23. Estoy vacío.

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-¿Me estás diciendo que Lorenzo está tras todo este jodido infierno? -replicó rabioso.

-Sí, él no ha hecho ningún contacto con la señora Mayra -De solo escuchar su nombre el estómago se le revolvía-, pero en base a cartas que destruían, se puso a su disposición a través de su sobrino...

-Maldito bastardo, lo peor es que no se le puede hacer nada... -no podía estarle ocurriendo eso justamente en ese momento. Un enemigo más y ahora no la pagaría solo, si no ella, su hijo, que pese a no conocer aún, ya lo sentía presente.

-Se equivoca -arrugó la frente.

-¿A qué te refieres?

-Kristián ya había levantado un acta aquella ocasión que la lastimó en la empresa, eso quedó asentado. Ahora, con esto, el caso se puede abrir sin problema.

-Pero no ganará salvo quizá unos años, o libertad bajo fianza.

-El señor Gregorio ya está viendo eso, supongo que por la mañana nos tendrá noticias.

-¡Mierda! -negó aferrándose la cabeza, girando hacia la enorme ventana.

-Le quiero pedir que por hoy no salgan de aquí, son precauciones que debo tomar. Y lamento mucho lo ocurrido, fue una negligencia que sé podría costar mi empleo -Cristóbal lo miró de reojo, soltando todo el aire contenido.

-No tenían manera de saberlo, pero eso no me hace sentir más tranquilo, al contrario. Haz lo que tengas que hacer, no pienso salir hoy con Kristián así... -musitó de nuevo viendo el exterior. ¿Hasta dónde la estaba arrastrando? ¿Hasta dónde llevaría las cosas con tal de tenerla, de vivir ese sueño que sabía no era para él?

-Bien, lo mantendré informado -asintió perdido en sus pensamientos, en sus miedos, en sus temores y todo se resumía a ella, a lo que sentía, a lo que los últimos días se había permitido experimentar a su lado.

Subió varios minutos después, la joven no había cerrado los ojos. Se irguió al verlo entrar.

-Creí que ya dormías -musitó de pie, sintiendo el peso de lo que ocurría.

-¿No te acercarás? -preguntó con cautela y un dejo de desilusión. Cristóbal se llevó un par de dedos al puente de la nariz.

-Kristián... -musitó.

-No, ¿dónde está <<Sirena>>? No lo hagas, no ahora por favor. Cristo, se solucionará, lo que sea será así. No hagas esto -le pidió. Su carita lucía afligida, tierna como nunca, y vulnerable. Podía sentir sin proponérselo su desazón, el miedo a que se retrajera. Sin más se recostó a su lado y la pegó a su pecho.

-Mi alma está llena de espacios oscuros, Kristián, de...

-Miedo -completó ella girándose un poco para verlo. Él asintió, serio.

-Cuando se trata de ti, del bebé, es terror... Y eso me coloca en una posición más vulnerable que antes.

-¿Y eso es malo? -acarició su mejilla, reflexivo.

-Es nuevo, es... algo que no contemplaba... -La joven se volteó por completo y sin importarle mucho el brazo, se escondió en su pecho.

-No me iré, aquí estoy, a tu lado... Solo date cuenta -acarició su melena besando su cabeza.

-¿No tienes sueño? -preguntó cambiando de tema, deleitado por su aroma, que iba diluyendo conforme entraba en sus sistema, todos los fantasmas que volvían a crecer.

-Fue... tan aterrador -confesó sin separarse. Le narró todo tal cual mientras él la escuchaba, después la puso al tanto de lo que sabía. Al final, sin lograr que descansara, bajaron a que engullera algo. Merendaron en silencio. Cada uno sumergido en sus pensamientos, en sus temores.

Atormentado Deseo  © ¡A LA VENTA!Où les histoires vivent. Découvrez maintenant