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No podía entenderlo. No podía creerlo. DongHae antes de irse con sus amigos, había pasado a su cuarto y le había dejado aquel paquete que según el estaba en la entrada y no había nadie. Pero el destinatario era el.

Conocía la letra por las numerables veces que había calificado trabajos suyos.

Solo en su casa, no quería abrir el paquete por miedo de que este explotara, porque viniendo de KyuHyun no se podía pensar en otra cosa. Llevaba casi dos semanas sin verle después de lo sucedido en la bañera, por lo que decían. Había ido de viaje a Japón por negocios familiares, ¡Y la agradecía a Japón!

Aunque por otra parte le dijera que no celebrara y maldiciera. Vaya, ahora que tenía dos problemas, no sabia a cual ponerle mas atención, al de su cabeza o el del paquete enfrente suyo.

—Si no lo hago yo, lo hará DongHae.—Susurró mientras tomaba la caja de este para alzarla con cuidado y aún ese miedo suele carcomía. Pero solo había una simple carta encima de puro papel china de color café.

¿Leer o no leer?, bien. Daba igual.

Saco la tarjeta de ese lugar para observar a su alrededor. Estaba normal, como una carta simple. Así que rompió el sobre y sacó la hoja para doblarla y ver su contenido.

Querido Hyung:

Mis disculpas si fui un poco tosco en la bañera, nos veremos pronto cariño

El rostro de Yesung había pasado de varias tonalidades de muchos colores mientras suspiraba. Por lo menos el niño sabia pedir disculpas y aunque no fuera de manera personal, lo había pedido de otra forma.

Al darle la vuelta a la hoja, noto otra nota que le hizo ponerse rojo de vergüenza y coraje.

Te mande el consolador por si me extrañas

Dejo la carta a un lado y metió su mano para poder sacar aquella cosa que se veía demasiado gruesa en su mano.

—¡Pero que carajos se cree este mocoso! —Musitó enfadado mientras tenia todas las intenciónes de tomar aquella caja y aventarla por la calle, pero no podía hacerlo y menos enfrente de su casa. Tampoco sabiendo que tenia su nombre escrito ahí.

Aprovechando que ya estaba listo para salir, tomo su mochila y metió el consolador en este para poder tirarlo en su camino en algún lugar que nadie lo viera. Tampico se iba a poner en medio de la calle ofreciendo un consolador para quien lo necesitara.

Tomó sus llaves de la casa cuando salio de esta y comenzó a caminar. ¿Por que sus mejillas seguían rojas?, por favor. Ni el usaría esa cosa en su trasero, diría que se había quedado traumado por hace semanas.

Se dio cuenta que iba caminando tan a prisa que hasta la gente se había quedado mirándolo con curiosidad, por lo que tuvo que parar un poco sus pasos. Ahí cerca baia un bote de basura, por lo cual tomo su mochila y la abrió para acercarse y echar de manera rápida esa maldita cosa.

Era momento de correr, se giró para huir de su escena de crimen sin esperar que iba a chocar con alguien quien lo hizo tambalear. «Pudo haber visto que tire a la basura».

• Dear teacher •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora