegar al sofá.

–Estás muy ebrio –dije

–Qué bueno que estás aquí, te extrañaba tanto, cariño –dijo tratando de acariciar mi rostro.

–Vamos, te llevaré a tomar una ducha.

Como pude lo ayudé a levantarse.

–Sostente de mí –le dije al poner su brazo por atrás de mi cuello

Entramos a su habitación y nos dirigimos al baño. Lo llevé hasta la regadera y lo senté en el azulejo. Abrí la llave de agua fría para que cayera sobre él. Instantáneamente experimento un espasmo, estremeciéndose y jalando aire.

– ¡Ciérrala! ¡Está helada! –gritó.

–Lo lamento mucho Alex, pero necesito que estés sobrio.

Pasados algunos minutos, Alex se miraba más lúcido, pero temblaba de frío.

–Ven aquí –dije ayudándolo a levantar.

Lo envolví con una toalla y le pedí que se cambiara de ropa.

–Te prepararé café, ahora vuelvo.

Busqué lo necesario para prepararlo. Volví con el café muy cargado. Toqué la puerta.

– ¿Puedo pasar?

–Sí, entra.

Alex estaba aún en ropa interior y caminaba descalzo por la habitación buscando su ropa en los cajones. Me enrojecí al verlo.

–Oh, lo lamento. Pensé que habías terminado, esperaré afuera. Bebe este café, te sentirás mejor. Lo dejaré aquí.

–Espera. Quédate, no me molesta que me mires así. Gracias por el café.

Terminó de ponerse su pantalón, se acercó a mí y tomó el café del mueble donde lo había dejado. Lo bebió rápidamente y dejó la taza en el mismo sitio.

– ¿Mejor? –Pregunté

Asintió con la cabeza y me observó fijamente.

– ¿No dirás nada, Adriana?

Everything You've Come to Expect [Alex Turner, TLSP, AM] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora